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Volando alto

por Jesús Domínguez
10 de abril de 2011

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Foto: El Norte de Castilla

Volando alto. O, al menos, soñando con ello. Así se encuentra el Real Valladolid después de doblegar por un gol a dos al Celta de Vigo y de lograr encadenar por primera vez en la temporada dos victorias a domicilio, que le sirven para volver a los puestos cabeceros de la tabla.

A expensas de los demás resultados de la jornada, los de Abel Resino ocupan la séptima plaza en la clasificación meses después de caer en picado, algo que en las últimas jornadas viene sucediendo al equipo entrenado por Paco Herrera.

En esta ocasión, buena parte de la culpa la tiene el propio técnico catalán, toda vez que después de la buena imagen ofrecida por los suyos frente al Betis, decidió variar el planteamiento con el fin de maniatar a los vallisoletanos.

Por delante de López Garai y Bustos se colocó el asturiano Michu, jugador mucho más físico que Álex López, titular en la mediapunta en Sevilla. Allí donde hizo el Rayo Vallecano daño a los de Abel, prefirió no hacerlo el Celta.

Como el toledano con la permuta de Matabuena por Óscar González, prefirió el músculo donde debe aparecer la imaginación. El trabajo gris del tunecino, unido al de por sí mal momento vigués y a la capacidad de Jordi Figueras de multiplicarse atrás provocó el ahogo de un equipo que acumula cuatro derrotas consecutivas en casa y siete encuentros sin ganar.

Las bajas de Mallo y Lago, los dos laterales habituales, fueron cubiertas por Murillo y Víctor Fernández, menos profundos que los dos ausentes ante un recuperado Nauzet y frente a un Jofre menos activo de lo habitual.

La defensa adelantada blanquivioleta ayudaba a asegurar la posesión del esférico, si bien durante la primera media hora el cuero viajaba de hombre a hombre de forma imprecisa y, a pesar de los errores de la zaga rival, sin demasiado peligro.

Óscar González apareció para combinar con un fallón Javi Guerra. Poco después de cruzar el esférico en exceso, fue Jonathan Vila quien se sobrepasó, éste en la defensa. Cuando Guerra penetraba hacia la meta, el central gallego se cruzó por detrás y cometió una pena máxima que convertiría Nauzet Alemán.

El Celta, que hasta entonces apenas había dado señales de vida, continuaba con la pretensión de ceder el balón para salir a la contra. Y seguía encontrándose con una defensa extremadamente alejada de su área.

Seguía encontrándose con dos líneas bien juntas que impedían la movilidad habitual en sus hombres de ataque. Con Trashorras y David Rodríguez desaparecidos, tan solo Quique de Lucas ponía intención con sus carreras por los costados. La única ocasión, al filo del descanso, nacida de las botas de Michu, era repelida por Javi Jiménez.

A la vuelta del tiempo de asueto, Paco Herrera variaba su idea inicial dando entrada a Álex López en el lugar de López Garai, con tarjeta. Del cambio surgieron los mejores minutos celtiñas, con el gol de De Lucas incluido.

Habían apenas transcurrido tres minutos de la reanudación cuando Marc Valiente permitía que una internada de David Rodríguez culminase en el centro para el veterano mediapunta, quien ante el error de marca de Jordi y el mal repliegue de Peña, anotaba el tanto de la igualada.

La renacida movilidad gallega provocó las primeras dudas vallisoletanas… y las únicas. Catalá pudo adelantar a los suyos rematando a la madera un envío procedente del saque de esquina. Sin embargo, fue Óscar González quien acertó, él sí, a enviar con la testa el cuero al fondo de las mallas.

El genial centro de Nauzet Alemán, clave por enésima vez, encontraba en el giro del cuello del salmantino el movimiento adecuado para ajusticiar a un rival que no pudo ya reaccionar, y que estuvo a merced del Valladolid durante el tiempo restante del encuentro.

Antes del final, Javi Guerra y Álvaro Antón dispusieron de sendas oportunidades clarísimas para cerrar el marcador. El Celta, mientras, apenas inquietó con una aproximación de De Lucas en la que se pidió penalty y con un envío de Víctor Fernández que golpeó en la parte superior del travesaño.

Metieron el miedo en el cuerpo a los pucelanos desplazados, tanto para ver el encuentro de fútbol como la Copa de balonmano, pero no pasaron de un pequeño susto que no impide al Real Valladolid volar alto.

Mientras la mala racha celtista provoca que su vuelo sea casi raso, el conjunto que dirige Abel Resino se eleva con el paso de las semanas más en la tabla, dinámica que, después de haber sido completamente opuesta, permite a la hinchada soñar casi ya con cualquier cosa.

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