Domingo Cisma se ha ganado el puesto de titular en un Córdoba que aspira liderato y que llegará a Valladolid con las bajas en la zaga de Deivid y Stankevicius
No hay una charla de entrenador que se precie donde no se citen los puntos fuertes del equipo contrario. Las pizarras de los vestuarios revelan, en numerosas ocasiones, las claves de una trabajada victoria.
Y no hay duda de que el próximo rival del Real Valladolid tiene los suficientes peligros como para llenar el manto blanco del encerado con un sinfín de borratajos de tinta deleble. A los calificativos de “poderosa delantera” o “juego ordenado” bien podría sumarse el de “experiencia y picardía”. Este último tiene nombre propio y apellidos, para más seña, el de un veterano de guerra, Domingo Cisma.
Sevillano, luchador y un experimentado en el carril izquierdo, Cisma llegó este verano para reforzar la línea defensiva del Córdoba. Más de doscientos partidos a su espalda y quince años como profesional le convierten en un fichaje de garantías capaz de resolver situaciones difíciles. Porque en el futbol no siempre gana el que corre más rápido sino el que elige el camino más corto. Y en eso el andaluz es un experto.
Su pecho ha vestido escudos de multitud de equipos, aunque son el rojo y el verde los colores que han tenido siempre su camiseta. Comenzó su carrera profesional en el Ayamonte Club de Fútbol y no tardó en dar el salto a un grande. Recaló en el filial del Atlético de Madrid, el club al que ha estado ligado gran parte de su carrera aunque siempre a la sombra.
La falta de minutos en la entidad colchonera le obligó a buscar nuevo destino. Almería, Numancia o Racing de Santander han sido alguno de ellos. Años que le han valido para vivir un ascenso, una bajada a los infiernos y para saber cómo es luchar en el fango de Segunda División.
No obstante, es en la máxima categoría donde Cisma atesora más experiencia. De hecho, la pasada temporada estuvo a las órdenes de Fran Escribá para ayudar al Elche a mantenerse en Primera. Tras quedarse libre este verano, varios equipos pugnaron por hacerse con los servicios del sevillano, pero el “sí, quiero” se lo llevó el Córdoba.
Y así llegó Domingo a un equipo que ya le había tentado años anteriores. Quizás con la etiqueta de refuerzo o suplente, pero nada más lejos de la realidad. Cisma se ha hecho dueño y señor del carril izquierdo, su puesto, el de siempre, pues pocos campos quedaron sin la marca de sus botas. Tan solo una lesión le ha privado de jugar todos los minutos.
Ahora comienza la segunda vuelta y el defensa levanta la mano para reclamar lo que es suyo y se ha ganado con oficio y tesón. Quizás sin el poderío físico de antaño, pero con un disco duro que guarda muchos partidos. Un viejo capitán que lleva la batuta de la defensa blanquiverde, y que deberá llevarla con más motivo, ya que no estarán otros dos habituales, Deivid y Stankevicius.