David Bombín, Miguel Ángel Carrasco y Daniel Juan explican cómo, a su modo de ver, debe ser un técnico en formación

Cuando David Bombín, Miguel Ángel Carrasco y Daniel Juan aparecen en unas dependencias en las que se practica fútbol, la reacción de algunos es la de pensar, en un tono que cabalga entre lo jocoso y lo irónico, “ahí vienen los escritores”. Es este un apelativo que ignoran, aunque recuerda a aquello de “filósofo” que dijo Zlatan Ibrahimovic para desacreditar a Pep Guardiola.
En realidad, prefieren ser ‘escritores’ –lo que implica un acto de antes haber pensado– que hacer como aquel entrenador que, relata Carrasco, le decía que él, con su cuerpo, habría llegado a Primera División. “Lo pienso y me digo, ¿por qué no me dio a mí las herramientas necesarias para serlo?”, se pregunta.
Quien aquí escribe tuvo otro técnico que, decía, había sufrido el robo de sus tácticas a manos de clubes de élite como el Fútbol Club Barcelona. Podría haber sido así si sus carrileros fueran tal, y no laterales sin una sola subida preceptiva, si de sus centrales naciera fútbol, y no pelotazos, o si hubiera promulgado algo más que intensidad a través de gritos.
A esto último se refieren los autores del ‘Manual Básico del Entrenador de Fútbol Base’. “Hay que enseñar a pensar y competir. Muchas veces, el mensaje de intensidad y actividad está vacío y se esconde detrás de las voces que da el entrenador. Al jugador se le puede pedir que actúe, que sea intenso en una presión, pero se le ha de explicar siempre por qué esa presión y esa actividad”.
En otras palabras, que el juego no se gana por echarle pelotas, acordarse del Altísimo y culpar al niño porque no ha marcado. Todo lo contrario. “No por ser intenso serás competitivo. No si no sabes dirigir esa intensidad ni para qué eres intenso”. Pero a veces pasa. Que entrenadores, sobre todo de la vieja escuela, piden huevos, y no para hacer tortilla. Sin un trasfondo mayor. Y si se falla, los jugadores fallan, no ellos. “Muchas veces, entrenar es una manera de deshacerse de las frustraciones”, comentan.
Cuenta David Bombín que, uno de los técnicos que le dirigió llevaba siempre un bocadillo al entrenamiento más largo que el palo del córner. “Y no dejábamos de correr hasta que se lo terminara. Imagínate cómo eran esos entrenamientos cuando alguien venía a hablarle…”. ¿Y luego? Y luego partidillo, claro. A veces, no siempre, después de un rondo inútil –esto es de cosecha propia–.
“Correr sabemos todos, y dar un pelotazo también. La formación debe estar versada en el balón, con independencia del estilo que quieras proponer. Cosas como las que dice Carrasco siguen pasando. No aprovechamos que los chicos vienen entregados y que el terreno es virgen. Hay que entrar con razones y dotar al jugador de las herramientas para que crezca, aunque quizá nunca vaya a jugar en Primera División”, considera Daniel.
Detrás de las frustraciones y los gritos antes citados, en muchas ocasiones se esconde un “excesivo respecto a la derrota”. “Hay que tener respeto al error, pero nunca ese miedo. Y si se yerra, hay que corregir, basándose en una razón, no en que has perdido. A veces, de la derrota también se puede estar muy orgulloso, porque sucede que a veces el rival es mejor o porque no has tenido suerte, aunque los chicos hayan hecho lo que debían”, expone.
Aunque, claro está, “la victoria alimenta y refuerza. Pero con niños y en fútbol amateur, se han de valorar los resultados no solo de objetivo, sino también de realización. Tan importante o más que el resultado es saber qué se ha hecho bien y qué se ha hecho mal. Para que de verdad ese triunfo, y el trabajo que le precede, se vea reforzado”.
Rubi ‘El Formador’

Foto: Real Valladolid
A su modo de ver, alguna de estas cuestiones pueden y deben ser aplicadas también al fútbol de élite. No en vano, el manual cuenta con dos firmas invitadas encargadas del prólogo, las de Javier Torres Gómez y Jorge Alonso, quienes subieron al Real Valladolid Promesas a la Segunda División B el pasado curso. Ciertamente, dirigían un filial, pero, sino obligados, sí tenían una relativa necesidad de competir además de formar, como ahora De la Barrera.
“Con Torres Gómez nos sentimos muy cercanos. Es un formador nato. Está muy formado y es de los entrenadores que enseñan al jugador”. Tal es así que, dicen, habrían apostado por él para dirigir esta temporada al primer equipo del Real Valladolid. Aunque Rubi les gusta. “Tiene mucho de entrenador de fútbol base. Está apostando por la formación, dota al jugador de herramientas con las que pensar y crecer y apuesta por una rotación que hace que todos se sientan útiles y partícipes”, ponderan.
Vendría a ser algo así como un ‘profesor de fútbol’, aunque en España el término no está en uso. Al contrario que en Brasil, desde donde han recibido peticiones del manual. “Estamos sorprendidos con la buena acogida. Hemos vendido varios libros en Costa Rica y a través de Facebook un brasileño nos ha preguntado si habría modo de hacerse con un manual en su idioma. La distribución online nos está ayudado a percibir que es un manual útil y accesible”.
En mente tienen ya otros proyectos, como hacer traducciones de este primer manual a inglés o chino, o versiones para entrenadores de fútbol 7 o enfocados a técnicos al mando de planteles profesionales. Aunque sin plazos. “Hemos perdido el miedo a estas cosas”, confirman. La presentación de este viernes en la Casa del Deporte, a partir de las siete de la tarde, dará buena cuenta de ello. Y de que, para ellos tres, “entrenar es compartir”.
