Con la lesión del alemán por cuatro semanas el Real Valladolid pierde a uno de sus jugadores más en forma y más determinantes, al menos para enfrentarse al Deportivo y al Barcelona.
Corría el minuto veintiséis del partido contra el Real Madrid. Los de Djukic iban ganando 2-1 cuando Patrick Ebert, en una de sus características jugadas de presión, corrió hasta prácticamente la esquina de córner tratando de arrebatarle un balón a Sergio Ramos. De repente, sonó ese ‘crack’ que tanto temen todos los futbolistas.
“Estaba persiguiendo a Ramos cuando estiré la pierna y noté que algo se rompía”, dijo el alemán después del partido. Efectivamente. Una parte de su cuerpo había dicho basta. Y no solo para ese partido, sino para unas cuantas semanas. Cuatro, concretamente.
Desde aquel momento, en el que fue retirado en camilla hasta el banquillo –Patrick no quiso irse al vestuario para seguir viendo a su equipo- y después de ser vitoreado por toda la grada, el Real Valladolid perdió uno de sus grandes activos. Simplemente, con la marcha del germano del césped, el Pucela pasó de tener el depósito hasta arriba a quedarse a medio gas. Desapareció el efecto Ebert.
Hasta el momento había puesto en apuros a Casillas con un disparo de falta directa que se marchó lamiendo el palo derecho del portero internacional. También había servido las dos asistencias en los dos córners para que Manucho adelantara en sendas ocasiones al Real Valladolid, y también se las había hecho pasar canutas a Pepe y a Ramos en defensa con una presión y un juego combinativo digno de elogio.
No es un secreto decir que Ebert se deja todo en el campo. Y quien dice todo, es la piel, hasta el último suspiro de su aliento. Está en su forma de pensar, de entender el fútbol. El punto de inflexión entre la victoria del Real Valladolid y la derrota fue la lesión del ex del Hertha de Berlín. Cuando se fue, el equipo perdió enteros. Arriba faltaba algo.
Ebert tan solo se ha perdido dos partidos completos de Liga hasta el momento. El tema es más preocupante de lo que parece, porque no se consiguió ganar en ninguno de ellos. El primero fue ante el Atlético en el Calderón, donde al equipo le pasó algo muy parecido a lo visto frente al Madrid. El otro fue en Zorrilla con el Valencia delante. Tres cuartos de lo mismo.
La noticia de su rotura de fibras es muy grave, porque el alemán, en principio, va a estar en el dique seco al menos cuatro semanas. Y porque cuando no hay Ebert, el Pucela es menos Pucela.