El Real Valladolid sigue buscando el ascenso con el apoyo de los de siempre y el olvido de los que luego aparecen en la Plaza Mayor

14.000 personas estuvieron en Zorrilla viendo el partido entre Real Valladolid y Sporting de Gijón. Algo más de media entrada para uno de los encuentros más importantes de todo el año. “Normalmente somos 8.000, así que no está mal”, comentaba un socio. El problema es que unos 4.000 de esos 14.000 eran asturianos.
Es muy triste que un club como el Pucela aparezca en Zorrilla arropado solo por los de siempre. Un club sin alma, solitario. Lo mantienen de pie cerca de 8.000 aficionados que nunca dejarán que la elástica blanquivioleta bese el suelo. Pero duele. Duele clavar tu mirada en tantos asientos vacíos y notar ese frío que va más allá de una baja temperatura.
El Valladolid sueña entre sombras, esas mismas que una tarde primaveral rescatarán su sentimiento porque salir en la foto de la Plaza Mayor nunca está de más. Qué bonito es ver una ciudad tomando las calles festejando un éxito, pero qué triste a la vez. Y qué falso. Muchos de los que en el futuro pintarán su cara, a día de hoy no saben ni en qué posición está el Pucela en la Liga Adelante. Pero saldrán en la foto.
Yo me quedo con los que van siempre, los que sufren, los que se buscan la vida para ver los partidos que juega el Valladolid fuera de casa, los que a veces van sin bufanda al estadio porque los colores los llevan dentro y no necesitan mostrarlos. Esos son los míos. Porque saltar cuando todos lo hacen es muy fácil. Sufrir cuando las sombras se posan sobre Zorrilla, no tanto.
Hay una canción de Iguana Tango que dice que “hay demasiados lobos aullando para una sola luna”. Tendría que ser la banda sonora de este artículo. Habrá demasiados acordándose de la luna cuando muchas noches la luna estuvo sola mirando triste el pasar de los días.
A ti, que lees esto y vas a Zorrilla cada dos semanas, créeme que deseo que el Valladolid te regale un ascenso para que puedas llorar de alegría. Y a ti, que lees esto y aparecerás en esa foto en la que no mereces estar, créeme que no te escribiré cuando me emocione. El Pucela son 365 días al año, no una borrachera tras ganar en Tenerife o quedarte al borde del infarto ante el Alcorcón.
