Si Vinicius Júnior está enchufado, no hay dudas, es absolutamente letal. En esos días es capaz de absolutamente todo. Es capaz de desequilibrar un partido, de destrozar a las defensas rivales y de ser una constante pesadilla sobre el césped. Cuando el brasileño está iluminado es simplemente imparable. Y anoche, por fin, fue uno de esos días. La victima, el Salzburgo; el escenario, el Lincoln Financial Field de Filadelfia y el contexto, la tercera jornada de la fase de grupos del Mundial de Clubes.
El ‘7’ dejó atrás varios meses de dudas y de partidos irregulares para demostrar de nuevo su mejor repertorio: regates, movimientos, agilidad, goles y asistencias. Una actuación sobresaliente que le sirvió para conseguir el ‘MVP’ del encuentro y, lo que es más importante, clasificar al Real Madrid a los octavos de final como primero de grupo.
Fin a una sequía de 72 días
El atacante de São Gonçalo llegaba al choque frente al Salzburgo algo discutido por su mal rendimiento en el tramo final de LaLiga y su pobre inicio de Mundial de Clubes. Su desempeño no había estado a la altura del nivel que ostenta y él propio jugador lo sabía. Ayer hubo cambio de peinado y cambio de chip. Se vio a un Vinicius diferente, mucho más activo, mucho más afilado y más implicado que nunca en el trabajo colectivo.
Desde el principio ya fue la mayor amenaza del conjunto blanco, y pudo estrenar el marcador antes del minuto 20. Grandísima acción coral del Real Madrid, el balón llega al carril central para Bellingham, este con dos toques se la pone al espacio a Vini, que se planta delante del portero, se perfila y no acierta a definir. Buen pie del meta austríaco para frustrar al brasileño.
Como es costumbre en él, el fallo no le detuvo y siguió intentándolo. Y minutos más tarde llegó el deseado premio, el gol que rompía una sequía de más de 2 meses (concretamente 72 días). Vinicius no anotaba gol con la camiseta del Real Madrid desde el 16 de abril, ante el Arsenal en la vuelta de los cuartos de final de la Champions. Y no fue un gol cualquiera, fue un auténtico golazo. De nuevo asociación con Bellingham. El inglés ve el desmarque al espacio del extremo y le envía el esférico desde su propio campo, el ‘7’ lo deja correr y después lo hace de fábula, recorte hacia su pierna izquierda y zapatazo raso desde la frontal pegadito al palo.
La reencarnación de Guti
Vinicius completó su excelso partido con una asistencia antológica. Un pase de gol de los que se recuerdan con el tiempo. Un envío mejor que el remate final.
El primer tiempo estaba a punto de morir cuando en el descuento, Vinicius se inventó una genialidad. Pérdida de la defensa austríaca, ahí aparece el delantero para internarse en el área y cuando parecía que lo tenía todo para rematar a puerta decide con un taconazo pisar el balón atrás para que Valverde dispare a placer.
Una jugada que inevitablemente recuerda a la acción de Guti en Riazor. El famoso “Tacón de Dios” del centrocampista español que asombró al mundo y que está catalogada como una de las mejores asistencias en la historia del fútbol. La magia de Guti al dejarle el balón muerto a Benzema para que el francés solo tuviera que empujarlo está en otra galaxia, aunque ayer Vinicius se acercó a ello y creó un paralelismo con una asistencia que posiblemente nunca se vuelva a repetir.