Jesús Moreno sueña no sólo con el ascenso, sino con subir alzándose con el campeonato regular, como el mejor equipo de la categoría.
Cuando quedan apenas seis jornadas de liga, cuando hemos jugado contra casi todos nuestros rivales las dos veces que marca el reglamento y cuando hemos visitado campos húmedos y secos, helados y encharcados (incluso en el mismo partido) ya se puede decir, sin miedo a equivocarnos, que el Real Valladolid es el mejor equipo de la categoría. No pasa nada por reconocerlo abiertamente, no hace falta pecar de modestia y mirar con cierta admiración a Deportivo de La Coruña y Celta de Vigo para que no nos tilden de prepotentes. Es un hecho objetivo. Es el que juega más bonito, es el que menos goles encaja y el segundo que mejor puntería tiene.
Hace tiempo que di el ascenso por conseguido, me di cuenta de que el Real Valladolid subiría seguro y así lo comentaba en las tertulias del café, en Twitter, en el programa de radio Blanco y Violeta o en cualquier espacio en el que me pudiera expresar. Es más, confieso que hace cosa de un mes y medio decidí celebrar dicho objetivo por aquello de no dejar para mañana lo que se puede hacer hoy, o por lo de las muertes repentinas. Entonces, menos realista que ahora, pensaba que el Real Valladolid era superior a todos sus rivales y éstos podían tener un día de suerte y arañar un empate, pero a dos partidos en un hipotética promoción éramos imbatibles.
Hoy ya no pienso así. Hoy el play off será el clavo al que se agarrarán otros cuatro equipos porque creo que nuestro ascenso directo es cuestión de fechas (les recomiendo que no hagan planes para el fin de semana del 26-27 de mayo. Esos días salimos de cuentas) como consecuencia lógica de nuestro juego y, seguro, de los resultados que quedan por venir. Es por eso que animo a todos los que formamos el Real Valladolid, a conjurarnos en conseguir un nuevo objetivo: El título de Liga.
La Liga nos va a permitir recibir la verdadera Justicia que merece este equipo, estos jugadores, este entrenador y esta afición. La Liga va a conseguir que el foco mediático se pose en un buen puñado de jugadores que -salvo Guardado y con ciertos reparos- son los mejores de la categoría en sus posiciones; unos chicos que se han unido más que nunca ante las adversidades, que juegan con virtuosismo y son solidarios los unos con los otros en su esfuerzo; gente que luce la blanquivioleta con el respeto y compromiso que su Historia merece y nos hacen sentir orgullosos a los aficionados porque sean ellos los que la luzcan.
La Liga va a permitir que un semidesconocido como el almirante Miroslav Djukic reciba el reconocimiento que se merece por parte de todos; como un hombre del renacimiento conocedor de todas las artes, el míster ha sido capaz de implantar e inculcar un estilo de juego reconocible por todos y en el que la plantilla ha creído desde el primer momento; ha sido capaz de suministrar confianza en sus chicos a través de la justicia a la hora de tomar sus decisiones; ha sido capaz de capaz de dotar de la fuerza mental necesaria para que los once jugadores que nos representan sobre el césped jamás pierdan los nervios cuando el partido nos es adverso, para ser capaces de madurar la jugada aunque la presión del rival o del crono nos apriete hasta casi nublarnos las ideas.
Y por último, ha sido capaz de levantar el ánimo de la afición, e incluso del propio club con arengas que ahora mismo están en la mente de todos, pero especialmente una, aquella que cualquier aficionado del Pucela debería tener al lado del nombre en su partida de nacimiento, ‘Somos Valladolid’, mágica declaración de intenciones que encierra y resume una especie de votos sagrados: Somos Valladolid en lo bueno y en lo malo, en la salud y en la enfermedad, hasta que la muerte nos separe e incluso después de ésta.
Y la Liga va a permitir resarcir a los aficionados de toda la hiel que hemos tenido que tragar durante estos años. Por supuesto que todos nos sentimos más que pagados con estos jugadores, este entrenador y, sobre todo, con este ascenso pero salir campeones es un acto de Justicia para con nosotros, porque nos la merecemos más que ninguna afición de este país después de todo lo que hemos pasado.
No estamos tan lejos. Ninguna ley dice que el Real Valladolid no pueda ganar los seis partidos que restan, que derribe el récord del Pucela de Mendilibar y que alcance su cuarto título de Liga en segunda división. El actual líder nos saca cinco puntos, perfectamente recortables en las jornadas que nos restan. El Deportivo se sabe en primera y a buen seguro que será nuestro acompañante directo, pero no tiene el juego, ni la calidad, ni la tensión que se necesita para acabar la temporada ganando todos los partidos y más aún si consigue el ascenso antes de tiempo. Se podría decir que casi dependemos de nosotros mismos. #AqueganamoslaLiga
PD: Si al final nos quedamos con la miel en los labios y sólo conseguimos ascender directamente, tengan ustedes por seguro que volveré a celebrarlo. Quiero demasiado al Real Valladolid y a sus fieles aficionados como para no hacer ese ‘esfuerzo’.