Tras varias décadas en las que los futbolistas de esta altura competitiva prácticamente está vedada a los gigantes, es difícil dimensionar hoy la repercusión que podría haber tenido la llegada de un jugador como Carlos Valderrama a un equipo como el Real Valladolid. Principalmente porque la llegada de jugadores de esta altura competitiva a clubes como el Pucela es casi una quimera. Es difícil, además, que lejos de las fronteras de Colombia se le dé el valor real que tenía en el césped a un futbolista como ‘El Pibe’.
Nacido en Santa Marta, Colombia, en septiembre de 1981, como Carlos Alberto Valderrama Palacio, todos conocerían a Valderrama por su apellido y, sobre todo, por su bigote y su llamativa melena de pelo rubio y rizado. Su carrera comenzó en su colegio, donde comenzó a jugar al fútbol desde niño. Allí, con su padre como entrenador, Valderrama sorprendía por su calidad como delantero centro, donde llegó a ser un gran convertidor de ocasiones, mostrando una de sus grandes virtudes en su futura carrera como futbolista de élite, aunque su posición fuera retrasándote a lo largo de su trayectoria hasta su posición más reconocible como mediapunta. Era un futbolista técnico, de mucho recorrido en su rol, con gran calidad en la asociación y en la conducción y con mucha potencia en los duelos aéreos, así como un muy buen disparo en la frontal.
Tras un recorrido importante por algunos de los grandes equipos colombianos tras debutar en la élite colombiana en el Unión Magdalena, pasando por Millonarios y Deportivo Cali, Carlos Valderrama saltó el gran charco del Atlántico, pues antes de llegar a jugar en Valladolid y en España, el talento de ‘El Pibe’ ya llegó a verse en Europa, con una experiencia previa en el Montpellier, donde sí pudo desarrollarse con cierto tino en Francia, a pesar de que la confianza de muchos de los entrenadores que tuvo no acabó por ser la esperada (entre ellos, el célebre Aimé Jacquet).
Valderrama en el Mundial del 94
Pero es su papel con Colombia en los noventa la clave para entender la trascendencia real de Valderrama en el fútbol mundial. De finales de los ochenta a mediados de los noventa, el fútbol colombiano vivió uno de sus mejores momentos de su historia. Precisamente su gran actuación en Italia 1990 y el tercer puesto de la Copa América en 1993, crearon unas expectativas enormes en su recorrido en el Mundial de 1994, por celebrarse en el continente americano y por cómo llegaba esa generación colombiana al torneo mundial. Y, a pesar de todo, no pasaron de la fase de grupos, donde fueron batidos, incluso, por la anfitriona.
En Valladolid, lo cierto es que su fútbol no pudo desarrollarse como se esperaba a pesar de su categoría futbolística. Junto a varios compañeros colombianos y, sobre todo, entrenado por el gran ‘Pacho’ Maturana, el Valladolid no consiguió ser tan brillante como parecía indicar la llegada de todos estos astros. ‘El Pibe’ Valderrama llegó para juntarse en Pucela con unos cuantos efectivos de esa generación maravillosa de Colombia, con Maturana en el banquillo (y el fisio Diego Barragán), Leonel Álvarez y René Higuita.
En su etapa en el Real Valladolid, además de acabar la temporada con un dramático descenso, jugó solo 21 partidos en la 1991/92, marcando un solo gol con la blanquivioleta. Cerró esa etapa saliendo en dirección a Independiente de Medellín, volviendo a Colombia para no salir más (allí, pasó también por Atlético Junior) hasta su etapa en la MLS, donde, aprovechando del tirón del Mundial de Estados Unidos de 1994, varios equipos (Tampa Bay Mutiny, Miami Fusion y Colorado Rapids) se hicieron con los servicios de Valderrama hasta su retiro en el año 2003, con alguna cesión intermedia (muy típico en jugadores MLS), a Deportivo Cali.
Y no sólo por sus apariciones con Colombia es célebre la figura de Valderrama, sino también por vestir la camiseta del Valladolid esa anécdota vivida en el equipo cuando jugó contra el Real Madrid, donde Míchel quiso provocarle con un toque en sus partes pudendas. Algo que, más que irritar a Valderrama, logró crear una de las situaciones más conocidas del acervo cultural de la competición española a lo largo de su historia. Una imagen que recorrió la televisión y la prensa de la época y que aún hoy es totalmente reconocible para cualquier aficionado al fútbol.
Sigue aquí la serie Pucela Retro:
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- Gilberto Yearwood, el elegante cañón de Honduras
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- Un pomelo llamado Diego Mateo
- Los trucos infinitos de ‘Mágico’ González en Valladolid
- De 1928 a 2025; de la Sociedad Taurina al José Zorrilla
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