Es difícil decir si es la estrella que más reluce en el firmamento futbolístico o la segunda. Pero lo que está claro es que la progresión de Cristiano, desde sus inicios en el Andorinha de Portugal, es impresionante.
Cuatrocientos cincuentamil escudos. Esa fue la cantidad que el Sporting de Lisboa pagó al Clube Desportivo Nacional en 2001 por un chaval de dieciséis años llamado Cristiano Ronaldo, toda vez que éste había desembarcado antes del Andorinha. Se trataba de un chico prometedor, nacido y criado en Madeira, con lo que parecía una proyección y un potencial fuera de lo común.
Chico joven, pero con un disparo potente, un regate y habilidad técnica estratosféricos y un físico portentoso. Pero joven, a fin de cuentas. Y por tanto inexperto. No importaba. Hay quienes en vez de abrir una puerta para entrar al mundo futbolístico cuando todavía son jóvenes, prefieren tirarla abajo. Cristiano era uno de ellos.
Se trataba del comienzo de su carrera de verdad. Todavía adolescente, tuvo que pasar de los partidos en la calle con los amigos y los tejemanejes propios de un quinceañero, a los focos mediáticos de una prometedora perla.
Solo estaba en el filial, pero la luz del primer equipo del Sporting de Lisboa, por aquel año 2001 entrenado por el rumano Lazslo Boloni, empezaba a iluminar al crack de Madeira.
Llegó el momento del debut con los mayores, solo un año después de su llegada a la capital lisboeta. No de cualquier manera. Pasar de los juveniles al equipo filial y después al primer equipo en solo una temporada no es algo al alcance de todo el mundo.
Lo dicho; hay veces que el talento y la calidad son capaces de suplir a la veteranía. Y de ahí, a quedarse en la primera plantilla. En boca de muchos periodistas portugueses, en el lugar donde era mejor que muchos de los profesionales fichados por el club verbiblanco.
La selección de Portugal llamó pronto a su puerta, primero la sub 21 en la que formó un ataque brutal con nombres como Postiga, Quaresma y Hugo Viana, y después la absoluta, ya que Scolari no tardó en fijarse en él. Fue a principios de 2003, con la mayoría de edad recién cumplida, cuando el ahora seleccionador de Brasil le hizo debutar ante Kazakhstan sustituyendo a otro grande de Portugal, Luis Figo, precisamente uno de los ídolos de Cristiano.
Su progresión seguía adelante a pasos agigantados. Pero entonces el Sporting se encontró con una dura realidad de frente. La Liga portuguesa se le empezaba a quedar pequeña a la estrella. Eran muchos los ojos que empezaron a fijarse en él. Barcelona, Liverpool, Juventus… y Manchester United. El equipo de Ferguson ya tenía en la agenda a Cristiano Ronaldo, pero hubo un detonante que terminó con el fichaje del de Madeira por los Red Devils.
Pretemporada de 2003. Sporting de Lisboa y el club inglés jugaban uno de esos amistosos típicos de verano. Y Cristiano se lució ante lo que parecía una defensa de un equipo de Tercera división. La plantilla entera del United, con Van Nistelrooy, Keane y el mismísimo Giggs no se lo pensaron dos veces. “Álex, fíchalo”, le dijeron al míster inglés.
Dicho y hecho. De los cuatrocientos cincuenta mil escudos que pagó el Sporting, los dieciocho millones de euros que tuvo que entregar el Manchester. Y el resto es de sobra conocido. Seis temporadas en el Manchester, con 290 partidos y 117 goles a sus espaldas. Firma de contratos millonarios, en el fútbol y en la publicidad. Más progresión sobre el campo, física y técnica. FIFA World Player, Balón y Bota de Oro, premios al máximo goleador, inclusiones en diferentes onces ideales nacionales e internacionales…
Semejante situación solo podía terminar con el fichaje más caro de la historia. Florentino Pérez abrió la billetera, sacó 95 millones de euros y rumbo a Madrid. También de sobra conocido. Si los números en Manchester ya eran brutales, los 167 goles que lleva en 166 encuentros como merengue los dejan en agua de borrajas.
El de Zorrilla será el partido 167. Quién sabe si el gol 168. Lo único que parece claro es que un astro aterrizará en Valladolid este sábado. Si bien es normal que los aficionados blanquivioletas le teman, al menos siempre les quedará disfrutar del espectáculo que siempre ofrece Cristiano Ronaldo, el crack de Madeira.
