Los blanquivioletas no han sabido mantener la renta obtenida durante un partido hasta en siete ocasiones y en tres de ellas acabó perdiendo el encuentro
Los seguidores del Real Valladolid llevan grabado a fuego el dicho de ‘hasta el final con el culito apretado’. Porque bien saben ellos que hasta que el árbitro pita el final y los jugadores no se van a las duchas, puede pasar de todo. Durante esta campaña, los blanquivioletas han demostrado que son un equipo fácil de remontar o, al menos, de sembrar dudas en cuanto a lo conseguido anteriormente.
Los de Luis César son un equipo ‘generoso’ con los rivales, puesto que en vez de cerrar los partidos, conceden demasiadas ventajas al contrario. Tanto que a veces pasan de tener virtualmente tres puntos a tener cero en el casillero de esa jornada.
Quién puede olvidar el ya famoso 4-4 en León. Se sabía que iba a ser un partido especial por todos los precedentes, pero nada hacía presagiar que por lo que de verdad pasó a la historia fue por el resultado. A pesar de empezar perdiendo, los blanquivioletas consiguieron una renta de dos goles respecto a la Cultural Leonsa (2-4 en el minuto 70), pero los locales no se rindieron y consiguieron empatar el encuentro a falta de seis minutos para el final.
De lo malo, el Real Valladolid consiguió sacar un punto del Reino de León. Algo que no pasó ni en El Sadar ni en Zorrilla ante el Numancia. Por orden cronológico, los blanquivioletas se dejaron remontar un 2-0 en casa ante los vecinos de Soria. Al descanso todo parecía que iba a ser una tarde de vino y rosas, pero la última media hora del encuentro se tornó una tormenta para los pucelanos, sobre todo para la afición. Y algo parecido ocurrió frente a Osasuna. Con el 1-2 al descanso en un campo extremadamente complicado, los de Luis César desperdiciaron esa ventaja para acabar perdiendo por 4-2 y sonrojar a los suyos.
Pero claro, no hay dos sin tres, ni sin cuatro o cinco o seis. Dicen que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra y parece que los tres encuentros anteriormente explicados no sirvieron para aprender la lección. Porque frente al Real Zaragoza, Cultural Leonesa y SD Huesca en casa, el Real Valladolid desperdició una ventaja de dos o más goles y acabar sufriendo más de lo debido. Eso sí, los tres puntos se quedaron en Zorrilla y todo quedó en un susto.
Contra los maños, los blanquivioletas se fueron ganando 3-0 al descanso y el duelo acabó 3-2. Ante los leoneses, el encuentro estaba encarrilado en la primera media hora de partido, pero diez minutos fatídicos hicieron que la parroquia pucelana se comiera el bocadillo masticando también nervios por lo que podía pasar. Finalmente, la victoria se quedó en Zorrilla gracias a un gol de penalti de Mata.
Y frente al líder de Segunda, la SD Huesca, el guion fue prácticamente similar. Con 2-0 al descanso y con un jugador más para disputar toda el segundo período, el Real Valladolid se dejó empatar el encuentro. Óscar Plano, asistido maravillosamente por Jaime Mata, solucionó el desaguisado gracias a un precioso gol que devolvió cierta calma a Zorrilla. Aunque era esa típica calma tensa que acabó por explotar la semana pasada en El Arcángel, donde el Pucela se hizo el harakiri en horario matinal.
El Córdoba culminó la remontada -con uno más por la expulsión de Luismi- después de ir 0-1 y fallar un penalti que hubiera supuesto el 0-2. Los blanquiverdes, equipo más goleado de la categoría, consiguieron ganar más de un mes después; y marcar dos tantos, algo que no hacían desde el seis de enero. Con estos ejemplos debería bastar para reconocer la evidencia de un problema que el Real Valladolid debe solucionar sí o sí de cara al último tercio de competición y seguir con la convicción de que puede (y debe) entrar en play-off.