El tiro por la culata

Roger se enfrenta por primera vez al Pucela desde su despedida de Zorrilla el pasado verano, donde dejó huella por su compromiso y olfato goleador

-Eres muy buen pistolero para dejarte ir.
-Sí, y también soy muy buen pistolero para que discutas conmigo.

Los buenos amantes del cine recordarán el clásico diálogo de ‘Río rojo’, ese western protagonizado por un rejuvenecido John Wayne y su compañero Montgomery Clift. Una escena inolvidable, espectacular, digna de los mejores escenarios del oeste… y que bien podría haberse escuchado el pasado verano en las oficinas del estadio José Zorrilla. ¿Cómo? ¿Nos hemos vuelto locos?

No, realmente no. Solo era el momento en el que un viejo conocido decía adiós a la que había sido su casa durante año y medio con un pequeño paréntesis de por medio. Una etapa buena, conciliadora, de esas que se guardan en lo más profundo de la mente. Y es que Roger Martí no podrá olvidar esa temporada y media con la camiseta del Real Valladolid tan fácilmente. Desde luego que no.

A fin de cuentas, ‘Billy el Niño’ desenfundó en muchas ocasiones su revólver para fulminar a su enemigo, el que era enemigo del Real Valladolid. Seguro que bien lo recuerdan.

Una, dos, tres y así hasta seis veces en la campaña 2014/15, cuando el destino quiso que terminara con la blanquivioleta. Solamente un inoportuno rayo en forma de lesión longeva de casi nueve meses impidió que pudiera dibujar más muescas en su revólver aquel curso.

Por aquel entonces Roger ya se había metido a la grada de Zorrilla en el bolsillo. Bien poco –o no– hace falta para ello. El primer paso, cumplir sobre el campo. El segundo, mostrarte como un tío comprometido con el proyecto y con ganas de alcanzar el objetivo, sea al precio que sea. Y tercero, mostrar buen feeling con la afición. Lo dicho, tirado.

La cuestión es que el delantero supo ponerse todos los complementos para hacerse un pequeño hueco en el corazón de Zorrilla. Se puso el sombrero de vaquero, las botas con espuelas y por supuesto agarró su pistola. Esa que le hizo ganarse un mote acorde a su condición, además de su particular forma de festejar los tantos. Publicaciones adecuadas en Instagram y demás redes sociales, buenas palabras de aliento al equipo incluso en su lesión -maldito ligamento cruzado anterior- y una simpatía particular. Suficiente.

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Ahora aquí, ahora allí

En aquel verano de 2015, ya con el proyecto de Rubi a la deriva, el Pistolero tuvo que ensillar a su caballo rumbo a Valencia. A fin de cuentas, seguía siendo propiedad de un Levante que tan solo le había prestado un año y, quién sabe, quizá era buen momento de probar fortuna en Primera División. Hablamos ya de la temporada pasada… pero no hubo suerte. Mientras en Valladolid se suspiraba recordando sus goles, Alcaraz y el propio Rubi le castigaban a base de banquillo.

No fueron buenos tiempos, el delantero tuvo que pasar por una fase de exilio. Él, que solo vivía para el gol, no disputaba los suficientes minutos con la granota para demostrar su valía. Fue entonces cuando reapareció la oportunidad. Un par de llamadas de Braulio Vázquez en enero, mediada la temporada, sobraron para regresar a Valladolid, a la que había sido su casa el suficiente tiempo como para que se le recordara con gratitud.

No, no se consiguió el ascenso por segundo año consecutivo, pero Roger volvió a vivir la sensación de ser futbolista, de volver a campar a sus anchas por el campo. Ocho dianas más así lo atestiguan, en tan solo medio curso. El Pistolero volvía a convertirse en sheriff del lugar, sin demasiados impedimentos.

El concepto fue el mismo, vale, pero regresar al Levante después de una buena segunda vuelta no era igual. Este verano ha sido distinto, sabiendo que con el descenso de los valencianos lo lógico es que sí tuviera espacio en un equipo necesitado. Y así ha sido. No le ha costado ganarse tampoco a la afición del Ciudad de Valencia, perfectamente consciente de que Roger puede y debe ser una de las grandes bazas para regresar a Primera. Cuatro goles en estas primeras siete jornadas no están mal para empezar.

Y es por eso que al Pucela podría salirle el tiro por la culata este domingo. Será la primera vez que el delantero se encuentre de frente al equipo que tanto le dio, y al que él devolvió. Por desgracia, cuando dos pistoleros se enfrentan, solo uno puede quedar vivo. Y Roger ya no es de los buenos.