Cuando el Cádiz CF anunció el fichaje de Iuri Tabatadze a finales de agosto, el nombre apenas decía nada al aficionado medio. Llegaba desde el FC Iberia 1999, de una liga poco mediática, con la etiqueta de apuesta de mercado más que de solución inmediata. Dos meses después, el relato ha cambiado por completo y está en el camino de ser uno de los jugadores referencia de la 2025/26 del conjunto cadista.
El georgiano se ha convertido en uno de los focos principales del equipo de Gaizka Garitano, máximo goleador del curso y símbolo de esa búsqueda de aire fresco en un Cádiz que necesitaba sumar desequilibrio, gol y energía en las bandas. Su impacto ha sido tan rápido que el debate ya no es quién es Tabatadze, sino qué sería del Cádiz sin sus apariciones. Las cifras ayudan a entender el fenómeno, con 500 minutos repartidos en sus primeros nueve partidos de Liga Hypermotion y cuatro goles que, en varios casos, han tenido un peso directo en el marcador y en los puntos del equipo.
De desconocido a ídolo
De ser un jugador que apenas conocían un puñado de personas en España, Tabatadze ha pasado a ser un héroe en Cádiz. Su juego ha desbloqueado partidos espesos, ha cambiado inercias desde el banquillo y ha igualado registros goleadores que el club no veía en un debutante desde hace mucho. Su fútbol mezcla la agresividad de quien aún se siente en periodo de prueba con la calma de un jugador que sabe que, cuando recibe cerca del área, algo puede pasar. Ese rendimiento le ha situado en el centro del proyecto.

Garitano lo ha utilizado como revulsivo en las primeras jornadas y, a medida que respondía, le ha ido dando más peso como titular. El vestuario lo ha adoptado rápido y sus goles han servido para sostener al equipo en momentos de duda y para rebajar la presión en un inicio de campeonato cargado de urgencias. Al mismo tiempo, su explosión en Cádiz ha tenido eco fuera, pues la convocatoria con la selección absoluta de Georgia es la consecuencia natural de un jugador que, en apenas unas semanas. ha pasado de ser un desconocido a ser uno de los nombres propios de la categoría.
Un zurdo con capacidad para aparecer en los dos lados
El perfil de Tabatadze encaja como un guante en la idea de Garitano. Es un futbolista zurdo, potente, de 1,83 de altura y tiene una gran zancada. Parte casi siempre desde la banda derecha, pero no se entiende su influencia sin su libertad para moverse desde ambos perfiles. Desde ese costado, amenaza hacia dentro con su pierna fuerte, arma el disparo con muy poco espacio y obliga a los centrales a estar permanentemente atentos a sus desmarques diagonales. Pero cuando el partido lo pide, puede aparecer también en el lado izquierdo, donde su zurda le permite centrar de frente o atacar el segundo palo llegando desde atrás, multiplicando las líneas de pase para los mediocentros y el punta.

Su importancia no se limita al último tercio y Tabatadze ha asumido bien las exigencias sin balón de un técnico que prioriza el orden y la solidaridad defensiva. Es agresivo en la presión tras pérdida, ayuda al lateral en vigilancias largas y no desconecta cuando el equipo se hunde cerca de su área. Eso le convierte en una pieza muy valiosa en un contexto de bloque medio-bajo que vive de salir rápido. Tabatadze recupera, arranca y gana metros con balón controlado, obligando al rival a correr hacia atrás. El Cádiz, que el curso pasado sufría para transformar sus transiciones en ocasiones claras, ha encontrado en el georgiano una autopista directa hacia el área contraria.
Con balón, su juego tiene matices que explican por qué se ha ganado tanto peso en tan poco tiempo y, aunque es un extremo de regate vistoso, posee capacidad para las acciones verticales, controlando orientado y atacando bien el espacio entre lateral y central, sin necesitar demasiados toques para generar peligro. En un Cádiz que quiere vivir de los detalles, Tabatadze se ha convertido en uno de esos detalles que marcan la diferencia semana tras semana.
