Con la temporada ya finalizada, el Real Valladolid se afana en preparar un nuevo curso en la que habrá que corregir los fallos cometidos en el pasado
El Real Valladolid, finalmente y pese a ganar al Cádiz en la última jornada, no consiguió el objetivo de entrar en puestos de play-off. La victoria del Huesca sobre el Levante prohibió a los blanquivioletas de terminar la competición regular en sexta plaza, pero, siendo honestos, el Pucela no hizo méritos durante todo el año como para conseguir entrar en puestos de promoción.
Desde no lograr el tirón de la afición, hasta los problemas económicos y pasando por las dudas de Paco Herrera para confeccionar su esquema, el Pucela sufrió mucho durante toda la temporada y pasó gran parte de ella fuera de las posiciones de play-off. Que al final el Pucela estuviese a punto de conseguirlo fue casi más una quimera alentada por la afición que una realidad propiciada por el equipo. Aquí una serie de errores que el Real Valladolid tendrá que evitar de cara al próximo año.
Presupuesto bajo como excusa

Cierto es que el Real Valladolid tiene uno de los presupuestos más bajos de toda la competición –alrededor de los cuatro millones de euros- y que tiene que ser difícil hacer un equipo competitivo con tales estrecheces, pero es la peor excusa a la que se puede agarrar el club. Drazic y Raúl de Tomás recibían la gran mayoría de su sueldo de sus respectivos clubes de origen e Iban Salvador y José partían con ficha del filial.
Esta excusa se derrumba definitivamente cuando el Huesca, segundo equipo con menos presupuesto, y el Cádiz con un presupuesto prácticamente igual al que manejaba la entidad blanquivioleta han conseguido superar al Real Valladolid en la clasificación.
También hay ejemplos opuestos, como el del Rayo Vallecano, que merodeó con el descenso durante gran parte de la temporada, tiene más del triple de tope salarial que los de Carlos Suárez, mientras que de los equipos que han descendido, solo el UCAM tiene menos presupuesto.
Es decir, en Segunda, presupuesto y competitividad no son sinónimos. Gente experta en la categoría y jóvenes con ganas de triunfar es la mezcla que necesita el Real Valladolid de cara al próximo año si quiere triunfar.
Y al poco de comenzar, cinco derrotas consecutivas
El proyecto de Paco Herrera comenzó casi de manera inmejorable. En los cuatro primeros partidos, tres de liga y uno de Copa, los pucelanos consiguieron tres victorias y un empate, pero la primera derrota en el quinto partido de la temporada trastocó algo. A ese primer traspiés le siguieron cuatro más e hizo que el Pucela se quedase rozando los puestos de descenso y con una diferencia con los equipos de play-off de cinco puntos con tan solo ocho jornadas disputadas.
La situación se ponía complicada, pero las sensaciones eran buenas, o, al menos, no eran tan malas como con Garitano. Todos remaron en una misma dirección marcada por Paco Herrera y el equipo consiguió salir del pozo con cuatro victorias –una en copa- y dos empates. En total, seis partidos sin perder. Pero no era suficiente porque…
Al Pucela le ha faltado regularidad

El dato que dice todo en este apartado es que el Real Valladolid ha sido incapaz de ganar tres partidos de liga seguidos durante toda la temporada. Tampoco lo consiguió el Huesca que, sin embargo, se mantuvo durante doce jornadas sin conocer la derrota –siete victorias, cinco empates–. El Cádiz se fue hasta los cuatro triunfos consecutivos y llegó a sumar diez partidos sin caer en el tramo final de liga –solo dos choques ganados–. Tampoco lo consiguió el Tenerife, pero de nuevo se fueron hasta los once partidos sin ser derrotados –seis vencidos, cinco empatados–, además de solo sumar tres derrotas desde la jornada diecinueve. El Getafe si que consiguió llegar al triplete de triunfos seguidos e, incluso tuvo una racha de cinco partidos ganados de seis disputados y otra de cuatro victorias de cinco posibles. Girona y Levante, muy superiores al resto fueron capaces de llegar a las tres victorias seguidas durante varias fases del campeonato.
El Real Valladolid de lo máximo que puede presumir es de permanecer seis jornadas invicto. Tras el descalabro de Sevilla y hasta el suicidio en Reus, fue capaz de cosechar cuatro victorias y dos empates, racha que permitió volver a creer, pero que, tras la dura derrota en Reus, no fue en los de Paco Herrera, sino en el Levante.
Clave será de cara al próximo año encontrar dinámicas positivas que duren más de tres partidos y, sobre todo, hacer de Zorrilla un sitio inexpugnable.
Poca afición, pero que respondió cuando tenía que hacerlo
El Real Valladolid es el tercer equipo con menos porcentaje de afluencia al estadio entre todos los equipos de Primera y Segunda División. Demoledor. Solo se encuentra por detrás el Elche y el filial del Sevilla que, jugando en el Sánchez Pizjuán llena un 10’68% del estadio.
El Real Valladolid cuenta con una afluencia media del 29’47%, mientras que el Getafe –del que se hacen muchas gracias por la poca afición que acude al estadio- tiene un 31’37%. Los otros equipos de play-off cuentan con una asistencia media de su estadio del 63’80% el Cádiz, un 53’77% el Huesca y un 38’06% el Tenerife. Los datos contrastan una realidad que se puede ver día a día en el Estadio José Zorrilla: en Valladolid no hay afición, no hay apego por su equipo.
No obstante, la poca afición que hay, los ocho mil de siempre, que antes eran los 9.000 y que fueron los 12.000 no hace mucho, han sido, en gran medida, los artífices de la ilusión. El trabajo de la grada de animación y de la federación de Peñas en el último tramo de temporada fue muy bueno y el equipo se vio tremendamente arropado por una afición que tenía derecho a estar harta y, que sin embargo, contagió su ilusión a unos futbolistas que intentaron devolver ese cariño cuando ya era demasiado tarde.
Recuperar la ilusión de la ciudad no será ni fácil ni rápido, pero está claro que empezar a contar más con jugadores locales será un gran punto de inflexión. La cuestión es, ¿hay chavales en Valladolid con el nivel suficiente como para competir en Segunda División? Iván Alejo y Héctor Hernández son dos ejemplos.
La falta de un esquema claro durante toda la temporada

Paco Herrera lo tenía claro desde el preciso momento en el que se puso a trabajar para el Real Valladolid. Quería jugar con cuatro centrocampistas, con el famoso rombo. Los futbolistas para fabricar ese centro del campo los tenía; Leão, Luismi, Sergio Marcos, Jordán, Míchel… pero le faltaba el resto del equipo. Moyano y Balbi se han mostrado como dos laterales poco determinantes ofensivamente y Mata, pese a que es un luchador, no tuvo mucha fortuna de cara al gol. Y precisamente fue eso lo que le faltó al equipo durante una buena parte de la temporada. Bueno, y juego también. Este Pucela lo mismo te hacía un gran partido como no daba una a derechas… hasta que se cambió el sistema.
El Pucela ‘moría por rombosidad’ y, tras mucho debate público, Herrera cambió la forma de jugar, con Leão y Jordán en el doble pivote con Míchel más adelantado. La llegada y posterior recuperación de Espinoza fue clave para el nuevo esquema de Paco Herrera que contaba con el argentino por una banda y con José por la otra. Arriba, el killer, Raúl de Tomás. El esquema más usado en la actualidad en el fútbol y el que mejor ha servido al Pucela, fácil y sencillo.
Si en el fútbol hay justicia, no merecíamos subir
Canta Joaquín Sabina, “No sé porque sigo escribiendo esta canción, pero me sangra el corazón cuando lo urgo”. Difícilmente se podría explicar lo que puede sentir un blanquivioleta de pro al leer (o escribir) estas líneas, pero la realidad es la que es. El Real Valladolid se ha convertido en un equipo de Segunda División, de esos que primero tienen que buscar la salvación y luego mirar hacia delante –como hicieron Cádiz y Huesca–.
El Real Valladolid no ha merecido subir este año y no lo ha hecho. 63 puntos solo han servido para acceder a los play-off en dos ocasiones, pero más allá de eso, después de una temporada regular el Pucela tuvo la gran ocasión con solo dos jornadas por disputarse y no fue capaz de vencer a un equipo que no se jugaba nada como era el caso del Reus. No solo perdimos, fueron muy superiores. No solo perdimos un partido, perdimos la oportunidad de no tener que escribir estas líneas: no hemos merecido ascender.
