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Javi Guerra, seguro de gol

por María Villalba
17 de junio de 2012
Javi Guerra1

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El ariete malagueño se ha hecho un hueco en el corazón de los blanquivioletas gracias sus tantos, y pese a las dudas surgidas en torno a él esta campaña, ha seguido siendo una de las piezas fundamentales del equipo en este ascenso.

 

Guerra1Javi Guerra no es un jugador cualquiera. Es el jugador con mayúsculas, un ariete que ha conseguido hacerse un hueco en la historia del Real Valladolid gracias a su pegada. Hace gala de un apellido manido como concepto, cuyo significado ha mostrado de sobra en la ciudad del Pisuerga. Gracias a su olfato de gol y su garra, en tan solo dos años vistiendo la elástica blanquivioleta ha confirmado ser una pieza vital para la consecución del objetivo, cualquiera que sea el establecido.

Llegó a Valladolid tras conseguir el ascenso a primera división con el Levante, después de lograr doce tantos, su récord anotador hasta ese momento. En principio venía para estar bajo la sombra de Calle y Keita, pero las circunstancias decidieron que finalmente así no ocurriera, y que, por fortuna, se convirtiera en la piedra angular del equipo.

Tras inaugurar el marcador la temporada pasada ante el Villarreal B, Valladolid comenzó a descubrir un auténtico ‘killer’ capaz de destrozar los dominios de los porteros rivales; a un delantero que es varios en uno, pues muestra destreza en facetas del juego atípicas en un simple punta de área.

Tarde, a sus veintinueve años, los medios de comunicación comenzaron a hacerse eco de su nivel después de que consiguiese su plusmarca personal goleadora –veintiocho goles en la temporada 2010/11, convirtiéndose en el máximo artillero de la historia del club en un año-, que por otra parte creó una peligrosa ‘guerra-dependencia’ en el equipo pucelano, cuya situación el pasado año habría sido muy diferente sin los goles del delantero malacitano.

Los tantos del pichichi pucelano demostraron la necesidad que tenían los entonces dirigidos por Abel Resino de que estuviera en el once titular. Marcó casi la mitad de los goles de todo el equipo, lo que llevó finalmente al conjunto a disputar el play-off, primeros puestos que habrían sido una absurda utopía sin Guerra.

Con estas estadísticas se hizo un hueco en los corazones de la hinchada blanquivioleta, y aunque muchos han sido los rumores de salida -tanto en verano como en el mercado invernal-, lo cierto es que el ‘nueve’ ha sabido reponerse a las continuas polémicas y rumores y ha continuado luchando por su equipo hasta la extenuación, reduciendo su importancia en números, pero no en intangibles.

El cariño de la doce se hace palpable en la infinidad de términos acuñados en torno a él, véase el apelativo de ‘Heartbreak Nine’ o frases referenciales como ‘Guerra de mi vida’, creadas el pasado curso y a las que se le han seguido asociando esta temporada.

Aunque haya pasado un poco más desapercibido, por el cambio en el entramado de juego, ha vuelto a ser el máximo goleador con veinte tantos que, sumados a los de la temporada pasada, se traducen en treinta y ocho, una cifra magnífica que ha puesto el broche final con el ascenso a la máxima categoría.

guerra2La competencia entre jugadores le ha relevado a un segundo plano, pero no se le ha olvidado. Todos los futbolistas han gozado de importancia de una forma más igualitaria que el año pasado, cuando Guerra no contaba con recambio.

Esta temporada la presencia de más delanteros ha dado desde el comienzo de liga mayor visibilidad al ataque, y por tanto, el número de minutos de juego y la ‘guerra-dependencia’ se han visto disminuidos -por suerte, pese a su calidad-.

El rendimiento, haciendo una comparación con su anterior temporada, ha sido inferior; no obstante, no se le debe poner un pero. Aunque quizá con mayor y momentánea apatía, ha continuado mostrando su garra y su intelifencia para saber estar en el momento preciso en el jugar adecuado.

Sin ir más lejos, suyo fue el autor del gol de la ventaja en Santo Domingo que facilitó la victoria en la eliminatoria final por el ascenso, además de otros tantos vitales a lo largo de la competición regular para luchar por una de las dos primeras plazas hasta la última jornada.

Los momentos más duros de su carrera, los descensos con el Alavés y Granada 74, fueron primero compensados con un ascenso con el Levante; y hoy con otro en las filas del Real Valladolid. Ha subido con dos equipos en tres años, y el último en su mejor momento de forma. El futuro es incierto y su presencia en el cuadro vallisoletano también, pero no porque no haya justificado su valía: su hueco está en la primera división.

Dicha categoría es prácticamente desconocida para el andaluz, ya que su paso por ella se reduce a diez minutos con la camiseta del Valencia. El próximo año, sin embargo, tendrá la oportunidad de seguir demostrando y aprovechando su habilidad para ajusticiar metas rivales. Uno no mentiría si afirmase que es su magia goleadora -entre otras cosas- lo que ha conseguido llevar a lo más alto al Real Valladolid.

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