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Salvador Manucho

por Jesús Domínguez
7 de mayo de 2012
en Noticias

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El Pucela enamora con su nueva camiseta con aires retro

El punta angoleño rescata un punto en el último suspiro de un encuentro en el que los blanquivioletas de nuevo pagaron su falta de acierto ante el marco rival.

 

Gol Manucho1
Foto: Marca

Empieza a ser costumbre que cuando las cosas van mal dadas, la afición del Real Valladolid lance sus plegarias a Manucho, como si el angoleño fuese una deidad de ébano de alguna extraña religión tan solo conocida en Pucela y en el continente negro.

No van por ahí los tiros, sino porque ‘El Aviador’ parece haber cambiado su profesión por la de fontanero, a tenor de lo visto esta campaña, en la que empieza a acostumbrar a la doce vallisoletana a que lo vea como desatascador de encuentros por ganar, o por lo menos, como el de A Coruña, a igualar.

En Riazor se erigió protagonista por enésima ocasión, pues salvó en el último halo de vida del encuentro un punto importantísimo para los suyos ante el Deportivo de La Coruña, después de que los de Oltra se adelantasen en la primera mitad gracias a un penalty cometido por Jaime y los de Miroslav Djukic marrasen nuevamente un buen puñado de ocasiones ante la meta contraria.

En lo que a juego preciosista y ofensivo se refiere, sometió el conjunto albivioleta a los blanquiazules desde casi el primer instante del encuentro, guión que viene siendo tan habitual a lo largo de la temporada que parece extraño, casi imposible, imaginar una salida del boucle distinta a la primera.

Entre tanto toque apareció Nauzet Alemán antes de que mediase la primera mitad para intentar doblegar a Germán Lux, sustituto del lesionado Dani Aranzubia, pero el lanzamiento se perdió por la línea de fondo después de un mal golpeo.

Los deportivistas, por su parte, trataban de robar con premura en busca de espacios en los que Guardado y Valerón operasen. La jugada del gol, sin embargo, no vendría de las botas de ninguno de los dos genios, sino que partió de un envío largo al corazón del área de Zé Castro en dirección a Lassad, sobre quien Jaime cometió penalty tras medir mal en la salida.

El encargado de lanzar la pena máxima sería el extremo de Jalisco, cuyo potente envío a la red, al lado contrario al que se lanzó el guardameta del Real Valladolid, resultó una invitación a los suyos a presumir de fondo de armario tallado en sólido mármol.

Germán Lux desbarató una clarísima ocasión de Jofre Mateu, como antes otra algo menos de Carlos Peña; al tiempo que Nauzet Alemán, un rato más tarde, sufrió un pantallazo de Claudio Morel que bien pudo ser dentro del área, y por consiguiente, penalty.

En la reanudación nada cambió. El Pucela siguió llevando el cuero de costa a costa y de norte a sur a fin de encontrar un resquicio en el entramado defensivo del Depor que pudiera terminar en gol, pero la machada no terminaba de darse allí donde los galaicos parecen estar forjando su ascenso.

Pudieron, incluso, sentenciar el partido en un remate de Bergantiños detenido por Jaime o en una contra que cortó magistralmente Álvaro Rubio. Sin recibir tal castigo, y también sin perder la fe, los de Djukic siguieron buscando el empate hasta el último suspiro. Hasta que llegó Manucho vestido de salvador.

El angoleño, que entró en el verde sustituyendo a Guerra a un cuarto de hora para el final, se movió con el estruendo que acostumbra, pero haciendo menos daño que hace siete días al Cartagena y del que entre líneas estaba llevando Alberto Bueno.

Sin embargo, antes de darlo todo por perdido, el punta se vio invadido por el alma del equipo para enviar a la red en el tiempo de descuento un balón colgado por Nau desde la derecha y tocado por las cabezas de Óscar y Víctor Pérez.

El gol fue merecido castigo para un Deportivo tan sólido como reservón, que controló parte del encuentro con un modo de juego completamente distinto al que propone el Real Valladolid, cuyo premio final puede considerarse largo o corto según se sea de Menotti o Bilardo.

Con independencia de esta caracterización, lo que es seguro es que el gol es importantísimo para los intereses blanquivioletas, tanto por el empate que se suma como por las sensaciones que éste deja en la carrera por el ascenso. Una carrera en la que, pase lo que pase el próximo martes en Cartagonova, el Pucela está bien encaminado.

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