El Real Valladolid de Sergio González logró en ocho jornadas dieciséis puntos, algo que solo hicieron Real Zaragoza y SD Huesca. Además, con el técnico catalán se encadenaron tres victorias consecutivas en la competición regular

Es de bien nacido ser agradecido. Y Valladolid y el Real Valladolid le debe mucho no, muchísimo, a la figura de Sergio González. Nadie sabe lo que habría podido pasar en caso de que Carlos Suárez y la dirección deportiva hubieran destituido a Luis César antes; quizá no hubiese funcionado o quizá este equipo podía haber sido de Primera División mucho antes. Lo único que se conoce a ciencia cierta es que el técnico catalán llegó con tan solo ocho partidos de margen y metió al equipo entre los seis mejores para, cuatro encuentros después, llevarle a la gloria.
Cuando fue presentado como nuevo técnico del conjunto blanquivioleta, allá por el once de abril, dijo que el objetivo que tenía tanto él como su cuerpo técnico era “sacar los máximos puntos en la liguilla de ocho partidos” que quedaban por delante. Sin duda, un reto complicado, puesto que cogió al Pucela en la undécima posición con 51 unidades, aunque a solo tres de los puestos de play-off.
La dinámica del equipo, el ostracismo al que estaban condenados algunos jugadores y los resultados de las últimas jornadas no hacían presagiar lo que estaba por venir, más cuando había por delante otros tantos conjuntos dispuestos a pelear su ventaja.
Pero está claro que en el fútbol las cosas son como se terminan y no como se empiezan. Y la afición blanquivioleta se dio cuenta del tremendo cambio que sufrió la plantilla en apenas una semana. Orden sobre el césped, poner a los mejores y quizá una pizca de suerte que antes había faltado. El estado anímico y la dinámica positiva hicieron el resto.
En los ocho partidos disputados en liga regular a las órdenes de Sergio González, el Real Valladolid logró cinco victorias (ante Real Oviedo, Numancia, Albacete, Lorca y Osasuna), un empate ante el Cádiz y las derrotas contra Sporting de Gijón y Real Zaragoza. Esto se traduce en dieciséis puntos que permitieron al equipo acabar quinto en la Liga 1|2|3. Lo que claramente mejoró el técnico catalán fueron las salidas. El Pucela de Luis César solo consiguió dos triunfos lejos de Zorrilla de quince disputados; mientras que con Sergio se consiguieron tres de tres.
La evidencia está ahí, los números hablan por sí solos. Además, el Real Valladolid fue, junto SD Huesca y Real Zaragoza, el único de los de arriba que sumó dieciséis puntos de veinticuatro posibles, ningún otro sumó tanto como ellos. Lógicamente, esa ‘peor’ racha de los rivales más directos por un puesto del play-off, unido a la revolución que trajo Sergio González han permitido que hoy el Pucela esté en Primera División.

Porque si en los últimos ocho partidos en liga regular el Real Valladolid obtuvo unos números casi inmaculados, los datos de play-off no pueden ser mejores. Tres victorias en los cuatro partidos disputados y dos especialmente complicadas, las obtenidas en campos como El Molinón y Los Pajaritos, ambos a reventar y con la misma necesidad que el Pucela por ganar para seguir avanzando. El 3-1 en la ida de semifinales del play-off en Zorrilla ante el Sporting hizo que el partido de vuelta se afrontara con cabeza, pero con calma, puesto que la ventaja era relativamente amplia. Pero este Valladolid es inconformista y también venció por 1-2 en el feudo gijonés.
Sin ningún tipo de relajación, pero convencidos de que todo es posible si te lo crees, los blanquivioletas dieron un repaso al Numancia en su casa, y el 0-3 de la ida de la final bien sirvió para dar un paso y medio hacia Primera. La vuelta se saldó con un 1-1, el gol blanquivioleta, como no podía ser de otra forma, lo marcó Mata en su última jugada como jugador del Real Valladolid. Lo que pasó después en Zorrilla ya es conocido por todos. Muchos lo pudieron vivir en directo, otros lo vieron por televisión, pero lo que está claro es que la gente disfrutó y celebró como hace años que no lo hacía.
Así, Sergio González lleva al Real Valladolid en Primera División con ocho victorias (sumadas las del play-off), dos empates y dos derrotas. Los últimos resultados, los que permitieron a los blanquivioletas demostrar a España entera que en el fútbol no hay que rendirse, que la Segunda es muy larga y todo puede pasar. Sobre todo si existe un gestor de vestuarios y un entrenador como el que, por suerte, ha podido encontrar el Pucela. Ahora toca refrendarlo con los mejores.

