No lo tiene fácil el Real Valladolid, hay que ser sinceros. Y no, contra todo pronóstico, no estoy hablando de la nefasta imagen de esta 2024/2025 que empieza a dar sus últimos estertores, encarando ya mediados de abril y con la mirada ya en las últimas semanas de competición, con menos de diez partidos en juego y muy poco a lo que agarrarse para intentar seguir en Primera División. El Pucela ya no es equipo de Primera, pero una vez asumido, hay que empezar a trabajar a conciencia sobre lo que necesita el equipo en todas sus líneas, no sólo a nivel de banquillo, para beber de un proyecto estable con ideas claras, sino también una plantilla que acompañe.
Recorriendo con calma todos los puestos de los que se sabe que estarán en el Pucela la próxima campaña, podremos hacer un balance general de posibles perfiles cubiertos y necesarios, sabiendo que de cara a la siguiente temporada parece sensato pensar en una competencia de Segunda División, pudiendo recalibrar las opciones competitivas dentro de cada uno de los jugadores del Valladolid sin tener en cuenta las sensaciones firmes de su recorrido en Primera División en este último año y pudiendo recuperar, al menos para el cortísimo plazo, alguno de los perfiles que este año no han funcionado o no han tenido peso. En esta tercera parte, recorremos la última línea: la delantera.
Un ataque que debe responder al camino elegido
La línea más poblada de todas de cara a la próxima campaña, aunque con demasiadas piezas que generan dudas o que, directamente, no sirven para competir. Dando por hecha la salida de un jugador como Iván Sánchez (que no parece cerca de firmar un nuevo contrato) o Raúl Moro (fuertemente vinculado a una venta), la realidad del Valladolid en ataque no refleja un optimismo acorde a la inversión y al número de efectivos disponible. Quedaría la nómina en el ataque con las figuras de Moro (a expensas de su salida), Machis, Kenedy, Amath, Latasa, Sylla y Marcos André, la vuelta de Stipe Biuk desde Croacia, así como la llegada desde abajo de Jorge Delgado o Arnu. Muchos de los nombrados, con una nula participación ya en esta actual campaña, por razones muy variopintas.
El caso de Raúl Moro es complejo. Y simple a la vez. Complejo porque despedirse de un jugador como Moro, siendo lo que ha sido el Valladolid con él, parece una tarea complicada para sostener la creatividad. El catalán ha sido de los pocos exponentes interesantes en un Valladolid muy corto de generadores de peligro. Es por eso que la venta parece forzosa, por parte del jugador, que sin duda querrá ponerse nuevos retos, y por parte de un Valladolid que puede pretender aumentar la cuota de gasto para mejorar la plantilla tras el más que probable descenso.
Darwin Machis tiene una radiografía compleja. Muchos descensos a sus espaldas, naturalizando ya su rol en equipos muy parecidos, luchando siempre por ese no descenso. Una clave relativa a la mentalidad que ha de tenerse en cuenta si se busca remodelar de una manera drástica la plantilla y el proyecto del Pucela aprovechando la caída de categoría. Siendo, como es, un jugador intermitente, buscarle una salida favorable que pueda darle algo de solvencia económica al Valladolid podría ser bueno para todas las partes.
El caso de Kenedy, inaudito por el sueldo que cobra el jugador y por los minutos disputados desde su llegada, roza la estupefacción. El brasileño parece no contar para nadie y con razón. El esfuerzo mostrado en los pocos minutos disputados y la clara tendencia a la lamentación, la lesión y las dudas, hacen del exjugador del Chelsea una venta necesaria para el equipo. Por refrescar el ambiente y por reforzar esa reconstrucción mental y económica. Aunque será muy difícil, es vital.
Otro de los casos llamativos y sorprendentes es el de Amath Ndiaye. Llegado con éxito en el mercado de enero de la pasada campaña, su presencia en el equipo fue clave para mejorar de manera clara las opciones del Valladolid de cara al ascenso. Sin embargo, las lesiones al final de la pasada campaña y la conducta del jugador en la actual, en Primera División, le han impedido ser un futbolista importante desde el inicio de la 24/25, lo que le dificulta mirar al futuro con esperanza. Salvo que haya un cambio drástico en su realidad, Amath es una salida clara. Es un jugador que puede ser diferencial en Segunda División la temporada que viene, pero nunca más allá pensando en un proyecto a medio plazo.
De las pocas certezas en ataque, sobre todo pensando en Segunda División, se tienen con Latasa. El delantero centro llegado desde el Real Madrid tiene virtudes para poder ser diferencial en el segundo nivel del fútbol español. Eso sí, hay que “vestir” al equipo de manera que sus virtudes luzcan como deben y no hacerle bailar en un ataque desprovisto de balones y sin ayudas. La isla debe desaparecer para poder entender la importancia de un perfil referencial como el suyo en la campaña 25/26 que se viene.
De nuevo, las dudas asaltan con Sylla. Aunque se trata de un jugador interesante por las diferentes posiciones que puede ocupar, solo pensaría en su continuidad bajo un marco de apuesta a solo un año, sin pretender aumentar un contrato que tiene sentido en Segunda División pero que se queda muy corto mirando a Primera. Como recurso, nunca como argumento, el de Senegal puede servir en Pucela.
Casi tan controvertido como el de Kenedy, por haber tenido muchos más minutos y pocos más resultados. El brasileño Marcos André no tiene demasiadas excusas para que su rendimiento no haya sido mayor con la elástica blanquivioleta. Minutos, contexto y presencia de inicio le han dado con creces desde su vuelta, donde apenas se ha visto una sombra de lo que se esperaba de él. Jugador muy apagado en estos últimos meses como jugador del Valladolid, si llegaran ofertas no dudaría en despedirlo con el agradecimiento de su contribución.
La vuelta de Stipe Biuk, ya controvertida por su marcha sorprendente a Croacia con los problemas de plantilla que se tenían, aumenta las dudas sobre su utilidad o no en el primer equipo. Dotado de talento en banda zurda, pero con la incógnita de haber participado muy poco como blanquivioleta y lejos de la élite, refuerzan que pueda ser un recurso para la campaña 25/26, más tras la salida de varios efectivos en banda. El croata, procedente de Los Ángeles, deberá mostrar que la inversión realizada estaba argumentada.
Desde la cantera, piezas como las de Arnu o Jorge Delgado pueden ser importantes para entender esa mirada adelante en torno a las categorías inferiores y el futuro que prometen, pero la realidad es que los minutos disfrutados por algunos de ellos no dan demasiadas esperanzas de momento. Arnu debe mejorar mucho de cara al arco, sabiendo que es diferencial a nivel físico, pero sabiendo que las cifras para un jugador de su rol y perfil deben ser mucho mejores para estar en la élite. En el caso de Jorge Delgado, la realidad es que es una de las promesas con mejor cartel por su rendimiento en el filial. Esa presencia de Arnu en el primer equipo le dio una oportunidad de ser delantero titular que ha sabido materializar en goles en el Promesas.
Y, aún así, todo bebe y nace de la idea. Una idea que deberá proporcionar una serie de opciones para el banquillo y que deberán alimentar con una plantilla acorde al reto, a los plazos y, sobre todo, a la necesidad de que este equipo crezca y pueda competir. Esa parte, tan obvia como importante, tendrá cabida en otro apartado, quizá más importante, sobre qué es lo que puede pretender y esperar el Valladolid de los años venideros, sean o no con Ronaldo a los mandos de la nave.
