El ejercicio de resistencia del Real Valladolid el sábado fue una muestra más de la capacidad de este equipo para crecer en medio de las dificultades que le supo crear la UD Almería, quizá no a nivel futbolístico, donde aún están mermados en varios aspectos del juego, sino a nivel de carácter, solvencia y sentimiento de grupo. El propio Maroto, en rueda de prensa, hablaba de “familia”. Un término fuerte, que no deja dudas sobre las intenciones de un equipo que tiene un objetivo claro en el horizonte y que está sabiendo borrar los recuerdos de una 24/25 que ha desaparecido en lo anímico.
En una noche que culminó con fuegos artificiales, como si todo hubiera estado previsto, Valladolid se vistió de un equipo del que poder estar orgullosos en la salud y en la enfermedad. De un partido en el que se sacan conclusiones positivas y negativas, ante un rival superior en casi todo el partido, el Pucela sacó más que una victoria y tres puntos más para la larga lucha en Segunda. El Real Valladolid logró ser la unión de todas sus partes.
La presidencia y el público en la grada, los jugadores en el césped, el entrenador en la banda: Todos fueron uno. Como uno fueron tras el gol de Maroto, que le permite, no solo ser uno de los favoritos, sino encarnar el cambio de rumbo. A nivel futbolístico, como ya se ha dicho, hay mucho que mejorar, pero eso no evita que, a título individual, varias figuras hayan destacado.
Es por eso que cabe destacar las individualidades que merecen mención en el duelo de Ferias en el José Zorrilla ante un Almería exigente. Tres nombres que reflejan, no solo su cometido particular, sino ese cambio de tercio en un Valladolid que parece renovado física y mentalmente. Como en cada jornada, el repaso del partido deja algunos detalles suficientes para hablar de mis tres favoritos entre todos los artífices de la victoria de la Jornada 5: Iván Alejo, Guille Bueno y Mario Maroto.
Iván Alejo, despertar para ser líder
El lateral diestro del Real Valladolid, Iván Alejo, es más que un elemento defensivo con presencia arriba. Su partido se mide en la entrega y en el carácter que impuso en todo momento añadidos a su contribución en cuanto a robos, duelos ganados, participaciones ofensivas y centros al área. La efusividad del ’14’ blanquivioleta no solo se ve, sino que se contagia, sirviéndole al público como acicate, a los compañeros como ejemplo y al propio jugador como apoyo al que asirse y argumentar su vuelta a Valladolid.
La que es su ciudad ya le premia este cambio, siendo más que un lateral y mostrando un fútbol que va más allá de la calidad y el fútbol que puede dar desde la posición en la que está destacando. Alejo es un líder notable en un Valladolid que, cuando necesita empuje, siempre le encuentra a él en las inmediaciones. El cambio que ha dado, a nivel de madurez y profesionalidad, no lo cuenta nadie mejor que él, en sus intervenciones y, ante todo, en cada una de sus actuaciones. Es, sin duda, el fichaje 25/26 más importante hasta ahora junto al guardameta Guilherme.
Guille Bueno, ida, vuelta e insistencia
El papel de Guille Bueno fue, sin duda, el mejor desde que es futbolista del Real Valladolid. Si bien es cierto que esa banda zurda responde bien a las necesidades de Almada desde su entrada en el equipo, se han visto altos y bajos que, en el partido en Almería, no se detectaron. El jugador, llegado desde el Borussia Dortmund este verano, tiene claro el papel que le pide el míster, es consciente del esfuerzo que eso supone y, sobre todo, tiene capacidad para destacar con solvencia en el rol.
Ante el Almería, fue capaz de ser un efectivo de vital importancia en ambos roles determinados por ese ida y vuelta que pide Almada a los suyos, especialmente en banda. No es fácil ser lateral para el uruguayo, por las exigencias a la espalda por el estilo de juego adelantado y por las necesidades ofensivas por dentro y por fuera leyendo siempre la espalda de su par en ataque. Junto a Biuk, en cada córner y en la banda izquierda, Guille Bueno fue una herramienta fiable para la segunda oportunidad o la salida por dentro, detectando, además, el cómo y el cuándo de una presión eficiente, rápida y letal. Un seguro arriba y abajo.
Mario Maroto, de Los Anexos al éxtasis de Zorrilla
Era de ley meter a Mario Maroto entre los tres elegidos, con perdón de un Guilherme que se hubiera colado, de nuevo, entre los mejores de la noche del sábado. El ’16’ del Pucela estuvo muy nervioso en sala de prensa. Le costaba describir en palabras lo que sintió al marcar en Zorrilla para el 1-3 final del marcador del Pucela. Todo lo contrario de lo que fue su paso, ante el Almería, por el césped del templo blanquivioleta. “Le dije que le llegaría su turno”, dijo Almada minutos antes, sabiendo que el talento de Maroto poco a poco se iba a dejar ver.
Sus minutos ante el Castellón apenas marcaron, pero su gol en la jornada 5 no va a ser fácil de olvidar. Él, desde luego, no dejará ir nunca un recuerdo como ese, tras casi 80 partidos jugando en Los Anexos, mirando una y otra vez la fachada del coloso que, ante el Almería, no tuvo miedo en conquistar. Ojalá la llama siga encendida mucho tiempo más entre el Pucela y Mario Maroto.