El lateral madrileño se ha convertido en una alternativa solvente para el primer equipo del Real Valladolid a pesar de su reconversión, fruto de su regularidad

Para hablar del 2015 de Ángel hay que remontarse a 2014, más concretamente a su llegada. Cuando arribó a Los Anexos, lo hizo respaldado por su experiencia de dos años en la Segunda División B con el Real Madrid C. Pese a ella, el aficionado no siempre lo incluía en su once tipo; quizá porque Toni era ya conocido por sus diabluras en el reciente ascenso, como Javi Navas por su primera etapa en el club. Sin embargo, De la Barrera apostó por él. Y pronto empezó a dar puntos, hasta seis en esa segunda mitad de 2014.
Su presencia en el once, quizá antes insospechada, o menos clara para la grada, pronto se hizo evidente y necesaria. Y así, fuera de toda duda, se ganó en los primeros meses de 2015 no solo un hueco en el ideario general, sino también en los planes de la dirección deportiva para con el primer plantel.
Jugó diecinueve partidos entre los meses de enero y mayo, diecisiete de ellos completos, y todos salvo uno, en el que debió cumplir ciclo de amonestaciones.
Acumuló 1.578 minutos para un total de 2.917 en el curso, e hizo tres goles, que sumó a los cuatro de 2014. A esto hay que sumarle los 1.440 minutos acumulados desde agosto y otros dos tantos anotados. Pero, al margen de los 2.018 minutos y de sus cinco goles de 2015, hay que quedarse con las sensaciones, que trascienden a los números. Como en sus inicios, siempre discreto, como es en el trato y en la forma de ser, se ha ganado, por méritos propios, que la afición, hoy sí, piense en él, y desde luego de manera positiva.
Aún a las órdenes de Rubén de la Barrera comenzó su reconversión en lateral con mucho recorrido, tras iniciar su etapa como blanquivioleta como extremo, puesto que venía ocupando de manera prioritaria en su carrera. Esta reconversión, aunque todavía no finalizada, porque aún muestra ciertas lagunas en el apartado defensivo, es la que le ha convertido en un jugador apto para la Segunda División, en la que ya ha jugado tres partidos con el Real Valladolid –más uno de Copa–.
La valentía y el arrojo que mostraba como extremo, su capacidad de combinar, pero principalmente de sorprender y de ser un asistente certero, le han servido para crecer en un puesto en el que, por mayor recorrido, puede dañar más al rival. A cambio, cierto es, ha de aprender el oficio y, sobre todo, mejorar en zonas interiores cuando repliega. Por fuera, es ya un seguro.
No solo es un buen suplente, silencioso si le toca esperar su ocasión. Además compite, ya sea en el mismo primer equipo, con Hermoso, o cuando le toca jugar con el filial. Este, ha repetido en alguna ocasión, es su sitio natural, demostrándose conocedor de una realidad que no todos entienden siempre. Así, arriba cumple y abajo rinde, se echa el equipo a la espalda, dando señas no solo de personalidad, sino también del crecimiento experimentado como jugador.
Por méritos propios, por su franca progresión, es el jugador del Promesas de este 2015 que finaliza. Si como hasta ahora el físico le respeta, y sigue siendo un honesto y discreto trabajador, de su 2016 solo cabe esperar un paso más. Por profesionalidad, en fútbol, por lo que es y quiere ser.

Una banda izquierda capital
El Real Valladolid Promesas mostró muchas fortalezas en el inicio de 2015. Estas fueron menos cuando el filial se relajó, sabiéndose salvado, aunque el citado cambio de emplazamiento de Ángel sobre el terreno de juego benefició a una sociedad que ya se venía fraguando cuando él actuaba como extremo y Toni en posiciones interiores. Lateral el uno, extremo el otro, hoy la banda izquierda del Promesas tiene en ellos a sus piezas capitales. Sin ellos, o sin su brillo, el colectivo se resiente, tal y como le ha venido sucediendo en las postrimerías del año.
No es Toni un extremo al uso; más bien, un mediapunta acostado a un lado. Esto beneficia a Ángel en tanto en cuanto arrastra a su marca y abre espacio a sus galopadas. Ambos entienden esos movimientos a la perfección, y se asocian y se buscan; en definitiva, se complementan. Tal es el grado de comunión entre ambos que incluso viven juntos… aunque está por llegar el momento en que el murciano acabe contagiado del ‘virus NBA’ del madrileño.
No es lo único de lo que Toni se ha de dejar contagiar. También debe dejarse llevar en lo concerniente a los goles; hacer más daño al rival no solo porque desequilibre, sino por su aportación de cara a puerta, más bien escasa. No en vano, solo ha visto puerta dos veces en 2015 y su último tanto se remonta al mes de febrero, algo que le aleja, y de qué manera, de los quince goles que llegó a hacer en División de Honor.
 
			