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Y la competitividad volvió

por Jesús Domínguez
15 de noviembre de 2010

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Gol 15.11
Foto: El Norte de Castilla

Llegaba el Real Club Celta de Vigo a Valladolid como uno de los claros aspirantes al ascenso, gracias a un brillante juego que le colocaba en la tercera plaza clasificatoria.

Por contra, el Real Valladolid volvía a Zorrilla después de las dos últimas derrotas con el afán de reencontrarse consigo mismo, con el trabajo y espíritu de lucha al que Antonio Gómez apelaba en su última rueda de prensa.

En un envite loco, marcado por las remontadas y las expulsiones de ambos equipos, ambos mostraron unos rasgos previstos de antemano, los vigueses su gran circulación de balón y los pucelanos la dificultad que entraña el vencer en su feudo.

El arranque arrollador del Real Valladolid hacía presagiar un plácido partido para los blanquivioletas, toda vez que los hombres de Gómez pudieron llegar al minuto diez con dos goles de renta, si bien Falcón se encargó de privar a Antonio Calle del segundo tanto.

Antes, en el minuto cuatro, un Nauzet Alemán enchufadísimo durante todo el encuentro adelantaba a los suyos con un gol de bella factura que hacía valer el calentamiento previo, en el que el once pucelanista había ensayado lanzamientos a puerta.

Si alguien creía que el conjunto celeste había venido a la capital del Pisuerga de excursión, probablemente dejó de hacerlo en cuanto entraron en juego Roberto Trashorras, Quique de Lucas, Álex López y David Rodríguez, jugadores de tres cuartos de campo encargados de obrar la primera de las remontadas del día.

En el minuto diecisiete, Roberto Trashorras haría el primero para los suyos, después de recibir un balón de un David Rodríguez que en el minuto treinta estrelló el esférico en el palo de una meta en la que Jacobo se mostró bastante inseguro en la primera mitad.

Antes de que ésta concluyese, el ex jugador del Chelsea, Quique de Lucas, después de recortar a Jordi Figueras, daría buena cuenta por segunda ocasión de esa precaria actuación del meta local con un lanzamiento con su zurda que terminaría en la red tras colarse entre las piernas de Jacobo.

La lluvia se dejaba ver en el tiempo de asueto acompañada del sonido del viento que levantaba la afición del Nuevo José Zorrilla, nerviosa y descontenta con el juego mostrado por los blanquivioletas al filo del descanso.

Ya en la segunda mitad, el guión del encuentro seguía siendo el mismo, con el Celta dominando el balón e hilvanando jugada allí donde ningún jugador vallisoletano aparecía, en tres cuartos del campo rival.

Sin grandes ocasiones pero con una enorme sensación de peligro por parte visitante, se llegaría al minuto sesenta y seis, en el que Javi Guerra devolvía la igualdad al partido tras recibir un pase del canterano Jesús Rueda.

El empate coincidió con el resurgir albivioleta, fruto de la variante táctica insertada por Antonio Gómez, que diez minutos antes había retirado a un nuevamente desacertado Antonio Calle para dar entrada a Jorge Alonso.

Con dicha permuta, por primera vez en lo que va de campaña el Real Valladolid conocería un distinto dibujo, en el que Álvaro Rubio se quedaba como único stopper y Jesús Rueda y Jorge Alonso buscaban trenzar juego por detrás de Javi Guerra.

La posesión de balón pasó a ser de dominio más alterno, a pesar de que el Real Club Celta seguía hilvanando jugada gracias a un participativo De Lucas, a la entrada del asturiano Michu y a Trashorras, mejor jugador del encuentro.

Por si fuese ya poca la tensión del encuentro, el colegiado del partido, Miranda Torres, se encargó de aumentarla al no ver un penalty por manos en el área gallega y después de expulsar al canterano visitante Roberto Lago.

Con él colaboró Joan Tomás, quien sustituyó en el ochenta a un agotado Trashorras y simuló haber recibido un codazo en la cara por parte de Pedro López, gesto que provocaría una tangana en la que se verían involucrados los veintiún jugadores que restaban sobre el césped.

La decisión salomónica del trencilla sería la de expulsar a Pedro López y Hugo Mallo en un minuto, el ochenta y ocho, en el que el parón de juego hacía pensar que el resultado que campeaba en el marcador sería definitivo.

En el preciso instante en que cientos de personas cruzaban la puerta para correr en pos de una victoria de Alonso, el asturiano, fue el salmantino quien les hizo volver a entrar para celebrar otra distinta de la que ya esperaban, haciendo a pase de Javi Guerra el tercer tanto para los blanquivioletas.

Era ya el minuto noventa y cuatro y poco podría hacer ya un Celta que abandonaba el verde con cara de pocos amigos, sabedores de que habían dejado escapar a un rival directo vivo, a pesar de haberlo tenido durante una hora contra las cuerdas.

Dos tercios de partido resultaron insuficientes para que los gallegos profanasen un templo, el vallisoletano, en el que los blanquivioletas continúan haciéndose fuertes, quizá sin demasiado juego pero sí con conceptos reclamados en la previa por su técnico, hoy en la grada, como el espíritu de lucha, la entrega y un compromiso que invitan a pensar en encadenar de nuevo y por fin, una buena racha.

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