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Y por el suelo, Rueda

por Jesús A. Zalama
13 de agosto de 2015
Rueda || Foto: Real Valladolid

Rueda || Foto: Real Valladolid

A evitar la trampa tras la debacle copera

El Promesas vuelve a caer a domicilio

La Pizarra de Blanquivioletas | Granada CF

Lo tuviste, lo dejaste escapar, y ahora, por el suelo ruedas

 

Jesús Rueda
Jesús Rueda

Tú subiste, y ahora, por el suelo ruedas. La afición te canta que no mereces su perdón, que fuiste malo y no tuviste corazón. Traicionando, malo. Cuando cantas que la afición no apoya a un equipo que ni siquiera rodaba por el suelo, sino que se arrastraba por el campo. Lo tenías y lo perdiste, tú fuiste malo y te vemos caer.

Tú no supiste valorar un amor bueno, y eso que tuviste todos los abrazos que se te supieron dar. En Valladolid, empezaste siendo una de las piezas más importante de un Promesas que siempre te tuvo como referencia… en el centro del campo. Cursos de 3.000 minutos, rondando los cinco goles, atestiguaban que tú podías llegar, que el Real Valladolid era tu sitio.

El esporádico debut en Primera División solo precedió tu marcha a Córdoba, donde seguiste creciendo en el mediocentro titular. Un viaje de ida y vuelta fuera de la que estaba siendo tu casa te hizo más bien que mal, al contrario que muchos otros. Hasta en esto tuviste suerte. Y en Valladolid, en Segunda, se te esperaba con los brazos abiertos.

Los reinicios pueden ser aún más difíciles que los comienzos, pero estabas ante la oportunidad de asentarte en el primer equipo del Real Valladolid. En aquella temporada 2010/11 contabas con veintitrés años, pero no llegaste a sumar ni 800 minutos. Todo estaba en la indefinición, incluso tu teórico puesto en el mediocentro, para el que te sobraba garra y fuerza pero te faltaba técnica.

Y te volvió a sonreír la suerte. A la temporada siguiente, el equipo blanquivioleta continuaba en Segunda, pero arribó un serbio, Miroslav Djukic, que cambiaría tu vida profesional. Él como excelso central que fue, te adivinó tu futuro en la zaga y te puso a jugar ahí. Al lado de Marc Valiente, destacaste como un central férreo en la marca, que socorría en las ayudas, iba bien al tackling y, siempre, por el suelo… Rueda.

Ascendiste a Primera con tu equipo, y pudiste decir que eras un canterano consolidado en la mejor liga del mundo. ¡Cuán pocos pueden decir eso! Lo tuviste todo, pero en la temporada 2013/14 tu rendimiento bajó, aunque el del equipo lo hizo aún más y, a pesar del descenso, no se notó tanto.

Afrontabas con veintisiete años y todo demostrado una etapa en Segunda División que solo podía ser sobresaliente, pero no. Mostraste todas tus carencias: tácitamente ofreciste el mayor de los agujeros al lado de Carlos Peña. Tu lentitud se marcó sobremanera, llegabas mal o tarde. Fuiste una madre, y para colmo, de esta que no hacen más que regañar. Te empeñaste en eso; te olvidaste que al igual que una madre es madre por sus hijos, tú eras jugador por la afición que siempre estuvo contigo y te exponía de ejemplo de canterano que llegó.

Igual que llegaste, ahora te marchas. Por ser tan malo, que te recojan con pala. Por el suelo ahora rueda Jesús Rueda, quien hizo el camino inverso a su tocayo de hace más de 2.000 años y se empeñó en acabar por el suelo. Lo peor es que sabemos que tú lloraras como he llorado.

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