Xabi Alonso aparece como el ‘poli bueno’, el que gusta, el que juega, el que elabora. Sin embargo, la labor del alemán se antoja fundamental para que el equipo funcione [por Jorge Martín].
José Mourinho ha armado un Real Madrid vertical, eléctrico, con una enorme seriedad que choca, pese a todo, con la anarquía ofensiva que existe en el equipo merengue. Los movimientos ordenados y mecanizados cuando no hay balón de por medio se convierten en transiciones ‘desmelenadas’ cuando los jugadores se adueñan del esférico y vislumbran la posibilidad de hacer daño.
Dentro del esquema actual del Real Madrid, hay un jugador tan infravalorado como básico: Sami Khedira. El ‘poli malo’ del conjunto merengue, un hombre que se encarga de ‘barrer’ su zona con un solidario desgaste físico y una lectura táctica sobresaliente. Pone orden en un escenario descontrolado.
El centrocampista alemán protege la guarida cuando Cristiano Ronaldo, Benzema, Di María y compañía se lanzan al ataque. Incluso ayuda en las coberturas si los laterales dejan mucho espacio a sus espaldas. Es el socio perfecto para un Xabi Alonso que agradece su presencia y, hoy por hoy, uno de los insustituibles dentro de los planes de José Mourinho.
Llegó al Real Madrid a la vez que Mesut Özil, siendo un completo desconocido y con el afán -al menos por parte del club- de que se convertiese en el nuevo Makélélé. Con el paso del tiempo se ha convertido en un futbolista más completo, capaz de mezclar el enorme trabajo defensivo con una presencia ofensiva sorprendente. Tan pronto defiende en la medular como llega desde segunda a línea para finalizar una transición.
Para los ‘parabólicos’ el galope de Khedira no es desconocido, pues la melena suelta que muestra en ocasiones con la camiseta blanca es un hábito cuando se enfunda la camiseta de su selección, incluso cuando es Bastian Schweinsteiger, un volante teóricamente más ofensivo, quien le acompaña. Y, para Joachim Löw, claro, también resulta importantísimo.
No es sobresaliente. Tampoco brilla con el balón en los pies. De hecho, su técnica es limitada. Y no, no es el típico jugador que justifique el precio de una entrada. Sin embargo, Sami Khedira es de esos futbolistas indispensables para cualquier equipo. Ese reconocimiento, por momentos escaso, es merecido y creciente. Y si no lo creen, pregunten en Twitter por el #ComandoKhedirista.
