El defensa zaragozano disputó veintiún partidos con el Real Valladolid a las órdenes de Rubi
Hace unas semanas, la Unió Esportiva Llagostera anunció la incorporación del francés Paul Pogba. Habría sido el fichaje del verano, de no ser porque era un fake. O lo fue, en cierta medida, pues sirvió para lo que querían los azulgrana que sirviera: para tener una importante visibilidad en redes sociales. Que no falte el humor… intencionado y estudiado.
Aquel tuit, que ‘anticipaba’ a la presentación de las camisetas de la próxima temporada, recibió –o ha recibido hasta el momento– 3.574 retuits ‘directos’ y 1.570 favoritos, además de otra gran suma de interacciones. Mucha más repercusión de la que ha tenido un fichaje ‘real’, el del exblanquivioleta Chus Herrero, que acaba de firmar para las dos próximas campañas.
No por ello se le ha de hacer de menos, claro. Sobre todo por esa palabra: real. Lo es para mayor gloria de su técnico, Oriol Alsina, que en las últimas semanas había solicitado la llegada de un zaguero experimentado, como es el caso. De este modo, el zaragozano, de 31 años, militará por octavo curso consecutivo en Segunda División.
Chus Herrero llega al Llagostera después de jugar veintiún partidos con el Real Valladolid, dieciocho en liga –incluyendo play-off– y los tres restantes en Copa del Rey. Superó los 1.500 minutos –1.531, para ser exactos–, cifra, como la de envites, quizá no demasiado elevada, pero que no obsta para que fuera mucha su importancia.
Fue uno de los capitanes, pues venía avalado y como hombre de confianza de Rubi. Esta ascendencia y relevancia se palpó en el vestuario y en más de una alineación, especialmente cuando no estaba Javi Chica y Xavi Carmona “no estaba”. Así, aunque no llegó a tener jamás el rol de titular, sí llegó a encadenar una serie de cinco partidos seguidos, entre las jornadas doce y dieciséis.
Su permanencia en el Real Valladolid pareció ir ligada en todo momento a la continuidad de su principal valedor en el club. Una vez se supo que no sería Rubi el entrenador, sino Garitano, se daba por hecha su marcha, ahora consumada. Con él, en Llagostera ganan un vertebrador, de esos que hacen vestuario, y un hombre de gran polivalencia y profesionalidad. Características, empero, que se antojaban insuficientes en las oficinas de Zorrilla.