El Real Valladolid se impone a un pobre Getafe gracias a un gol de Marc Valiente en el inicio del segundo periodo, en el que los de Juan Ignacio Martínez más se asemejaron a lo que quieren ser.
Primeros tres puntos. ¡Por fin! No es que las jornadas apremiasen de por sí, pues tan solo habían transcurrido dos hasta la fecha, es que el pesimismo y la impaciencia habían empezado ya a apoderarse -más si cabe- de ese sector agrio del entorno al que poco o nada le vale. Y afrontar un parón de más de dos semanas, con los susodichos cargados de más resultados negativos que razones, pero cargados, al fin y al cabo, habría sido fatal.
Había que ganar y mejorar sensaciones también por el bien de la confianza del plantel. Porque por más que Juan Ignacio Martínez dijera antes del partido que hasta la décima jornada no se verá dónde está cada uno, lo cierto es que para verse en una buena posición era necesario empezar a ganar, para evitar que esa nube oscura se cerniera sobre un equipo sin puntos y con tiempo para saberse -y que le hagan- peor de lo que es.
El bálsamo lo es más si además del triunfo se tiene en cuenta que el Real Valladolid empezó a parecerse a sí mismo de manera razonable. Con matices -de momento- diferenciadores, como la continua invitación al desorden de Bergdich, que es Caballo Loco, o ese silencioso savoir faire que demostró Omar a pie cambiado, principalmente en el segundo periodo.
Durante el primero, los blanquivioletas amenazaron al Getafe con la posesión, aunque al balón parecían pesarle las costuras cuando salía impulsado por un jugador local. Con todo, los de Luis García estuvieron perezosos y lo porfiaron todo a Pedro León, quien, efectivamente, no es Zidane ni Maradona. Bien es verdad que se zafó de Peña en un par de ocasiones, pero solo le falta convertirse en ‘hombre anuncio’ para ser el último Beckham.
Varios uys poblaron las gradas, pero más en señal de recuerdo a los errores pasados y por la leyenda del ex castigador que porque realmente las intentonas -por llamarlo de algún modo- llevasen peligro. Mientras, en el otro lado, la banda izquierda se erigía la fuerte, que no la precisa, y Javi Guerra obligaba a Moyà a hacer la parada de la noche en la más clara oportunidad hasta entonces.
El juego apesadumbrado de la primera mitad mutó en la segunda, en la que Álvaro Rubio, de nuevo sublime, encontró con mayor frecuencia a Óscar. Y, ya se sabe, si estos dos se juntan, Valladolid sonríe. No obstante, antes de la sonrisa llegó un grito, de gol, el provocado por el tanto de Marc Valiente a la salida de un córner, después de una de tantas galopadas de Peña por su costado.
Tras encajar, el Getafe, con más miedo que vergüenza, cambió alguna que otra cosa, aunque nada reseñable. Las permutas de Luis García, de tinte ofensivo, no funcionaron. Los azulones continuaron más bien metiditos, sin trenzar jugada, salvo en alguna intentona de Rafita y un saque de esquina que Álvaro Vázquez no supo rematar a la red. Aunque dicho así parezca más, no lo es; fue poco.
Y el Real Valladolid fue más. Entre que el rival no quiso demasiado y que la zaga impidió que pudiera, la victoria no peligró. Y pudo ser mayor, de no ser por Moyà y porque Omar sigue negado de cara al gol, porque Guerra no tuvo suerte y porque Óscar sigue recuperando el resuello, lo cual es, per se, una gran noticia, ya que si él respira y Rubio maneja silencio y tiempo, el equipo sonríe por dentro y apuñala por fuera, como en los viejos tiempos.
Solo la falta de tino de cara a puerta impidió que de las heridas de los madrileños brotase más sangre. Porque, decíamos, a estas alturas no apremia aún la necesidad de puntuar, pero aunque calidad no les falte, mucho han de mejorar para tirar pa’rriba. En Valladolid, sin encontrarse con la mejor versión rival, cayeron de nuevo y pudieron hacerlo con estrépito.
Para los blanquivioletas, el parón llega en un mejor momento, después de sumar la primera victoria y experimentar una mejoría en juego y sensaciones. El camino seguido ante el Getafe es por el que se ha de continuar. A buen seguro recuperar a los lesionados en estas más de dos semanas ayudará, como poder contar con Fausto Rossi. Ya más tranquilos, los más pesimistas y los menos, sigamos caminando. Próxima parada, Elche.