El equipo de Sergio González mejoró tras la entrada de Ünal y Verde y solo cedió ante una gran jugada de Pablo Sarabia rematada por André Silva
El Pizjuán volvió a ejercer su maleficio. No pudo el Real Valladolid llevarse los tres puntos tras su visita a Nervión en un partido muy serio de los de Sergio González. El gol de André Silva en la primera mitad decidió un encuentro parejo que subió de revoluciones tras el intermedio y en el que los porteros acabaron siendo los grandes protagonistas. El Pucela vuelve a casa con la sensación de haber podido puntuar, pero sin lograr romper su gafe en el feudo sevillista.
Saltaban los dos equipos al campo rodeados por un ambiente espectacular y en medio de un ensordecedor griterío provocado por los aficionados locales. Tras el canto del himno a capela comenzó a rodar el balón y los veintidós jugadores sobre el césped intentaban hacerse con el control del partido.
El conjunto castellano, con un planteamiento atípico formado por un trivote compuesto por Alcaráz, Michel y Borja y con Duje Cop como único punta de referencia, presionaba al Sevilla en su campo para forzar un error en los primeros metros.
El encuentro pronto se tornó bronco, sobre todo por la multitud de jugadores concentrados en el mediocentro, y no encontraba verdadero protagonista. Poco a poco los locales consiguieron pasar más tiempo con la pelota, aunque solo Sarabia, el mejor del partido junto con Aleix Vidal, ponía en apuros a la defensa pucelana, que contó con un valiente y debutante Joaquín, muy correcto durante todo el cruce.
Los de González, por su parte, buscaban a Toni Villa para iniciar la jugada, quien llevó el peso del ataque a lo largo de los primeros cuarenta y cinco minutos. Suyos fueron los pocos acercamientos blanquivioletas, a los que también contribuyó el lateral Antoñito, que se incorporaba a banda de vez en cuando.
Sin embargo, lejos de ser un duelo abierto, las oportunidades carecían de verdadero peligro y el choque se asemejaba más una partida de ajedrez entre dos técnicos que conocían muy bien las virtudes de su oponente. Solo una genialidad de Sarabia en el minuto treinta tras una mala salida de balón de Nacho consiguió desnivelar la balanza y romper el empate sin goles en el marcador, que no se movería hasta el pitido final del colegiado.
En este solitario gol, el madrileño recortó a su oponente gracias a una sutil pisada de pelota y con precisión milimétrica puso un centro al área que el pichichi rojiblanco, André Silva, cabeceó al fondo de las mallas. Con el tanto llegó la mejora del juego hispalense, que siguió sin alterar el orden de los pupilos de Sergio González.
Ya en la segunda mitad el duelo se volvió más rápido. Los de Pisuerga dieron un pase al frente y poco tardó su entrenador en modificar el esquema táctico. Cumplido el 56′, el míster catalán decidió dar entrada a Ünal para jugar con dos puntas y aumentar el potencial ofensivo. La respuesta fue casi inmediata porque apenas cinco minutos después, a la salida de un córner, el turco se inventó una fantástica chilena que, de no ser por el fuera de juego de Toni, hubiera significado el empate.
Con un ritmo que iba “in crescendo” las ocasiones llegaban por los dos lados y los guardametas tuvieron que ponerse el mono de trabajo para evitar un cambio en el resultado. Masip fue el primero en lucirse y, tras una buena jugada de los andaluces de nuevo finalizada por Sarabia, sacó una mano espectacular digna de acabar entre las mejores de la jornada. Sus gritos de celebración sirvieron para alentar al resto de sus compañeros, que volvieron a sumarse al ataque para intentar rescatar el que hubiese sido un punto importantísimo.
Entrada la recta final, el cuerpo técnico vallisoletano introdujo en el campo a Verde, el cual aumentó aún más si cabe las revoluciones del partido. El italiano probó fortuna desde lejos siempre que tuvo opción y de un rechace suyo nació el gol, otra vez anulado por posición antirreglamentaria, de Enes Ünal.
Sin embargo, “Il mastino napoletano” vio que tenía el calibre ajustado y en varias ocasiones puso en apuros al portero checo, Tomás Vaclík. El cancerbero, sobresaliente en todo el choque, culminó su buena actuación con una espectacular parada a Ünal en los últimos minutos evitando así un empate in extremis.
Tras el añadido, los dos vestuarios volvían a la caseta. Uno, el de Pablo Machín, con el liderato bajo el brazo y otro, el del Real Valladolid, con un sabor agridulce, pues volvieron a cuajar un meritorio encuentro, como se hizo ante el Madrid o el Alavés, pero al que otra vez no acompañó el premio.
