El técnico blanquivioleta cumplió ante la UE Llagostera una vuelta en el banquillo confirmando sus buenos resultados: nueve victorias, ocho empates y cuatro derrotas que le han granjeado 35 puntos

La historia del Real Valladolid esta temporada parece ser la de ‘El Renacido’. Es Braulio Vázquez amante de la prosa lírica como lo es Alejandro González Iñárritu al paisajismo. Serenos ambos, de verbo fácil, aunque cautos y precavidos, contemplan su obra con la misma cautela. Al gallego solo le falta el Oscar en forma de ascenso. Si lo alcanza, habrá otro galardón, el de Miguel Ángel Portugal por su buen papel como protagonista.
Aunque nunca ha sido Portugal muy dado a las grandes producciones –todo lo contrario que Leonardo DiCaprio–, el burgalés busca el dorado; no una estatuilla, sino un logro que le recupere para la élite, en un instante en el que esta ya parecía perdida. En este sentido, y esto es opinión de quien escribe, se le puede equiparar más a Michael Keaton, que para renacido él, como ‘Birdman’, previo paso a una más que meritoria actuación en ‘Spotlight’.
Por centrarnos un poco [atención, spoiler]:
Al Real Valladolid lo dimos por muerto, así, en primera persona del plural, no solo cuando tocó fondo, sino en algún momento postrero. Solo el metraje impidió dar carpetazo antes de tiempo a la temporada. Hubo quien entonces se fue, como quien se marcha de la sala después del ataque del oso, pero eso es harina de otro costal. Una vez vino Portugal, lo trepidante, lo tenso, se volvió lento y anodino, aunque con ese paso la mejoría fue llegando.
Cumplidas veintiuna jornadas en el banquillo, toda una vuelta, los números hablan por sí solos: las nueve victorias y los ocho empates, por cuatro derrotas –las mismas que en las nueve primeras fechas– han traído 35 puntos. Desechando el funesto comienzo del curso, como se puede ver en la tabla de abajo, el Real Valladolid sería tercero, a solo dos puntos, y no a ocho, del ascenso directo.

Claro, que la película aún no ha terminado. No destaparemos aquí el final de la oscarizada; en la blanquivioleta, todavía falta para que llegue a buen término. Está, digamos, en ese momento en el que no sabes si va a ser capaz de llevar a cabo su venganza. Lo cual ya es un paso, después de creer que ni de broma el hilo de vida le alcanza.
Mientras hay vida, dicen, hay esperanza. Pasadas las jornadas, no se puede negar que el Pucela ha mejorado, incluso a pesar de duros tropiezos como el del día del Huesca. En las doce fechas que restan deberá seguir ese camino, el de la recuperación, si de verdad quiere llegar a buen puerto y no ser una mala versión de todo-lo-que-hizo-Iñárritu-para-que-DiCaprio-ganara-el-Oscar.
‘El Renacido’ puede definirse como un capricho, un ejercicio de onanismo caro y sufrido, aunque mereció la pena (a pesar de ‘Spotlight’). Lo importante, y esto solo lo entenderán aquellos que la hayan visto, eran los medios, no el fin. La calificación de ‘gran obra’ –que no ‘obra maestra’, eso ‘Birdman’ sí lo es– se ganó con el proceso, no con el remate.
La historia del Valladolid es distinta. Solo un buen final justificará los medios; no valdrá, en el fondo, con quedarse a medias. Llegados a este punto, de Portugal y los suyos depende que el título de su film sea el citado o sea cambiado por ‘Quien nadó para morir en la orilla’. Sin lanzar las campanas al vuelo: visto el tráiler de las últimas doce jornadas, esto no tiene mala pinta.
