Una semana más, una derrota más del Real Valladolid, esta vez en Anoeta y ante un filial bien armado como el de la Real Sociedad B. Pero, sin excusas, fue un partido que deja muy pocas cosas positivas en un Valladolid que sigue cayendo en situaciones que le alejan de un objetivo marcado como es pelear el ascenso. No el ascenso, no: solo pelearlo. Esa es la dura realidad de un equipo que, ante los donostiarras y en otras ocasiones, volvieron a dejar pasar demasiadas acciones para poder igualar la contienda.
En una nueva derrota, decir que hubo como siempre nombres propios que asumieron su rol con buen nivel es casi un reto. Es difícil encontrar perfiles que, en lo positivo, puedan ser destacados en esta sección, que hoy, siendo sincero, me cuesta hacer más que nunca en la casi veintena de partidos vividos este año. A pesar de todo, hacemos, como cada jornada, un nuevo repaso del partido para sacar tres favoritos entre todos los participantes en esta derrota del Pucela en la Jornada 15 ante la Real Sociedad B: David Torres, Guille Bueno y Julien Ponceau.
David Torres, destacando en lo atípico
En un central, lo suyo es esperar que se destaque por cuestiones meramente defensivas. En un partido como el de ayer, en el que un gol temprano “te regala” el control del partido desde ese momento para poder crear como quieras, esa labor pasa a un segundo o tercer plano. Por eso el caso de David Torres bebe de esa realidad. Su papel fue destacado, pero no solo en lo defensivo, aunque supo ser el más correcto de los alineados a nivel defensivo, salvando a Juric, que a pesar de sus errores sigue destacando en robos e intercepciones en mediocampo.

Más allá de su función en la zaga, la conexión con su figura es esencial en salida de balón, siendo el preferido para sacar el balón jugado y uno de los más efectivos en asociación en corto y en largo, dando opciones clave a los suyos para acercarse a portería rival continuamente. Su trascendencia fue tal que consiguió destacar en esa parcela más que jugadores directamente envueltos en funciones ofensivas o de creación, lo que habla bien de Torres pero bastante mal de la capacidad de este equipo para mandar con fútbol.
Guille Bueno, buscando el camino
En las bandas, casi siempre destacan más los laterales que los propios extremos, incluso cuando de acercar peligro se refiere. En el caso del partido ante la Real Sociedad B, ninguno de los dos, ni Alejo ni Bueno, encadenaron grandes centros (sí muchos, pero pocos de verdad efectivos) para encontrar compañeros que remataran a portería. A pesar de todo, el caso de Guille Bueno sí marca su contribución en el campo, pues en el papel defensivo y en cuanto a los duelos, fue bastante más efectivo de lo que acostumbra.

El jugador del Pucela destacó ganando un porcentaje de duelos mayor que el de sus compañeros y destacando ampliamente en ese sentido. Incluso por alto, a lo que no suele estar acostumbrado comúnmente casi ningún lateral. Fueron nueve duelos ganados de doce disputados en el suelo (mayormente ofensivos), lo que significa un 75% de rentabilidad; junto a los dos de tres ganados por alto (defensivos), lo que supone un 67% ganado. En el primer caso, porcentaje más alto del Valladolid y también del partido.
Julien Ponceau, un ápice de rebeldía ofensiva
En ataque, es difícil salvar a alguien. Ninguno de los puntas que jugaron fueron convincentes y el papel de los extremos fue muy mejorable en casi todo. Sin embargo, me parece de rigor salvar a un jugador a caballo entre la creación ofensiva y la base de la jugada que volvió a tratar de equilibrar ese peso, incluso asomándose, como extra, a probar suerte desde lejos, algo que parece destinado solo a elegidos por el poco volumen de disparos fuera del área que el Valladolid ejecuta en cada duelo. Es el caso de Julien Ponceau, que si bien es cierto sigue por debajo de lo esperado, sí es un jugador salvable en cuanto a la intención de su juego y su dirección de campo en lo que a su rol se refiere.

No está en el rendimiento que se le suponía al llegar al Valladolid, pero sí es de los pocos que parece saber cómo debe avanzar el Valladolid y busca diferentes alternativas a la hora de buscar los huecos para sorprender a los rivales. Dentro de la terrible apatía de un Valladolid que se hace más previsible cada jornada, el galo aporta algo de luz en esa leve intención de encontrar algo diferente que pueda contrastar con la nula capacidad de este equipo en ataque.
