El Real Valladolid busca su segunda victoria consecutiva ante un Almería que necesita ganar para salir del último puesto

El Real Valladolid se ha reseteado. Es como un niño que quiere volver a correr, pero que antes tiene que aprender a andar de nuevo. La pasada jornada, de la mano de Portugal, se dio el primer paso. Se subió el primer peldaño de un nuevo camino que no permite otro fallo.
Después de ganar su último encuentro ante el Mirandés, el Real Valladolid respira aliviado, aunque su situación sigue siendo un tanto delicada. Una derrota en el próximo partido, ante el Almería, rompería el frágil cristal sobre el que se apoya y le devolvería al caluroso infierno del final de la tabla. Por eso, míster y jugadores saben que solo tienen una opción, que es ganar. No cambia el discurso, vencer es la única solución.
La visita a Almería puede ser un punto y aparte en el curso de esta temporada. En el Estadio de los Juegos Mediterráneos se enfrentan dos de los grandes de la categoría, desorientados; dos candidatos a ascenso que acababan incrédulos los partidos, derrotados, sin saber cuál era la solución a tan pesado calvario. Arriba, en los puestos de play-off y ascenso, los seis primeros descansan tranquilos. Brilla el sol y todos ríen despreocupados, sin prestar atención a los que vienen detrás.
¿Pero qué pasaría si el Pucela lograra la victoria? En un rápido vistazo a la clasificación, antes de que empiece el fin de semana, los blanquivioletas están a tan solo cuatro puntos de promocionar. Reengancharse a la liga no es una idea tan descabellada. Es pronto para sacar la calculadora, cierto, pero no hay que olvidar que todo suma, que todo cuenta y que la Liga Adelante es una carrera de fondo. Porque no es la primera vez que un equipo que empieza muy mal acaba remontando.
De hecho, el propio Real Valladolid logró ascender en la temporada 2006/07 habiendo perdido tres de sus seis primeros encuentros. Aunque esto el Almería también lo sabe. En el fútbol se aplica la ley de querer es poder y aunque ambos equipos, heridos y con las botas hundidas en el barro, no hayan comenzado como esperaban, el agudo pitido del silbato borrará los recuerdos de anteriores partidos.
Es difícil pasar del negro al blanco, de la tormenta a la calma y de la desesperación a la euforia. Cambiar significa modificar la apariencia o el comportamiento, y eso es algo progresivo. En este duelo hay mucho que perder pero también mucho que ganar. Segundo partido de la era Portugal, segundo paso para volver a correr, para volver a saltar, para, a la larga volver a gritar de alegría eso de que “!Pucela es de Primera!”. Siempre que los andaluces no pisen con más fuerza.
