A estas alturas, es difícil que alguien pueda decir que no conoce la importancia y el tamaño de una compañía como Electronic Arts en el sector del audiovisual. La empresa estadounidense se ha convertido en uno de los gigantes del entretenimiento digital y ha tenido algunas de las cabeceras de videojuegos más vendidas de la historia.
Con sagas como las de FIFA, Los Sims o Battlefield, su tamaño y su valor no han dejado de crecer a pesar de las dificultades por las que, a menudo, han pasado. La noticia, más allá de quién es Electronic Arts o, mejor dicho, EA, ha surgido por saberse que la compañía ha pasado a manos de un consorcio privado, liderado por Arabia Saudí.
Qué está pasando en el mundo de los videojuegos
El causante de todo este alboroto es el Public Investment Fund o PIF de Arabia Saudí. Ellos son los nuevos propietarios de EA, así como de las firmas adheridas Silver Lake y Affinity Partners, en una operación conjunta que, se dice, está en más de 50000 millones de dólares. La cifra, cercana a los 47000 millones de euros, habla por sí sola del peso de la operación. Se trata, sin duda, de una las mayores adquisiciones de todos los tiempos en el sector tecnológico. Un claro punto de inflexión en la industria global del videojuego que puede tener una trascendencia total.
El acuerdo no solo implica la compra del total de EA a un precio de unos 210 dólares por acción, en una transacción que se ha hecho íntegramente en efectivo. Con este movimiento, este fondo soberano del país saudí consolida su posición dentro del ecosistema de los videojuegos, un ámbito donde ya se había posicionado, con acciones repartidas en diferentes compañías notorias, como Nintendo o Capcom. Con este nuevo movimiento en EA, donde hasta ahora tenían un 10% del negocio, el PIF ha logrado el control total de la empresa.
La maniobra no parece algo azarosa, sino que se inscribe dentro de la estrategia firme de Arabia Saudí a la hora de diversificar su actividad económica, así como reducir la dependencia económica del petróleo con inversiones en tecnología, entretenimiento y deporte, favoreciendo el cumplimiento de un plan estratégico en sectores clave para poder ir cubriendo el conocido como plan “Visión 2030”.
Una jugada maestra en la era del entretenimiento
El golpe ha sido tremendo. La adquisición de EA no es solo una cuestión de cifras (aunque sean colosales), sino una demostración de fuerza enorme para meterse de lleno en un mundo que maneja algo más que grandes dividendos. La compañía estadounidense tiene un catálogo de franquicias legendarias que pueden impulsar aún más ese plan estratégico a través de diferentes vías.
EA Sports, Los Sims, Battlefield, Mass Effect, Star Wars o Need for Speed son algunos de los títulos de la compañía y representan una mina de oro para cualquier inversor que quiera potenciar su presencia en sectores diferenciales. Es por eso que, en un contexto donde el videojuego está generando, en la actualidad, más ingresos globales que el cine y la música juntos, controlar una firma con este nivel es una apuesta casi segura, más aún con plataformas como la saga FC, antigua saga FIFA, en año de Mundial y con la cita mundialista en Arabia Saudí en 2034. Estrategia, sin duda, para aumentar el impacto.
Sin duda, para EA el desafío radica en mantener la identidad y la libertad creativa bajo un consorcio de control externo, en un momento en que el mercado parece querer innovación y autenticidad frente a modelos más tradicionales. Parece que la idea es que la nueva estructura de propiedad permita a la empresa reforzar su presencia internacional, diversificando contenidos y apostar por nuevos formatos que puedan hacer crecer sus títulos. Un nuevo horizonte en el que caminar al lado de Arabia Saudí para controlar un mercado más que exigente.