A Sheila Prada ‘Maka’ y a Violeta Antón les separan dos décadas, pero le unen unos colores: los del Villa de Simancas. Central experimentada la primera, delantera insultantemente joven la segunda, son dos pilares de presente y futuro de una estructura que quiere volver por sus fueros y aspirar a subir a una categoría nacional otra vez, después del paso -frustrante, que no frustrado- del Real Valladolid Simancas. “Vemos posible ascender”, afirman como al unísono, pues confían en el proyecto que se ha conformado este año en Los Pinos.
Un inicio fulgurante, con cuatro victorias en cuatro partidos, aúpa a las simanquinas a la primera posición de la clasificación de su grupo de Tercera Federación. “Aún es pronto”, recita Maka como si fuera un mantra, pero no con falsa modestia: aunque al dejar de competir “contra estructuras históricas y de clubes profesionales” pudiera parecer que el trayecto será sencillo, por la pérdida general de competitividad, hay equipos que lo pondrán muy difícil. “Ascender estaría súper bien, pero va a ser una liga complicada”, insiste una de las capitanas.
Y es que Maka se las ha visto de todos los colores ya, y sabe que esta temporada tiene visos de ser “parecida a la del ascenso con el Real Valladolid Simancas, en la que el error va a estar muy penalizado”. No en vano, por más que una crea que “en Castilla y León falta un impulso” a nivel de proyectos, hay clubes haciendo las cosas bien, como el Salamanca, “que tiene experiencia y juventud y que el año pasado compitió muy bien en el grupo madrileño”, o como el San José, así como algún que otro posible invitado a la fiesta a mayores.

“Percibimos la confianza que hay en nosotras”
Maka ha jugado en todos los proyectos top que ha habido en Valladolid de fútbol femenino, incluido el Pucela en dos ocasiones y el mismo Simancas cuando era el Rayo. En aquella época, jugó, entre otras, con Anabel, con Nata o con las Sandras, Pascual y Riquelme. Volver a vestir la franja ha sido especial para ella -a pesar de que pensaba en colgar las botas y sigue porque Sandra Luengo “anduvo con sus tejemanejes”-, dado que percibe al club “como un referente y un histórico en Valladolid”. “Muchas crecimos aquí”, recuerda melancólica.
Las hay que lo hicieron… y las hay que lo harán, porque el Villa de Simancas ha conformado un plantel bueno, en el que se ha “mantenido un bloque de peso” al que se han añadido “incorporaciones de mucha calidad”. “Hemos tenido bajas de jugadoras importantes, a las que echamos de menos en el vestuario, pero seguimos siendo un bloque generoso y nos hemos acomplado bien a ‘Juanga’ (Juan García) y al resto del cuerpo técnico”, pondera la defensora, que, como entrenadora en formación, trata de ver ese método con ojos analíticos para aprender.
Mientras lo hace, siente la “cercanía de Ramiro [Barbero, el presidente] y de todo el club”, así como “la confianza” que hay en que el año pueda ser bonito. Después de jugar de blanquivioleta dos años, “al principio se hizo raro”, pero lo que quieren las franjiblancas “es jugar al fútbol” y que las cosas sigan saliendo bien. Y si salen con una buena amiga como Ali Carranza cerca, mejor: “Hemos jugado muchos años juntas y fuimos las dos capitanas del Parquesol. Su vuelta fue una gran sorpresa y me ha hecho mucha ilusión”.

Violeta, la benjamina del Simancas
Ali comparte delantera con una de esas jugadoras jóvenes, como Itziar o Daniela, que tienen a Maka encandilada -“tienen potencial para llegar a donde ellas quieran”, asegura-. Se trata de Violeta Antón, quien, indica Prada, ha dado “un paso adelante y tiene más galones esta temporada”. A pesar de ser la benjamina; “la más pequeña del equipo”, advierte ella misma, quien dice que “eso se nota”. No lo parece, algo que achaca a que “cada día” sigue aprendiendo de sus compañeras y nutriéndose “de la confianza que y el compañerismo que hay en el vestuario”.
A pesar de sus 15 años, está acostumbrada a marcar goles -hizo ocho la temporada pasada como blanquivioleta, y fue a unos entrenamientos con la selección española-, aunque aboga por “seguir trabajando” y no conformarse para continuar progresando. Hacerlo mientras juega con su exentrenadora (Ali Carranza la dirigió en el filial del Pucela) puede parecer extraño, pero, como de Carmen Duque, la otra (gran) delantera del equipo, aprende a cada oportunidad que tiene. “Me llevo muy bien con ellas, independientemente de la edad que tengamos cada una. Las dos me dan consejos y me ayudan a mejorar en colocación o remates”, señala Violeta.
En este contexto, afirma encontrarse “muy cómoda” en un Villa de Simancas que ha hecho “un magnífico trabajo durante la pretemporada”, que ha facilitado el que se adapten “muy rápido a esta ‘nueva’ categoría”. “Seguimos trabajando bien y tenemos ganas de más”, asevera, hambrienta. Porque sí, ella también piensa en el objetivo de ascender. “Somos ambiciosas y creemos que sí se puede. Si seguimos en esta línea, podremos conseguirlo”, asegura con rotundidad una de esas joyas que el Villa de Simancas mima en este nuevo proyecto.
 
			