Borja Fernández, en los estertores de su carrera, buscará en el Real Valladolid vivir una tercera etapa más cercana a la primera que a la segunda

Para su desgracia, no todo es alegría y alborozo. No se puede agradar a todo el mundo, pensará, y, si es así, tendrá razón. Pero lo cierto es que no, el fichaje de Borja Fernández no ha despertado la mayor de las ilusiones, o no por lo menos en tanta gente como seguramente querría.
Las redes sociales son un medidor de opinión imposible de ignorar en los tiempos que corren, y estas se dividen entre dos ‘pucelas’; entre quienes tratan con algarabía la noticia y entre quienes, como poco, recelan. Y a los llamados –como poco– haters les puede acompañar la vehemencia, o por lo menos en algunos casos, pero también cierta razón.
Es indudable que un jugador que durante el transcurso de la temporada cumplirá 37 años se encuentra en los estertores de su carrera, por más que el gallego seguramente quiera negar la mayor y que su fútbol en Almería desmintiera que esté ya muerto para su práctica en la élite. De hecho, esta es una de las cosas a las que se agarran sus benefactores: aún tiene cosas que dar, y si no que se lo pregunten a los andaluces, en cuya salvación puso ahínco y de la cual tiene muchísimo mérito.
Sin embargo, igual que hay que concederle el beneficio de la duda, hay que otorgar también a sus detractores el derecho a réplica: por más que su rendimiento fuera alto en los Juegos del Mediterráneo, y que además alguien de la casa, en su segunda estancia en Zorrilla pareció que su momento había pasado, o por lo menos así lo creyó la dirección deportiva, que no contó con él, y parte de la afición, que entendió lógica su marcha (que fue gratis; renunció al año que tenía de contrato).
Entonces su fichaje trajo unas contraindicaciones que nadie esperaba, y es que no empastó en el vestuario, si bien es verdad que este, ni había empastado antes, ni lo hizo tras su vuelta al margen de él. Si había venido para ser un capitán sin brazalete, no surtió el efecto deseado en un ambiente que por otra parte nunca fue bueno. En cambio, ahora, desde el inicio, no hay por qué dudar de que el efecto será distinto.
Para empezar, porque el encaje se dará en un vestuario diferente y desde el principio. Y además, esto propiciará que pueda tener peso desde el principio, toda vez que será seguramente el jugador de edad más elevada y uno de los más experimentados, sino el que más. No en vano, arrastra tras de sí más de doscientos partidos en Primera y de cien en Segunda.
Esa importancia que se espera de él fuera del tapiz viene dada también por su conocimiento de la casa y de la causa, termine siendo la que termine siendo esta. Habituado a competir al más alto nivel –dejando sus cortas experiencias en la India a un lado–, se ha movido en tantos contextos que debería moverse con soltura en cualquiera que la temporada depare. Incluso si no juega.
Claro, que hay quien piensa que puede cerrar la puerta a Anuar. El joven valor formado en Los Anexos tiene por contrato que dará el salto al primer equipo, aunque todavía se tiene que ganar el sitio en verano. Y es evidente que, a más competencia, mayor dificultad. Lo contrario no es regalar la plaza, sino poner el camino expedito para que pueda confirmarse, como hace un año sucedió con José, a quien más competidores habrían complicado las cosas siquiera un poco más.
Cierto es que esto depende de Luis César y de su predisposición a tenerlo con él, pero su rendimiento durante estos años, sobre todo durante el pasado, invita a que se le dé una oportunidad con una decisión mayor de la que para algunos supone firmar a un jugador como Borja que pueda ‘entorpecer’ su evolución. Lejos de eso, el gallego debería convertirse en tutor del ceutí.
Para Anuar, identificado totalmente con el Real Valladolid, y que ha crecido con ellos como espejo, habrá pocas cosas mejores que aprender el oficio de Borja y Álvaro Rubio, que será ayudante de Sampedro. No obstante, esto no tiene que suponer que el rol del recién incorporado tenga que ser residual de por sí; será el paso de las semanas el que dictamine cuál es su sitio. Pero partir de un contexto en el que además de ‘Anu’ estarán Luismi y Sulayman, jóvenes y con poca experiencia, ayuda a creer que puede ejercer esta labor complementaria.
Para los más escépticos o críticos, que pueda tener un papel importante puede ser seña de que las cosas no van bien. Sin embargo, defenderán aquellos que están ‘con él’ que Borja, como ya se ha dicho, lució en su reciente etapa en el Almería un buen tono físico, además de ser un líder, como bien sabrá Ángel Luis Catalina, que viene de trabajar en la secretaría técnica de la entidad rojiblanca. Con todo, en sus botas está demostrar que está más cerca de ser un viejo rockero que aquel a quien algunos creen trasnochado. Lo mejor, para él, pero también sobre todo para el Real Valladolid, es que los ‘jeiters’ tengan que mirar hacia otro lado o asentir acabada la temporada que le vuelve a vincular a la blanquivioleta.
