En España, parece imposible que llegue alguien a quitarle el sitio a un supermercado tan acertado como Mercadona, que parece intocable. Pero lo cierto es que en los últimos tiempos ha llegado un invitado alemán para agitar la cesta de la compra de los españoles, pues Aldi, un supermercado que muchos aún no conocen lo suficiente, se está convirtiendo en una pesadilla para los gigantes de la compra diaria.
En apenas diez años, la cadena alemana ha pasado de ser una opción exótica donde curiosear por los pasillos a protagonizar un auténtico terremoto comercial para marcas asentadas en nuestro país como Mercadona o Carrefour. El crecimiento de Aldi no solo desafía esos viejos dogmas del supermercado, sino que también redefine cómo entienden los españoles hacer la compra y lo cierto es que su jugada es tan simple como efectiva.
Hay menos productos y bastante más calidad y eficiencia. Mientras Mercadona ofrece un catálogo gigantesco que parece una enciclopedia alimentaria, pues cuenta con más de 1300 referencias,. Aldi lo reduce todo a 600 o 700 para tratar de equilibrar oferta, logística, precios y claridad. Algo que muchos consumidores agradecen y que se está notando en las ventas. Ante la posibilidad de tomar decisiones más sencillas, se pierde menos tiempo y, de paso, se alivia la factura. Un modelo que se sustenta en la idea de que no hace falta ofrecerlo todo, sino cuidar cada detalle.
Aldi entra con fuerza en el mapa de los supermercados
La estrategia de esta cadena de supermercados para nada es improvisada. Aldi ha desembarcado con una precisión quirúrgica para meterse de lleno en el día a día de las familias españolas. Cada nueva tienda se abre tras un estudio demográfico exhaustivo que mide hasta cuántas veces compra el pan la gente de cada barrio. Nada se deja al azar para tratar de hacerse con la confianza de la gente y lo cierto es que la fórmula parece estar funcionando, pues cada apertura de un Aldi aumenta la cuota y reduce la hegemonía de los viejos operadores.
El impacto se nota bastante en los datos, pero sobre todo en las conversaciones cotidianas en las que la cadena alemana parece ya una más a pesar de su “juventud” en España. Lo que antes era rutina, ir al mismo supermercado por costumbre, se ha transformado en una búsqueda consciente del mejor precio posible sin sacrificar esa calidad que todos queremos. Factores como la inflación ha empujado a miles de familias a mirar mucho más los precios y Aldi, con esa apariencia directa y austera ha sabido colocarse en el centro de esa tendencia.
La otra revolución silenciosa
Y sí, lo cierto es que Aldi llegó a España con tiendas más pequeñas, en ubicaciones bien estudiadas y con una experiencia de compra distinta a lo habitual. Todo esto está fomentando que las familias españolas sean convencidas por esa sencillez poco común. No, Aldi no vende experiencias superexclusivas. Lo que hace es ofrecer solo lo esencial, pero de la mejor forma posible. Todo mientras los operadores tradicionales se ajustan el cinturón para intentar salir indemnes de esta batalla inesperada. Los márgenes comerciales se estrechan y los informes financieros empiezan a reflejar la presión de una competencia que no entiende de pausas ni treguas.
La propia Lidl, también alemana, está notando esa presión, mientras que supermercados locales como Mercadona tratan de rearmarse con una estupenda innovación continua, marca de la casa de la cadena valenciana. Mientras, los consumidores disfrutan de esa batalla, pues está fomentando una guerra de las ofertas que puede llegar a ser productiva para ver el bolsillo menos afectado cada semana. El mercado español, que hace no tanto parecía impermeable a nuevas fórmulas, se ha vuelto afectado por esta simplicidad alemana que importa Aldi, que ya parece convencer a los carritos de cada vez más gente.
