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Le petit ‘Antxon’

por Sara Jorge
25 de octubre de 2012
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Antoine Griezmann debutó con el primer equipo de la Real Sociedad, con ficha del filial, con el que sin embargo no llegó a debutar, después de ser el máximo goleador de la pretemporada.

 

Griezmann
Foto: Marca

De estatura pequeña, rubio como el sol y de mirada dulce e inocente, delgado como una espiga y ligero como el viento que se deja llevar. Así era -y sigue siendo- Antoine Griezmann (veintiuno de marzo de 1991, Borgoña) a los trece años, edad en la que empezó a despuntar.

Un buen día Eric Olhats, ojeador realista, se encontraba en París sin nada mejor que hacer que ir a ver un torneo de fútbol. Uno de tantos plagados de pachangas veraniegas en las que juegan críos, pero de los que muchas veces terminan saliendo verdaderos astros del balón.

Y allí estaba él. Un loco bajito que destacaba por su endiablada rapidez,- de ahí que lo llamen ‘le petit diable’- sus sublimes regates y un manejo de la pierna zurda que encandiló y enamoró al ojeador realista.

Muchos equipos franceses -entre ellos el Montpellier- se encontraban al acecho de tamaña calidad, pero no se atrevieron a ficharlo por su aparente constitución física: frágil y débil.

A Olhats todo esto le dio igual, y no descansó hasta conseguir que el equipo txuri urdin lo viera y lo fichase. Se lo llevó a su casa del País Vasco francés (sus padres pusieron como condición para que fichara por el conjunto realista que viviera y estudiara en Francia) para hacerlo crecer como futbolista y para que poco a poco se fuera convirtiendo en el gran extremo izquierdo que es hoy en día.

Los avatares del destino, caprichoso, provocaron que los jugadores del filial llamados a realizar la pretemporada con el primer equipo se encontrasen lesionados, lo que llevó a que ‘le petit diable’ estuviera a las órdenes de Martín Lasarte siendo aún juvenil. Un pequeño golpe de suerte para el joven francés que ni se imaginaba lo que le deparaba el sino: debutar con el primer equipo, ser el máximo goleador del stage preparatorio y convertirse en la gran sorpresa del verano.

La progresión de Antxon (como se le conoce en el seno realista) era muy buena, aunque nunca llegó a destacar especialmente entre sus compañeros, por lo que nadie creyó que irrumpiría tan pronto y de ese modo en el fútbol de élite, ya que con diecinueve años subió a la Real Sociedad B, pero no llegó a disputar ni un solo partido con el filial.

Tras la gran actuación en la pretemporada, Lasarte le dio ‘chance’ y lo hizo debutar en Copa del Rey el dos de septiembre de 2009. Tan solo cuatro días después debutó en la Liga Adelante ante el Murcia, anotando su primer gol con el equipo realista el veintisiete de octubre de 2009.

A pesar de su juventud, su estatura (mide apenas 1’74) y su escasa corpulencia, fue una pieza clave para el ascenso a Primera División que logró la Real esa temporada y consiguió sentar en el banquillo al que iba a ser el extremo izquierdo titular del equipo de Anoeta esa campaña, el internacional colombiano Jonathan Estrada.

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Foto: Diario Vasco

A todo esto, Griezmann seguía teniendo ficha del filial y un contrato de juvenil que cambió nada más terminar la Liga. Con veinte años firmó su primer contrato profesional que lo vincularía al equipo donostiarra hasta 2015.

Tras una brillante temporada en Segunda División llegó el ansiado debut en la Liga de las Estrellas. Lo hizo en el 61′ de la primera jornada de liga, cuando sustituyó a Sutil.

Su primer tanto en la Primera División lo anotaría el veinticinco de octubre de 2010, en casa, en el 70′ y ante el Deportivo de La Coruña. Su gol fue el segundo de un partido que acabó 3-0. Esa misma temporada Griezmann, con un doblete ante el Sporting, consiguió que la Real se quedara entre los grandes un año más.

Un zurdo veloz, volátil, desbordante, con olfato goleador y que entra desde segunda línea no iba a pasar desapercibido, por mucho que se lo propusiese; cosa que, por otra parte, no hizo. Ni él ni sus técnicos, que han ido asignándole un rol cada vez más importante.

El verano de 2011, mientras el jugador estaba en Colombia con la selección sub 20 de su país, el Atlético de Madrid llamó a su puerta con una oferta suculenta y muy tentadora. Tras un tira y afloja entre el jugador, que quería aceptar la oferta, y el club vasco, la joven promesa francesa entró en razones, aconsejado por su mentor, sus padres y su novia, y decidió continuar en el equipo que apostó por él cuando tan solo era un crío.

Su fulgurante progresión en la Real Sociedad le valió la llamada de la selección francesa sub 19 para disputar en 2010 el europeo de esa categoría, que a la postre terminaría ganando. Poco tardó en escalar, ya que al año siguiente disputó ese Mundial sub 20 en el que el Atleti se lo quiso llevar.

Sus apariciones en las categorías inferiores le sirvieron como escaparate para que el seleccionador Didier Deschamps lo preconvocara con la selección absoluta. Está llamado a disputar el Mundial de Brasil 2014, a ser un jugador revelación con su país y a cosechar grandes éxitos con ‘les bleus’… siempre y cuando vaya por el buen camino y deje a un lado cuestiones ajenas a lo deportivo como la fiesta en la que fue ‘cazado’ en la última concentración contra la sub 21.

Griezmann es una joven promesa que quiere seguir la estela de dos grandes estandartes, mitos y héroes de la afición y del elenco realista como son el serbio Darko Kovacevic y el turco Nihat. Ellos ya escribieron su capítulo en la historia de la Real, dejaron huella y serán recordados por tiempos inmemoriales. Ahora es el turno de ‘le petit Antxon’.

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