La certeza de que Guillermo Almada no será más entrenador del Real Valladolid deja clara una realidad sobre la mesa y es que, en el próximo duelo ante el Eibar, Sisi será el que se ponga al frente del equipo. El que fuera exjugador del Real Valladolid y ayudante del entrenador del equipo blanquivioleta, Sisinio González, se sentará por vez primera en un banquillo de Segunda División para tratar de buscar tres puntos que, parece, han pasado a un segundo plano tras un domingo y un lunes de auténtico revuelo en las oficinas del José Zorrilla.
Con el compromiso de Gabriel Solares para apartar a Almada, según sus declaraciones, “desde el mismo momento en el que supo que tenía dudas para seguir”, Sisi tomaba un papel protagonista en la historia. Asistente del charrúa en estos meses al frente del Pucela, tomará las riendas del equipo en un partido clave para cerrar 2025 como técnico interino de la institución, a la espera de que Víctor Orta y los suyos den con el que será nuevo entrenador del Real Valladolid a partir de ahora.
El recorrido de Sisi dentro del Real Valladolid
El camino de Sisi, muy ligado siempre al Real Valladolid, vive hoy un nuevo paso. Nacido en Albacete en 1986, antes de asistente del primer equipo fue futbolista dentro del equipo pucelano en dos periodos, el primero de 2006 a 2008, y el segundo de 2009 a 2012. Su carrera como jugador le llevó a destacar como extremo ágil, muy veloz y con capacidad para entregarse en cuerpo y alma a los designios del equipo.
Su escasa altura no reflejaba para nada su voluntad para ser un elemento clave en el trabajo colectivo y, tras destacar en sus inicios en la cantera del Valencia, se ganó los corazones de la afición en el Recre, en el Real Valladolid y en el Osasuna, antes de dar un salto especialmente llamativo a tierras asiáticas, donde jugó en varios equipos de Japón y Corea del Sur. Más allá de ese peso como jugador, Sisi regresó a Valladolid en la 24/25 para hacerse cargo de la plantilla del Juvenil B del Real Valladolid en Liga Nacional.
Tras las idas y venidas del club en el banquillo, por la salida de Paulo Pezzolano y, más tarde, la de Diego Cocca, Álvaro Rubio subió al primer equipo y a Manu Olivas, hasta entonces técnico del Juvenil A, se le encomendó hacerse con el filial. Una decisión que, por recorrido, le puso al frente del juvenil de mayor categoría en División de Honor, con el que pasó los últimos meses de la temporada.
Tras el verano, se decidió que Sisi González, por su experiencia y ligazón con el club, sirviera de base a tierra para un técnico como Almada, recién llegado al fútbol español y europeo. Con un estilo muy ofensivo, móvil y con una tendencia clara por agobiar al contrario en su campo, parece difícil que su idea futbolística cale mucho más allá de la última jornada de 2025, en la que, con toda lógica, primará la continuidad.
A la espera de un nuevo entrenador
Las dudas vienen ahora en torno a la necesidad del equipo para encontrar un perfil de entrenador que pueda cumplir con las expectativas en una ciudad que, hoy por hoy, ve cómo el proyecto que se construía hace apenas unos meses y que, incluso, parecía firme por encima de los malos resultados de las últimas semanas, se tambalea.
La salida de Almada compromete la sensación de un club que manejará ya opciones para relevar a Almada y al propio Sisi de sus funciones directas con el equipo, siendo, a la vez, una realidad compleja y oportuna, la primera las necesidades actuales del equipo y la segunda por este pequeño parón que da algo de tiempo a quien decidan incorporar al equipo desde la dirección deportiva.
Con nombres que han sonado en estas últimas horas, como los de Rubén Albés o Fran Escribá, solo la paciencia podrá contarnos quién será el encargado de tomar los estribos de un equipo que, hoy más que nunca, necesita estabilidad y continuidad en lo que a relación con la plantilla se refiere. Con una plantilla joven y con algunas carencias llamativas, el Real Valladolid debería poner al frente del equipo a un entrenador que consolidara los puntos fuertes y supiera convertir las dudas en certezas para despejar la incógnita de hacia dónde va este equipo o a qué puede aspirar realmente.