El Real Valladolid 25/26 deja aún muchas preguntas en el aire. Cualquier otro escenario sería extraño por estar aún en el atardecer de un mes de julio que, si bien ha sido muy positivo en cuanto a salidas y entradas en la plantilla que tiene a su cargo Guillermo Almada, tiene aún trabajo por hacer. En ese contexto, surgen algunas cuestiones relativas a cómo podrá encarar la temporada el Valladolid a nivel táctico, sabiendo que las primeras pruebas muestran un plan que puede alejarse de lo que será, realmente, el Pucela durante la temporada en LaLiga Hypermotion.
La búsqueda de perfiles en la defensa y, sobre todo, la implementación de carrileros largos, una de las señas de identidad de Almada, abren un camino casi inexplorado en Pucela pero que puede ser interesante de comentar más allá de que pueda o no pueda ser utilizado de manera regular por el equipo durante la temporada. El Pucela tendrá la opción de asentar una línea de cuatro, lo habitual en estos días de preparación, o apostar por una decisión más arriesgada en defensa, como la línea de tres atrás.
¿Hay perfiles aptos para poder jugar de este modo?
Es, quizá, la pregunta más interesante y sensata. Que se pueda o no optar por un plan a nivel táctico o sistémico, depende más de los jugadores que de la voluntad o la motivación por llevar a cabo el propio plan. No debe olvidarse que el fútbol lo vertebran los jugadores y sus cualidades, más allá de la aplicación de una serie de ideas surgidas de la planificación y el trabajo colectivo, hay razones para defender que esa circunstancia debe estar respaldada por las piezas.

Movimientos como el de Mohamed Jaouab, que está sonando fuerte en las últimas horas, argumenta que la respuesta a esta pregunta es sí. Tanto Pablo Tomeo como el defensor marroquí se han acostumbrado a formar parte de una línea de tres muy práctica para dar solvencia a la salida de balón y cierta calma a los carrileros, que tienen peso de sobra para hacerse importantes en profundidad o para sumar como interiores, algo que puede potenciar, de por sí, que la defensa se vaya construyendo de manera lógica para carriles y línea de tres centrales.
Esa presencia de centrales dotados técnicamente (mediocentros reconvertidos), con cierta capacidad para hacerse fuertes en sistemas adelantados y con protagonismo en la presión, da cierta sensación de que puede ser un sistema bien elegido. Incluso perfiles heredados, como David Torres, se sentirían más respaldados en esta propuesta, así como Nikitscher, muy utilizado en pretemporada como central y cuya capacidad en la defensa se maquillaría un poco mejor guarecido en esa línea de tres efectivos.

Además, la realidad es que, con la presencia que Almada quiere en las bandas y con los perfiles elegidos (Trilli y Guille Bueno) y heredados (Garri), parece obvio que ese trío de centrales puede ser importante para darles vuelo y relevancia más allá de las funciones defensivas propias de la posición. Un mecanismo lógico para sacar lo mejor de una zona del campo muy relevante para equipos en Segunda División y con aplicación posible dados los perfiles que va teniendo Almada entre sus manos.
¿Qué aporta la línea de tres?
Sobre el papel, la línea de tres tiene varios puntos fuertes a nivel de sistema, si es que se tienen los perfiles correctos para defender la idea. A nivel defensivo, se trata de un sistema que fomenta el equilibrio y la posibilidad de liberar a varias de sus piezas en fase de transición para construir jugada ofensiva. Esa liberación de perfiles, tanto en los laterales como en la pieza central, sí tiene un peso estructural en los equipos que deciden optar por la línea de tres y también repercute, lógicamente, en su capacidad para iniciar y gestionar el ataque.
Generalmente de más capacidad constructiva y menos hábil físicamente (menos rapidez al corte, más capacidad para mantener el equilibrio o iniciar juego), la pieza central del trío es, normalmente, una clave constructiva cercana a ese primigenio defensa central libre (o líbero). Aunque con más repunte hacia un defensor con capacidad para sostener el primer pase hacia el centro del campo que a liderar el juego, guarecido por dos centrales que sí tengan implementado el perfil de corrección. Se mejora, por tanto, la salida de balón ante presiones altas, por tener más actores en circulación y facilitar la aparición del hombre libre para avanzar con seguridad.
Esa línea, siempre que se ajuste a la necesidad de perfiles, suele darle al equipo una solidez por dentro que “obliga” a los rivales a disponer un ataque por banda para el que no siempre están preparados, además de facilitar la presencia de perfiles dentro del área para los duelos que puedan surgir de ese ataque rival por los laterales y su posterior “balón al área”. Amén de todo esto, la flexibilidad táctica que otorga esa línea de tres más dos en defensa da posibilidades enormes al sistema para acompañar cada fase de juego.
Si bien es cierto que tiene ventajas, cabe destacar también la complejidad de ajustar todas las piezas. Aunque puede parecer un sistema muy defensivo, la realidad es que ese tres más dos en defensa no tiene siempre esa conducta tan marcada en repliegue defensivo, por lo que es importante una buena lectura del juego por parte de los centrales para anticipar a los rivales en ataque y una alta exigencia física, especialmente de los carrileros, para la repetición de esfuerzos en el ida y vuelta. Además, esa exposición de espacios en la banda puede ser complejo de pulir y la alta cohesión necesaria a veces dificulta que sean sistemas muy utilizados por equipos sin gran profundidad de plantilla.

