Samuel Llorca, cuarto refuerzo del Real Valladolid, cumplirá su séptimo año en Segunda. Dos problemas severos de rodilla hicieron que, en su año y medio en Primera, en el Celta, solo jugase dos partidos

Foto: La Voz de Galicia
Samuel Llorca, nuevo jugador del Real Valladolid, es un viejo conocido. Como lo era Jaime, por aquella infausta promoción a Primera División en la que el Real Valladolid fue eliminado por el Elche, con Abel Resino al mando. Era, por aquel entonces, uno de los mejores centrales de la categoría; diferencial como pocos. Un tipo formado en el conjunto franjiverde, que salió del Elche Ilicitano a finales de la temporada 2006/07 para debutar en Segunda y quedarse.
Este término, quedarse, debe ser entendido en un amplio sentido, pues de los ocho cursos que lleva como profesional (contando la de debut), en siete ha militado en la categoría de plata del fútbol español. Entre los seis primeros y el último, ceñido a los últimos seis meses de la pasada campaña, hubo un pequeño lapso de año y medio en el Real Club Celta, club del que procede. Pequeño porque nada más que jugó dos partidos.
¿Por qué, si pagaron casi medio millón de euros por él? Primero, porque le costó adaptarse a su primera experiencia fuera de casa. Tal es así que Paco Herrera, entrenador vigués, por aquel entonces, llegó a manifestar que “no le veía concentrado en los entrenamientos”, razón por la que no debutó hasta la novena jornada, en el derbi contra el Depor, tras la expulsión de Cabral, a la sombra de quien estaba.
Cuatro días después, el 31 de octubre de 2012, jugó contra el Almería en Copa del Rey, en el Estadio de los Juegos del Mediterráneo. Algo no fue bien y fue sustituido. Esa misma semana se le hicieron pruebas y entonces llegó la mala noticia. Tenía roto el ligamento cruzado anterior de la rodilla izquierda. Tocaba parar, y no poco tiempo.
Volvió a una convocatoria siete meses después, precisamente en la que será su casa, Zorrilla, el día que el Celta se salvó del descenso, al ganar por cero a dos, a un Pucela ya salvado, aunque no redebutó. El objetivo, claro, era acabar de apurar la forma de cara a la siguiente campaña, la pasada. Empezó la pretemporada ejercitándose con normalidad, pero, a golpe de julio,otra vez escuchó un chasquido en su interior. Volvía a tener roto el ligamento cruzado anterior, esta vez de la rodilla derecha.
No tuvo ni tiempo de demostrar a Luis Enrique sus condiciones, aquellas que habían llevado al conjunto celtiña a hacer tal desembolso por él. Cuando se recuperó, ya era tarde: ‘Lucho’ tenía sus favoritos. Y, dada su inactividad, lo mejor que podía hacer era salir; tratar de ponerse a tono y testarse, recuperar sensaciones jugando, y no en la grada o chupando banquillo. Por eso fue cedido al Alavés en el pasado mercado invernal.
No el fue mal, al menos en lo personal. Firmó el veintitrés de enero y el veinticinco ya estaba jugando. Hasta el final, dejó de hacerlo solo dos jornadas, a principios de abril. En total, contó con 1.501 minutos, correspondientes a dieciocho partidos, en los que vio cuatro amarillas y marcó un gol. Aunque sufrida, acabó logrando la salvación y fue pilar básico tanto para Mandiá como para el exblanquivioleta Alberto López.
Rápido al cruce, seguro por alto y contundente

A pesar de haber estado más tiempo en el Elche, Samuel Llorca quiere especialmente al Hércules de su localidad natal, Alicante. Otra razón es que, antes de ser franjiverde, fue herculano. Aunque en Elche no gustó demasiado que cambiase de acera tantos años después y que besase el escudo en su presentación, dada la rivalidad que existe entre los dos clubes.
En el Hércules, a efectos de profesionalismo, su segundo club, hizo gala de las mismas condiciones con las que brilló en el primero: rápido al cruce, contundente y seguro por alto, principalmente en faceta defensiva. En la ofensiva, su mejor curso fue, precisamente, el que vistió de blanquiazul, con cinco goles (ha hecho ocho en su carrera).
Además de ser un central con presencia, tiene personalidad, aunque, en el lado contrario, no alcanza a sacar el balón con la misma pureza que sus dos nuevos compañeros, Marc Valiente y Jesús Rueda. A la vez, supone un perfil distinto, en buena forma, predominantemente físico, que colma el vacío dejado por Stefan Mitrovic en cuanto a estas características.
