Álvaro Rodríguez, redactor de moiceleste, analiza la situación actual de Real Club Celta y Real Valladolid, así como su rivalidad en las últimas temporadas.
Una rivalidad artificial
Camina la temporada hacia su ecuador y al encuentro del Real Club Celta aparece un viejo conocido, amigo desde siempre y artificial enemigo desde hace bien poco. Eso es el Real Valladolid en Vigo, un equipo simpático de buenos recuerdos cuya imagen sólo fue capaz de empañar la figura de un entrenador con mal perder. A orillas del Atlántico, jamás hubo rivalidad alguna con el Valladolid. Sólo la estrictamente deportiva en aquellas campañas en las que ambos equipos peleaban por objetivos comunes.
Así fue hace dos cursos, cuando celestes y blanquivioletas luchaban junto al Deportivo por las dos plazas de ascenso directo a Primera División. Lo que en principio era una lucha futbolística, derivó en batalla dialéctica gracias a Miroslav Djukic. El serbio, de pasado deportivista, es tan buen entrenador como nefasto perdedor. Existe la creencia en Vigo de que no supo encajar la superioridad gallega en los duelos directos (1-1 en la ida en Balaídos, 4-1 en Copa del Rey y 1-2 en Pucela con un gol de Joan Tomás en las postrimerías del encuentro).
Tras el autogol de Manucho ante el Hércules, que desbancaba a los suyos de la segunda plaza en favor de los de Paco Herrera, decidió abandonar el césped y pasarse a la sala de prensa. Acusó gratuitamente al equipo celeste, sin pruebas, de comprar a los rivales propios y ajenos. Por supuesto, no renunció a la demagogia para referirse al empate entre Celta y Córdoba de la última jornada que permitía a ambos alcanzar sus objetivos, olvidando el Valladolid-Celta del año 1994 en el que los dos implicados actuaron de la misma manera. En Vigo, jamás se entendió tal hipocresía. Cualquiera, en idéntica situación, hubiera actuado de la misma manera.
Con Djukic en Valencia, los rescoldos de esa rivalidad antinatural son cada vez menores. En la ciudad olívica, el enemigo histórico es el Deportivo de A Coruña. Otros, véase Betis, Granada o, si se quiere incluir en esta lista, el Real Valladolid, son más etéreos en el tiempo por su origen puntual. No hay motivo, en este último caso, para que no sea así. Además, la ciudad castellana, por su cercanía en el mapa, es habitual destino de viaje de muchos celtistas cada temporada, sin recordarse problema alguno entre ambas aficiones más allá de los cuatro ultras de turno.
Rivales directos
Esta temporada, al igual que hace dos, ambas escuadras pelearán por un objetivo común. El curso pasado, los pucelanos se adaptaron a la categoría mucho mejor que los gallegos y alcanzaron la permanencia sin apenas sufrimiento. Todo lo contrario que su rival de este lunes, hundido a falta de dos jornadas y resucitado a última hora.
Lo que llevamos de año invita a pensar que este curso la permanencia no resultará tan sencilla para los blanquivioletas. Desde fuera, la sensación es que la marcha de Djukic y la llegada de Juan Ignacio Martínez ha empeorado al equipo. Principalmente porque propone una idea de fútbol muy diferente a la que defendía el técnico serbio, lo que quizás no se corresponda con las cualidades de su plantilla. Además, Ebert ha bajado el nivel y apenas ha podido contar con Óscar, dos futbolistas que antaño marcaron las diferencias. Todo hace pensar que sufrirá.
Pero como todos. Las cosas están muy igualadas y serán los pequeños detalles los que permitan alcanzar un final tranquilo o vivir las últimas jornadas con el agua al cuello. El nuevo Celta, con Luis Enrique a la cabeza, busca lo primero.
Después de salvarse sobre la bocina gracias a deméritos ajenos, este año se quiere evitar el infarto. Las nuevas ideas resultaron difíciles de adquirir al principio, pero el paso de las jornadas está permitiendo ver a un mejor Celta. Tras superar el maleficio de Balaídos con las victorias ante Almería y Athletic, el Nuevo Zorrilla debe ser la pista del despegue definitivo hacia la tranquilidad.
Estadio talismán
De entre los muchos estadios que ha visitado el Celta en su historia, pocos presentarán el balance del Nuevo José Zorrilla. Allí han logrado los celestes hasta once victorias en Primera División, más incluso que su propio rival. Las 6 últimas fueron de forma consecutiva, coincidiendo gran parte de ellas con la época del mejor Celta de todos los tiempos, aquel formado por los Mostovoi, Karpin, Revivo, Mazinho o Makelele, entre otros.
La más reciente, la de la temporada pasada en la penúltima jornada. Aquel 0-2 con goles de Cabral y Iago Aspas supuso una bocanada de aire para un equipo casi desahuciado. La victoria, combinada con los tropiezos de sus rivales, permitió a los de Abel Resino llegar con vida a la última jornada. Fue una noche emotiva, con un millar de celtistas en la grada y con Rubén Blanco, un chaval de diecisiete años, debutando en la portería.
Álvaro Rodríguez (@alvaro6892) es redactor del sitio web, dedicado a la actualidad celtista, moiceleste.
