La salida de Larsson, unida a la conocida de Javi Guerra y a las previsibles de Osorio y Manucho, vacía la vanguardia del Real Valladolid de cara a la próxima temporada

Foto: Raquel Gómez
No pocas veces quien escribe ha utilizado versos de Sabina. No será tampoco esta la última. Es, ‘Este ya’, en la versión que el maestro recita en conciertos, de lo más usado. Un soneto amable, por calidad, aunque no tanto por lo que encierra. Es una canción de despedida, canalla, como el maestro, casi de desaire. El Real Valladolid, en su manera de decir adiós, ni se acerca a esto, si bien el descenso impide el arraigo.
En un determinado momento, el poema dice lo siguiente: “A este escándalo huérfano de padre no voy a permitirle que taladre un corazón falto de ajonjolí”. Difiere lo primero con la caída, hija de muchos, aunque no en lo demás, parece pensar la cúpula deportiva, pues pasados los dos primeros días de riguroso luto, las noticias comienzan a caer una a una, como las gotas chinas.
Continúa don Joaquín afirmando que “este pez ya no muere por tu boca, este loco se va con otra loca, este masoca no llora por ti”, algo que se puede entender también en clave blanquivioleta. Y no es para menos. El fracaso ha ralentizado los latidos igual que el desamor, y como hombre despechado empieza a prescindir de los dolorosos recuerdos.
Que Guerra se iba a ir era algo sabido desde el dos de febrero. Que lo iba a hacer Juan Ignacio, un secreto a voces. Sorprendió, de entre la relación contractual desvelada por el club, la situación de Osorio. Y más lo ha hecho la anunciada marcha de Daniel Larsson, después de que el jugador sueco y la dirección del club decidiesen hacer valer una cláusula bilateral en su contrato que permitía la rescisión en caso de descenso.
Esto, unido a la más que probable marcha de Manucho, cuyo vínculo finaliza el treinta de junio, deja la vanguardia del Real Valladolid desamparada. Bien es verdad que la reestructuración no ha hecho más que empezar, pero, parafraseando al maestro, aquel que venga a manejar la nave se encontrará, de buenas a primeras, y parafraseando al maestro, huérfano de ataque.
Según ha podido saber este portal, la intención con respecto al delantero angoleño era la de renovarle, siempre que el equipo se mantuviera en Primera División y que se rebajase de manera ostensible su salario, de manera que parece descartada su continuidad. ‘El Zorro’ llegó por tres años, después de un intenso tira y afloja con sus representantes, pero existía una vía de escape de irse a La B, ejecutada. Y Guerra, se intuía, iba a ser bluebird. Pero con lo de Larsson nadie contaba.
Con todo, dejando a un lado a los hombres de banda, el Real Valladolid se queda con Óscar, mediapunta, como único jugador de ataque, por lo que se espera que la remodelación sea agresiva en lo tocante a la zona más adelantada del equipo.
Curiosamente, el salmantino es el atacante que menos goles ha marcado esta temporada, tan solo uno, frente a los tres de Larsson y Manucho, los cuatro de Osorio y los quince de Guerra, si bien es cierto que, por sus continuos problemas físicos, es con el que menos pudo contar el ya despedido Juan Ignacio Martínez.
