No lo tiene fácil el Real Valladolid, hay que ser sinceros. Y no, contra todo pronóstico, no estoy hablando de la nefasta imagen de esta 2024/2025 que empieza a dar sus últimos estertores, encarando ya mediados de abril y con la mirada ya en las últimas semanas de competición, con menos de diez partidos en juego y muy poco a lo que agarrarse para intentar seguir en Primera División. El Pucela ya no es equipo de Primera, pero una vez asumido, hay que empezar a trabajar a conciencia sobre lo que necesita el equipo en todas sus líneas, no sólo a nivel de banquillo, para beber de un proyecto estable con ideas claras, sino también una plantilla que acompañe.
Recorriendo con calma todos los puestos de los que se sabe que estarán en el Pucela la próxima campaña, podremos hacer un balance general de posibles perfiles cubiertos y necesarios, sabiendo que de cara a la siguiente temporada parece sensato pensar en una competencia de Segunda División, pudiendo recalibrar las opciones competitivas dentro de cada uno de los jugadores del Valladolid sin tener en cuenta las sensaciones firmes de su recorrido en Primera División en este último año y pudiendo recuperar, al menos para el cortísimo plazo, alguno de los perfiles que este año no han funcionado o no han tenido peso. En esta segunda parte, recorro la línea de mediocampo.
Un mediocampo sin ideas, equilibrado y olvidado
La mirada al mediocampo es dura. Lo cierto es que son varias temporadas ya en las que el Real Valladolid ha rehuido de la idea de potenciar su juego interior con perfiles creativos que le dieran un punto diferencial al equipo. La construcción de juego da la sensación de estar en un segundo plano, viendo las decisiones tomadas en varias ventanas de fichajes. Los movimientos, tímidos y parcos e futbolistas que pudieran ocupar ese rol más de construcción, han ido siempre a asegurar el equilibrio en mediocampo, algo que debe ir siempre de la mano de un equipo que funciona en el resto de sus líneas. Buscar equilibrio en mediocampo sin que lo haya en defensa o en ataque no tiene demasiado sentido.
En mediocampo, el Valladolid de la 2025/2026 perderá las piezas que este año están cedidas en el equipo, Grillitsch (cedido por el Hoffenheim) y Mario Martín (cedido por el Real Madrid). Tras su marcha, la nómina en mediocampo quedará con Anuar, Amallah, Nikitscher y Juric, más un Víctor Meseguer que puede volver o no dependiendo de los resultados de su actual equipo, el Racing de Santander, que se vería obligado a comprar al centrocampista en caso de ascenso a LaLiga. También quedaría, dentro de los efectivos en mediocampo, Chuki, que seguirá en dinámica de primer equipo y que parece será renovado. Con solo esos perfiles, queda clara la ausencia de jugadores que puedan aportar desde un punto de vista creativo.
Lo que le ha valido siempre el sitio a Anuar es esa entrega incondicional y su vínculo emocional con un club, una ciudad y un público que siempre le han reconocido sus esfuerzos. Sabiendo que el paso siguiente de este Real Valladolid será en Segunda División, la continuidad del canterano del Pucela podría tener un capítulo más, pero si la exigencia conlleva aumentar los años de contrato de un jugador que, por techo, no puede dar mucho más de lo visto, puede estar acercándose el necesario momento de la despedida. Sus virtudes, casi siempre vinculadas a la resistencia, a la lucha y a esa capacidad para ocupar distintos roles, no deberían ser suficientes en un proyecto deportivo más allá del año que viene.
La decepción con Amallah ha sido mayúscula casi desde su llegada. Su lesión ante el Valencia y su posterior marcha no dejaron mucho margen para ver hasta dónde podía llegar el talento de un futbolista que fue semifinalista de un Mundial con Marruecos pocos meses antes de firmar por el Pucela. El jugador, sabiendo que la realidad pucelana le abría la puerta de la mano de un buen amigo, El Yamiq, quizá no ha encontrado comodidad en una temporada más difícil, con más exigencia a todos los niveles y en la que no ha sabido sacar ni un ápice del talento que se le presuponía. Lleguen o no ofertas, el club debería buscarle una salida.
El caso de Juric es llamativo. No tiene nivel de Primera División, es claramente un centrocampista de contención, pero no consigue leer bien la necesidad posicional de su rol en el campo. Abandona con asiduidad su sitio y eso afecta al conjunto colectivo. Es un jugador con ímpetu, entrega y capacidad de esfuerzo, pero a la vez no sabe orientar todas esas capacidades en virtud del colectivo. Corre, a menudo, sin saber cómo, cuándo y dónde parar, y debe regularse mucho más en la sintonía del equipo y sus ritmos. Si consigue entender mejor el rol que necesita el equipo de él, en Segunda División puede ser muy útil.
Nikitscher apenas ha sabido mostrar una buena interpretación del juego desde un punto de vista conservador. Si bien es cierto que la gente le acusa de esconderse o recurrir demasiado al pase atrás, parece el mejor perfil de equilibrio que tiene el Valladolid para la próxima etapa, sabiendo que incluso puede actuar como un interior de contención, subiendo un escalón más y pretendiendo asomarse más a la frontal de lo que hemos visto en sus primeros meses como blanquivioleta. Debe dar más, pero es un jugador más de destrucción e inicio que de imaginación.
El caso de Chuki es muy controvertido. Jugador con un talento claro, su perfil de futbolista ha sido incapaz de encontrar un hueco que le permita sacar esa virtud en el césped con el primer equipo hasta ahora. Mediapunta de fogonazos, el Valladolid le exige participar más con balón en el medio o ser un llegador por banda, dos situaciones que, en mi opinión, le vienen grandes. Si quiere tener un futuro, ya no en el Real Valladolid, sino en el fútbol profesional de primer nivel, debe aceptar esa exigencia para participar más y mejor. En la frontal, además, debe estar mucho más acertado y aumentar su precisión en pase y disparo.
Cabe destacar que no hay ni un solo distribuidor en la gama de centrocampistas. Solo Chuki podría hacer las veces de interior en un equipo que necesitará crecer mucho a nivel constructivo si desea hacer buen papel el año que viene, a la espera, como siempre, de un proyecto colectivo que refuerce un plantel en particular. No es baladí esperar a conformar una idea o marco estilístico antes de valorar posibles fichajes o necesidades, por tratarse el tema metodológico del primer paso necesario para identificar necesidades. Ese paso, más necesario que nunca en Segunda División (más con la llegada de tanto perfil de las categorías inferiores), aclara el camino para entender mejor hacia qué tipo de plantilla debería aspirar el Real Valladolid y facilita la labor de ojeo, análisis y distribución del talento entre líneas para acudir al mercado (incluso para el banquillo).
