La irrupción de Pablo Tomeo en el Real Valladolid ha sido una de las noticias más positivas del arranque de temporada. El central aragonés, de 25 años, se ha asentado en el eje de la defensa como una pieza de jerarquía, orden y lectura táctica. Llegado en verano procedente del Mirandés, su adaptación ha sido inmediata ya que transmite seguridad, organiza al bloque y ofrece una salida limpia que el equipo no tenía.
En una plantilla que había mostrado dudas atrás, su aparición ha aportado equilibrio y confianza, dos elementos fundamentales en la evolución del conjunto de Guillermo Almada. Desde su debut, Tomeo ha dado al Valladolid una estructura más estable y se suele mostrar sólido en el uno contra uno, dominando el juego aéreo y mateniendo una serenidad enorme que contagia al resto de la zaga.
El exjugador del Mirandés no solo corta, sino que también interpreta y mejor a sus compañeros, sabiendo cuándo adelantarse y cuándo esperar, dándole a Torres una mejor ordenación dentro de su rol y en el componente defensivo de una línea en la que manda Tomeo. El impacto del central es tal que va más allá de las estadísticas y representa ese tipo de defensor que mejora a quienes le rodean. En muy pocos meses, ha pasado de ser una incorporación de perfil medio a convertirse en una figura estructural en la defensa pucelana.

Incluso Almada, que esta semana reconocía haberle dado “un tirón de orejas”, entiende que Tomeo es el hombre que necesitaba en el pasado duelo ante el Granada, en el que su entrada ordenó la línea defensiva y mejoró las sensaciones generales del equipo, adelantando la zona desde la que el Valladolid salía, redujo la distancia entre líneas y, sobre todo, fomentó que el Pucela diese un paso adelante en la presión, mostrando una cara que empezó a recordar mucho a la mostrada en sus primeras jornadas.
Un baluarte defensivo y un estratega desde atrás
La principal virtud de Tomeo es su sentido del orden. No se limita a despejar o corregir, sino que dirige la línea con inteligencia. Su comunicación constante con el portero y los laterales ha reducido los errores colectivos, y su dominio de la colocación permite al Valladolid sostener partidos largos sin desmoronarse. Con él, el equipo ha ganado metros en la presión y ha aprendido a salir con el balón desde atrás con menos riesgo. Su toma de decisiones transmite calma y rara vez se precipita, eligiendo el pase correcto y anticipándose casi siempre los movimientos del rival con instinto de estratega.
El Real Valladolid encuentra en Tomeo una figura capaz de vincular defensa y salida de balón. No busca protagonismo, pero su incidencia en la circulación es evidente: inicia jugadas, ofrece líneas de pase y rompe líneas con envíos tensos hacia el mediocentro o los extremos. En un equipo que había sufrido por falta de criterio en la base, su presencia ha supuesto un salto cualitativo. Almada le valora no solo por su rendimiento, sino por su madurez táctica: interpreta bien los ritmos del partido, mantiene la concentración y hace del orden su herramienta principal. El equipo, con él, ha reducido notablemente los errores individuales y ha ganado en consistencia.

Crecer desde abajo
Pablo Tomeo representa ese tipo de jugador que hace crecer al equipo desde la línea defensiva. Parece que no hace ruido, pero en realidad se gana con creces ese rol de director de orquesta desde una posición atrasada, a base de fiabilidad, trabajo y lectura de juego. Su pasado en el Mirandés le curtió en una categoría exigente, donde aprendió a sobrevivir en escenarios de presión constante y en Valladolid la experiencia le ha permitido dar un paso adelante y consolidarse en un entorno de mayor exigencia.
Siendo un central moderno con trayectoria ascendente en nivel desde un cambio de posición (pasa a ser central desde la posición de mediocentro), muestra las virtudes propias de la zona del campo en la que es relevante. Un jugador fuerte, técnico y con capacidad para iniciar juego, pero también con ese punto clásico que todo equipo necesita para sentirse seguro en los duelos. Su margen de mejora sigue siendo amplio, pero la sensación es que su evolución está bien encauzada y que el toque de Almada ante el Granada puede venirle muy bien para asentar su continuidad y confianza.
