Unas veinte mil personas acompañan al equipo en el pasacalles y en la Plaza Mayor, algunos aún afónicos o con la resaca post-fiesta.
En torno a unas veinte mil personas acompañaron a la plantilla y empleados del Real Valladolid en el pasacalles y en la recepción oficial del equipo como homenaje al ascenso a la primera división logrado menos de veinticuatro horas antes. Un buen puñado de curiosos rodeó a otro de aficionados aún afónicos por culpa de los vítores de primera y de sufridores de la resaca post-fiesta, todos ellos ansiosos por rendir nuevamente pleitesía a una plantilla de la que -no todos- disfrutaron ya en Zorrilla al término del encuentro frente al Alcorcón.
La fiesta, como el espectáculo, está siempre sujeta a la posibilidad de ser alargada; o eso es al menos lo que creían quienes se acercaron a la Plaza Mayor vestidos de blanco y violeta, enfundados en sus camisetas y acompañados de sus banderas y bufandas. Sus héroes les hicieron esperar más de lo debido, pero no importó: el mágico recibimiento se reflejaba en los rostros de los ascensoristas, ya fuesen jugadores o parte interna interno del club.
Uno a uno fueron pasando todos por el micro después de departir durante unos minutos con el regidor local; unos más, otros menos; para enaltecimiento de la locura transitoria propia y ajena. Como no podía ser de otra manera, los nombres más coreados fueron los de Miroslav Djukic, Jaime, Javi Guerra y Sisi, que se despidió emocionado de la casa donde se ha formado “como jugador y como persona”.
La recepción, que se prolongó durante aproximadamente una hora, estuvo acompañada de infinidad de cánticos desde el calentamiento, pues desde un par de horas antes un ‘speaker’ amenizó la tarde en espera de los soldados. No obstante, pese a la variedad de temas musicales que sonaron, ninguno provocó tanta algarabía como la nación de zombies ni tanta emoción como ‘La senda del tiempo’, de los vallisoletanos Celtas Cortos.




































































