El 2016 presenta pocas seguridades para el Real Valladolid
Somos moderadamente optimistas. Perdón, más bien estamos moderadamente optimistas tras las dos últimas victorias del Real Valladolid. Parece ser que lo peor ya ha pasado y, habiendo tocado fondo, es hora de salir a flote.
Porque sí, el final del 2015 ha sido para el Real Valladolid su punto más bajo desde hacía muchos años, y ahora que remonta el vuelo, solo nos queda el ir a más, a mejor. Y hasta aquí, las certidumbres sobre el equipo blanquivioleta en este 2016. Lo sentimos, así son las buenas nuevas, y así se las hemos contado.

Foto: Real Valladolid
Es probable –e incluso aconsejable– que nos invada un cierto optimismo que casi es más esperanza dogmática y que tendrá que tomar forma en los refuerzos invernales que Braulio traiga en sus sacas desde Oriente, Occidente o desde donde Cristo perdió el mechero. Encaramos el 2016 con una mueca de ojalá, que deseamos que se agrande hasta conformar una sonrisa en el rostro.
Pese a ello, la palabra que define a este 2016 a día de hoy para el Real Valladolid es incertidumbre. Tanto en lo deportivo como en lo institucional, y con ello, todo lo demás. Pocas certezas en que la pelotita entre lo suficiente para alcanzar las cotas dignas de este club, y menos aún en que se pueda conformar una imagen y estructura del mismo estable e identificable. Salvo sorpresa, los gallegos se marcharán, y tocando la gaita –o no– se irán a otro lado, o a casa mismamente.
¿Ascenderá el Real Valladolid a Primera División en el 2016? Pues quién sabe. Se paga bastante el que lo haga; no es lo más probable sobre la faz de la tierra, pero la esperanza navideña que nos invade, y que espera los regalos de enero con ansia, parece indicar lo contrario. Yo, si me jugara algún cuarto que no tengo, no lo haría por un ascenso de este Real Valladolid de Miguel Ángel Portugal. Ahora, eso sí, si hubiera que encender alguna vela, estas alumbrarían el deseo de arribar la Plaza Mayor ya sea en junio o julio. Cuando sea, poco importan ya las formas.
¿Y lo demás? Bueno, lo demás es todo, en realidad. Las cuentas anuales que hace no demasiadas fechas arrojó la directiva y explicó el presidente Carlos Suárez Sureda dan un pequeño respiro, pero todos tenemos en mente aquello de que al segundo año se acaba ese margen y colchón económico –más bien salarial– que tiene el Real Valladolid todavía como fondo del seguro por descenso de categoría. Vamos, que se nos acaba el trigo.
El último punto se lo reservamos a la cantera, la afición, la imagen del club, el sentimiento, los colores… vamos, a una unidad (cajón de-sastre) que ni el propio club ni muchos otros lo ven así. La cantera pinta mal, y es probable que acabemos hablando del descenso del Real Valladolid Promesas. También de la marcha de Cata, el coordinador de la misma que tan buen empeño puso en regularizar esta y tan poco éxito ha tenido.
La afición, que no se siente representada ni por el equipo, ni por el club, ni por la política de este en casi ningún aspecto, se refugia en sus colores, como lo hace en su bufanda blanquivioleta, para acometer la difícil empresa de no helarse en Zorrilla viendo ‘jugar’ a su equipo. Manda bemoles, verdaderos héroes. Se la critica, ya casi de forma tan mecánica como los ensamblajes en cadena de FASA Renault, por escasa y mustia, pero, que yo sepa, los almendros pierden la flor cuando se hielan.
Así pues, suerte en cantidades industriales para este nuestro Real Valladolid en el 2016 que ya hemos inaugurado. Recen lo que sepan y no dejen de apoyar a su equipo, porque si no, luego, nadie les dará vela en un entierro que esperemos nunca llegue.
