No es extraño que, tras el partido de ayer, dos de los tres escogidos sean autores de gol. La mejoría de este equipo llega, ante todo, de esa realidad en el marcador que facilita su comodidad en el terreno de juego. A pesar de todo, hay muchos perfiles útiles que tuvieron su peso que no caben aquí, como Guille Bueno, extraordinario en la cadencia de llegada; Pablo Tomeo, especialmente acertado en casi todas las acciones que requirieron su presencia; Amath, volviendo a golear; o el propio Guilherme, sabiendo aparecer cuando se le necesita.
Este es un partido complicado para coger solo tres jugadores. El rendimiento coral de todo el equipo obliga a cometer injusticias. Lo bueno es que soy yo el que está al mando de este texto y mi tendencia, como casi siempre, es hablar de los míos. De los que consiguen ser los tres más importantes en el devenir general del partido.
No siempre es sencillo, pero sí interesante. En una nueva victoria, hacemos, como cada jornada, un nuevo repaso del partido para sacar los que para mí son mis tres favoritos de entre todos los participantes en esta victoria del Real Valladolid en la Jornada 17, esta vez en El Alcoraz ante la SD Huesca: Julien Ponceau, Chuki y Peter Federico.
Ponceau, motor del juego interior
Dentro del volumen de juego de este equipo, no ha habido revolución más notoria y necesaria como la que se está viviendo a través de la figura de Julien Ponceau. El jugador franco-angoleño tiene calidad de sobra para hacer funcionar el equipo blanquivioleta, a pesar de que, como ha dicho ya varias veces Guillermo Almada, llegó para otra cosa. Un jugador que, aunque sea eso cierto, ha logrado moverse dentro de un rol que no le es ajeno, pero que le da menos protagonismo ofensivo del esperado.

Seguramente, el puesto de Ponceau es el que hoy tiene en su poder un Chuki que, con el gol de ayer, vuelve a dar argumentos para ser un mediapunta fiable. En cambio, Ponceau ha sabido colocarse un escalón posicional por encima de un Juric que funciona mejor lejos de la elaboración. Ponceau se encarga de esa capacidad para sostener, en dos niveles, el juego interior del Real Valladolid. Está siendo un gran catalizador de fútbol. En conducción, en el pase y en el cambio de ritmo, el jugador llegado este verano se está convirtiendo en una gran sorpresa tras un comienzo que dejó razonables dudas.
Chuki, acertar y dominar
Desde el comienzo de temporada, Chuki ha tenido una enorme responsabilidad. Al final de la 24/25, él fue la única luz medianamente digna y razonable en el sinsentido de un Pucela hundido. Otrora lejos de poder ser un jugador con valor definitivo para liderar el equipo tras meses de ostracismo, su figura cobró una relevancia más que llamativa dentro del Real Valladolid. Esos meses le dieron un papel que, tras el verano, se hizo más notorio. Sin entrar en esa disputa contractual que, seguro, a veces le puede distraer, Chuki es algo más que un figurante en este equipo.

Tiene calidad para poder ser parte fundamental del Valladolid de Almada. El club blanquivioleta tiene en Chuki un símbolo ofensivo difícil de fichar. Pocos han podido discutirle la capacidad de generar peligro e incluso de acertar, algo que mostró en los primeros minutos de juego. Su gol es algo más que un gol. Además de un golazo. Es la muestra de que tiene más de lo que es capaz de sacar de manera regular. Aunque su peso en este conjunto tiende a variar, parece una ficha con difícil sustitución y merece la pena asomarse a las razones que hacen que sea posible. Esa es la verdad.
Peter Federico, estar cómo y cuando hace falta
El gol es el gol. Y Peter no había conseguido ser un protagonista esencial en ese aspecto. Pero ojo, que más que acertar, Peter Federico ha sabido ser algo más que un jugador que acierte. Tiene limitaciones obvias en su juego en banda, ante todo a banda cambiada, que es como prefiere jugar, pero lo que está claro es que está sabiendo encontrar portería. Ya ante el Málaga y, más recientemente, ante la SD Huesca, el futbolista dominicano tiene esa capacidad para hacerse fuerte dentro del colectivo.

Si algo ha cambiado en ese sentido, es estar donde y cuando hace falta. Aparecer allí donde se le necesita está siendo uno de los secretos de Peter para ser importante. En el primer gol, Peter Federico logró encontrarse con el gol y se hizo grande, pero en el segundo gol hizo algo que mostró su mejor cara en el ataque: acompasar la jugada, calcular el fuera de juego y rematar con fe. Todo junto. Un cambio evidente para entender esa garantía de cara a gol y su papel más allá de los quiebros y los regates.
