Con la plantilla aún por pulir, el Real Valladolid deberá acometer todavía en el mercado algunos movimientos para que el equipo pueda mirar a la cara con cierta seguridad los objetivos marcados por la dirección deportiva. De la misma manera, aquellos que ya han llegado al club, deberán mostrar los porqués de la apuesta del club en en sus perfiles y, sobre todo, deberán justificar su rol en un equipo que debería mirar a la parte alta de la tabla.
En la defensa, lo cierto es que existen varias dudas. Relacionadas con la calidad de la misma en su conjunto e incluso de algunas de sus piezas. Garantizada una situación en la que Guillermo Almada tenga, como poco, dos piezas por rol, el Pucela 25/26 caminará con una serie de jugadores que parece que serán los elegidos para defender al Valladolid en LaLiga Hypermotion. Con las urgencias actuales, cabe esperar que el equipo se mueva en el mercado hacia otras zonas, dando por cerrada una defensa que podría tener, aún, mucho por trabajar.
Los laterales, punto débil por contrastar
Tras dos campañas duras en el puesto de lateral, se han traído ya dos laterales, Trilli y Guille Bueno, uno por línea, además de a Iván Alejo, que en los partidos de pretemporada ha jugado minutos, sobre todo, como carrilero diestro. Esa realidad, añadida a la sensación de que varias piezas promocionadas desde el Promesas podrían tener su peso, como Coke y, sobre todo, el retornado Iván Garri, casi cierran un rol que está bien protegido en las alas en cuanto a efectivos pero que deberán trabajar con creces para que su espalda no quede demasiado descubierta, como vimos en alguno de los amistosos de pretemporada.

Aunque apenas se ha podido ver el rendimiento de algunos de estos nuevos fichajes, como es el caso de Trilli, la realidad es que se confía en poder cubrir esa posición con cierta solvencia, con recursos también procedentes de la cantera que parten con menos peso pero que podrían ayudar como Hugo San y Alin, ambos en dinámica de primer equipo durante lo que va de pretemporada, facilitando que Almada conozca su nivel, su capacidad y se haya hecho una idea de a quién llamar si necesitara un efectivo a mayores en cualquiera de las alas.
A definir las piezas centrales del proyecto
Una línea siempre compleja. Si Orta decía que los centrales, hoy, eran “los nuevos delanteros”, la realidad es que tiene sentido, más allá de la división en la que juegues, pues la casa se ha de empezar, siempre, por los cimientos. Cubierta la portería pucelana, la sensación de que era vital reforzar la zona central de la defensa no era difícil de encarar. Con Javi Sánchez unas semanas en la rampa de salida y su bajón de nivel e historial de lesiones, la realidad es que, como centrales, el Valladolid encaraba esta pretemporada con un solo efectivo: David Torres.
Ya de por sí un efectivo poco fiable, la sensación de que a menudo le cuesta ser fino con balón y encontrar el posicionamiento correcto, el canterano no ha dado el nivel y tiene, casi con seguridad, una última oportunidad en esta temporada 25/26 en Segunda División para convencer con la blanquivioleta. Almada se ha encontrado, no obstante, con un recurso para acompañar a Torres. Un “inesperado” competidor para el rol de defensa central como Nikitscher.

Sin demasiada capacidad para sostener los duelos físicos, el magiar sí es un gran lector de jugada que puede dar, con esos metros de más con respecto al rival, esa dimensión interesante para contar con él como central. Algo no lejano de su trayectoria, como ya se viera en ocasiones en su exequipo, el Kecskeméti húngaro. Esa realidad no esconde el hecho de que con dos piezas en defensa no se puede ir a la guerra.
Por ello, Orta y los suyos han firmado dos centrales ya: Jaouab, central de duelos, capaz de sostener balón y con capacidad para aportar mucho en la presión; y Pablo Tomeo, un “caso Nikitscher” español que cambió su rol como mediocentro para ir abriéndose camino en una defensa de tres que le diera peso como central y que le permitiera, incluso, hacerse notar en duelos por alto y sumando cifras ofensivas en área rival.
Una composición a la que se podrían añadir, si es necesario, perfiles como el de Aranda, muy destacado en el plano físico; Iago Parente, más un perfil de finura con balón, y Arco, uno de los alumnos aventajados en defensa que saltó al Promesas con cierta capacidad el año pasado.
El orden, punto clave a mejorar
Pero más allá de que las piezas centrales o laterales le sirvan a Almada para perseguir su juego a nivel individual, da la sensación de que muchos de los puntos que deberán mostrarse en la dinámica del equipo una vez comience la temporada será, precisamente, el desempeño colectivo y la absorción de la plantilla del Pucela de esa idea que, desde el primer día, parece intensamente ligada a Almada y su libreto táctico.
Con una radical tendencia a priorizar lo físico, lo enérgico y lo intenso antes de cualquier tipo de situación de pizarra, las claves de una defensa que viva en torno a las leyes de Almada viven también en cómo se ordenen los jugadores en cuanto a los espacios ocupados y por ocupar dentro del campo, facilitando las permutas y las coberturas necesarias cuando el equipo quiera vivir con metros a la espalda de la defensa, cuando tenga que equilibrar la subida de los laterales o cuando se vea obligado a correr para replegar en transición defensiva.
Esos deberes quedan un poco en el aire tras ser este punto el menos favorable en cuanto a lo visto, hasta ahora, en un Valladolid con poco que envidiar a nivel de inseguridades defensivas al del año pasado, más allá del brillo que parecen poder aportar las nuevas piezas, aún sin probar, y cómo puedan hacer crecer, por sí mismas, la cercanía del equipo con el planteamiento que Almada tenga ahora mismo en su cabeza.
