El Real Valladolid trata de acotar la distancia entre sus dos primeros equipos en una apuesta por un filial potente, como demuestran los fichajes
A pesar del buen concepto que tiene una parte de la afición que frecuenta Los Anexos del trabajo de Miguel Rivera, la sensación que quedó la temporada pasada con respecto al Real Valladolid Promesas es que habría podido, como mínimo, haber sellado antes su permanencia en la Segunda División B. Era la intención, aunque el rendimiento, sin ser malo a nivel grupal, fue menor del esperado en lo individual. Nadie descolló demasiado a pesar de la calidad de muchas de sus piezas, cuyo nivel no pudo subir en demasía el técnico andaluz, cuyo estilo penalizó al grupo en más de una ocasión.
El concepto de la dirección deportiva del equipo era bueno, y lo sigue siendo. La idea de cara a esta campaña es seguir apostando por él y reforzar su asiento en la categoría, en la que militará por sexto año consecutivo, así como reducir la distancia con el primer equipo. De ahí la manera en que se está moviendo en este mercado.
Los fichajes de Gaizka Campos, Diego Alende, Carlos Doncel y Mario Soberón vienen a incrementar el nivel medio del teórico once titular sobre el equipo tipo de la pasada temporada y, en definitiva, el nivel de un plantel que mantendrá a varias de sus piezas más valoradas y de mayor potencial; véase Sali, Apa, El Hacen, Kike Pérez, Kuki Zalazar o Miguel de la Fuente, que conocen ya la dinámica del primer equipo, ya sea porque debutaron con él el curso pasado o porque están realizando con él esta pretemporada.
Esbozar un potencial once inicial conformado por Gaizka Campos; Apa, Alende, Salisu, Corral; Kuki Zalazar, Kike Pérez, El Hacen, Doncel; Mario Soberón y Miguel, acompañado de otros como Samu Pérez, Raúl Navarro, Jaime Sánchez, Alberto Gil o Víctor Socorro es posible a estas alturas a falta de varios refuerzos más, dado que, como confirmó Baraja en la rueda de prensa previa al inicio de los entrenamientos, faltan todavía algunos por llegar.
Aunque está por ver si serán del nivel de los cerrados, que recuerdan a los de El Hacen o Waldo Rubio el año pasado en tanto en cuanto uno es internacional –Diego Alende– y otro ya no es sub 23, aunque ha brillado ya en la Segunda B –Carlos Doncel–. Con ellos el Real Valladolid ha conseguido sacar músculo frente a otros clubes históricamente de cantera como son el Real Club Celta o el Espanyol u otros que querían a esos jugadores, como es el caso del Sevilla o de Osasuna.
El incremento salarial es evidente y viene a multiplicar el de tiempos pasados, en los que el máximo de la plantilla no llegaba a la mitad de lo que percibirán varios de esos futbolistas, aunque, no cabe duda, esto viene favorecido por la presencia del primer equipo en Primera División, pues no hay que olvidar que el presupuesto del filial se incluye dentro de la partida general permitida por la Liga de Fútbol Profesional para el presupuesto anual.
Lejos de ser un hándicap, después de los buenos resultados de la política aplicada con el Promesas en los últimos tiempos, con los ascensos de Calero, Toni, Anuar y Waldo, la dirección deportiva apuesta por capitalizar el club a partir de la captación de talento imberbe que poder potenciar sin considerarlo un gasto: se considera, más bien, una inversión. Una que se va a potenciar también, como ocurrió con integrantes del primer equipo, con el acuerdo firmado con el Atlético Tordesillas o con otras cesiones en las que se está trabajando, que podrían conllevar incluso la salida del capitán, Mario Robles. Siempre, eso sí, para crecer, intención primera y última de estas apuestas.