El segundo entrenador del Fútbol Club Barcelona será técnico interino hasta el reestablecimiento de Tito Vilanova, una situación que él mismo vivió ya en la entidad blaugrana cuando era jugador y Charly Rexach tuvo que sustituir momentáneamente a Johan Cruyff.
Pudo ser The Observer. Y de hecho lo fue. Aunque no el por todos conocido; aquel hombre que aguantó estoicamente el chaparrón madridista cuando Vilanova y Mou se enzarzaron y un dedo del luso acabó en el ojo de Tito. Su manera de observar era distinta, menos pétrea y más analítica.
Jordi Roura, segundo entrenador del Fútbol Club Barcelona, pasó a formar parte del staff técnico del primer equipo azulgrana en 2009, de la mano de Josep Guardiola y aquel a quien sustituirá de forma interina, como encargado de observación de los rivales a los que más tarde se enfrentaría el conjunto barcelonista, labor que veía de desempeñar en el filial y que compartiría con Domènec Torrent y Carles Planchart.
Pero la relación entre los tres no empezó en ese instante, sino años antes, en los años ochenta, cuando compartieron estancia en La Masía. Jordi es dos años mayor que Tito y Vilanova dos mayor que Pep, algo que no les impidió ser compañeros de fatigas en una pandilla que llevaba por sobrenombre ‘Los glotones’.
Años más tarde, a su manera, los tres llegaron a la élite. Pep Guardiola lo hizo siendo parte activa e importantísima del Dream Team de Johan Cruyff, Tito Vilanova tuvo que salir al Celta de Vigo para hacerlo y Jordi Roura se quedó a medias por culpa de una grave lesión de rodilla que marcó su carrera y posterior retirada.
Antes de hacerlo, compartió vestuario con Tito y algún que otro ilustre en el filial, pero su paso más importante lo dio con su participación con el primer equipo. Debutó en 1988 y empezó a sumar minutos y alguna titularidad, pero antes de que le diera tiempo a confirmarse como más que una promesa, se lesionó en la Supercopa de Europa de 1989 y debió permanecer alejado de los terrenos de juego durante meses.
Volvió, ciertamente, pero ya jamás fue el mismo. Tal es así que tuvo que abandonar la entidad azulgrana, primero como cedido al Murcia y más tarde en varios equipos de Segunda B catalanes, en los que no consiguió convertirse en un habitual. Pero, antes de todo esto, vivió una situación semejante a la provocada por los problemas de salud de Tito Vilanova, aún en el Fútbol Club Barcelona.
El Barça venció un veinticuatro de febrero de 1991 al Real Valladolid en el Nuevo José Zorrilla por un gol a cinco, gracias a dos goles de Julio Salinas y tres de Txiki Begiristain. Apenas un par de días después, Johan Cruyff, técnico barcelonista, se sintió indispuesto mientras se encontraba de compras con su mujer y tuvo que ser ingresado por unos problemas coronarios.
El holandés, que se había sentido ya indispuesto durante el partido en Zorrilla, cedió el testigo de manera obligatoria durante un mes y medio a su segundo, Charly Rexach, valedor del Roura jugador y del Roura técnico, ya que la primera experiencia en un banquillo del entrenador interino del Barcelona fue de la mano de Rexach, en Japón.
Desgraciadamente no es para él, por tanto, una situación desconocida, como tampoco lo es el hecho de tener que ejercer como técnico principal. Ya lo hizo en las categorías inferiores del Barça, primero, y en el CE L’Hospitalet más tarde, y recientemente durante dos partidos por la expulsión de Tito Vilanova ante Osasuna, con un saldo de dos victorias, por uno a cero ante el Valencia y uno cuatro contra el Getafe.
