Vicente Moreno respiró aliviado al acabar el Real Valladolid – Osasuna, después de que su equipo se quedara con los tres puntos, como había advertido en la previa, no sin cierto sufrimiento. Sin esta había pedido concentración en pos de la victoria, por momentos su equipo no alcanzó ese foco, aunque no les penalizó. “Hemos hecho una muy buena primera parte, en la que creo que el resultado ha sido justo e incluso podría haber sido un poquito más amplio, pero no hemos empezado bien la segunda y recibir un gol tan pronto nos ha condicionado. Ha sido mérito del rival, pero he sentido que dábamos demasiada facilidad en esas acciones”, analizó el entrenador.
Se quedó conforme el osasunista, no obstante, porque “en Primera División es difícil ganar un partido”. E insistió: “Le doy mucho valor. Se lo dedico a la gente que ha venido a vernos, porque en la segunda parte han tenido un papel muy importante y nos han empujado. Ahora, a buscar el tercer triunfo y a ver hasta dónde podemos llegar”, afirmó, casi con un suspiro, después de sufrir un tanto y de analizar al rival. “El Real Valladolid quitará puntos a alguno; bien los tres o bien en algún partido que pueda empatar”, ponderó, casi a modo de amenaza.
Vicente Moreno confirmó en rueda de prensa la sensación de todo aquel que vio el encuentro: que el partido había sido pastoso. “Esa es la sensación; de pesadez, de que va todo muy lento… Al final, la situación del Real Valladolid influye en todo ese ambiente. Entiendo que no es fácil para ninguno de los que formáis parte del club, desde dentro y desde fuera”, interpeló a la Prensa, mostrando empatía. “Eso se traslada al terreno de juego, aunque en la primera parte hemos hecho el partido que teníamos que hacer y lo teníamos bastante controlado. Seguramente nos ha faltado insistir más en la segunda”, lamentó el entrenador rojillo.
Cánticos contra el Valladolid
El técnico valoró positivamente el ánimo de sus aficionados, si bien en algunos momentos, o por lo menos un sector de los alrededor de los 600 desplazados que se situaron en la grada visitante, no fueron tan sensibles como él contra su rival. Desde el principio, un grupo, posiblemente no mayoritario pero igualmente ruidoso, se dedicó a proferir cánticos que excedían cualquier rivalidad deportiva, como el desgraciadamente tan manido “puta Pucela” o el “a Segunda, oé”, que empañaron lo que podía haber sido un domingo, para ellos, solo de fiesta.
