Me pongo enfermo cuando veo a Raúl Moro pedir la pelota una y otra vez. La recibe poco, raramente en posición ventajosa, y allá que va el tío pelma. Encara, amaga, da ese toquecito largo tan propio donde deja atrás al par, apura línea de fondo, levanta la cabeza, posa esa mirada característica con la ceja cortada, la cuelga hacia el compañero mejor ubicado… y ya se encargan estos de desperdiciar el caramelo. El extremo se lleva las manos a la cabeza, rumia el fallo, maljura en arameo y vuelve a su plaza fija en la izquierda, obtenida en la oposición futbolística tanto por máxima puntuación propia como por incomparecencia de competidores. El año pasado ocupó la titularidad de forma interina por motivos que la Administración Pezzolano jamás fue capaz de explicar. Esta campaña nos ha llevado por el máximo registro posible de emociones futbolísticas: primero, el éxtasis, haciéndonos soñar con un jugador apto para Primera, ambicioso y sacrificado; después, la conmiseración cada vez que un malvado rival le daba un meneo, nos dolía más a la grada que a sus canillas. Por último, tras la lesión y el consiguiente hundimiento del equipo, la frustración. ¿Qué hace el ’11’, con la clavícula soldándose, acortando plazos, empeñándose en regatear, chocar con el lateral, presionar, defender y dejándose los higadillos hasta el minuto 90? ¿Por qué, teniendo mercado, etiqueta y fecha de venta, se empecina en comparecer allí donde tantos han renunciado? ¿Cómo este tipo, en absoluto canterano y a quien no se conocen parientes en la provincia, no alega que le duele el hueso, elige un tratamiento conservador, participa tranquilamente algún rato, se lleva las merecidas ovaciones y descansa hasta junio para marcharse fresco y lozano a algún club de verdad y no de pichiglás?
Raúl Moro, vete ya. Te lo mereces y no te merecen. Queremos lo mejor para ti porque tú, en año y pico, has demostrado una capacidad invisible en los últimos años -no solo bajo este terrible mandato de Ronaldo- por parte de decenas y decenas de compañeros, algunos de ellos con brazalete y todo. Vete ya y disfruta correteando por banda en otro estadio, con una afición que también te quiera pero con una directiva de verdad, que se equivoque como todas pero que tenga un rumbo. Tu nombre ya ha dejado impronta en Pucela y te querremos para siempre. No hablo solamente de fútbol. El fútbol, fíjate, es lo de menos. Que malo no eres, eh, todo lo contrario. Por eso te llaman de todo el continente, la selección sub-21 se ha fijado en ti y tu nombre comienza a resonar en los despachos de enjundia con un precio de salida superior a diezmillonesdeeuros, todo seguido porque da hasta respeto analizar la suma palabra por palabra para los mileuristas que nos dejamos los cuartos en agosto para estar descendidos en enero. El Real Valladolid hace tanto que no siente ni padece hacia el fútbol que últimamente su afición se fija en aspectos que deberían ser intrínsecos al oficio, al contrato, al compromiso. Y no me meto en sentimentalismos y amores y tribunerismo al club que te paga, sino al balón. Hemos sufrido a incontables jetas que en temporadas como esta se hubieran -y se han- borrado de la causa, ni siquiera para honrar al deporte con cierta competición o amor propio. Una lesión como la tuya, las siempre peleonas clavículas, hubiese servido a unos cuantos para guarecerse en el gimnasio, especialmente durante el invierno pucelano, y ya si eso asomar el hocico cuando el hueso adquiera la dureza del rostro de alguno de los que se sientan en ese vestuario.
Nada, oye. Que Raúl Moro sigue corriendo y encima nos pone sentimentales cuando lo vemos llorar desconsolado, porque el Real Valladolid encadena fracaso tras fracaso aunque un señor asegure por carta que no estamos tan mal. Que le escriba también al ’11’ a ver si así se deja de lágrimas y hace lo que tantos harían: mandar a esparragar a todo quisqui, desde aquel que debutó en el Madrid con su mismo dorsal hasta a la inmensa mayoría de esa plantilla que avergüenza al escudo, y se tumbe a comer uvas y yogures ricos en calcio mientras Roma-ldo arde.
 
			