En un tiempo en el que a los delanteros se les exige ser mediapuntas, extremos y hasta interiores disfrazados, Vedat Muriqi representa una especie en peligro de extinción: la del ‘9’ de toda la vida. Ni se esconde detrás de la estética ni necesita disfrazarse de otra cosa. El delantero del Mallorca va al choque, gana balones divididos, fija centrales y juega de espaldas como si fuera parte de su ADN.
Si bien es cierto que no es un jugador de los típicos highlights de frivolidades con balón, sus cortes de vídeo destacados suelen tener también un peso clave que habla de garra, de entrega y de pelea siempre por ir más allá. Es uno de esos centrodelanteros que incomodan a las defensas desde el primer minuto. De los que siempre tienes que tener controlados.
En un Mallorca que pelea por mantenerse firme en una lucha intensa por aspirar siempre a más, su presencia en el área y fuera de ella es mucho más que simbólica. La habilidad de Muriqi es estructural. En cada duelo, en cada disputa, en cada balón que baja o pelea, Muriqi defiende la esencia de un oficio que muchos dan por acabado, pero que él mantiene vivo, jugada tras jugada.
A sus 31 años, el kosovar está firmando una temporada más que sólida. Ha participado en 27 partidos oficiales de LaLiga y ha sumado 7 goles y 2 asistencias. Cifras que no deslumbran, pero que ganan peso al analizar cómo los consigue y lo que suponen para el equipo. Muriqi no necesita dominar el partido para marcar su huella y le basta una carrera al espacio, un choque ganado al central o un remate bien ejecutado para inclinar el marcador. Un segundo que lo puede cambiar todo. Su juego tiene algo de oficio antiguo, de delantero con alma de obrero.
La llegada de Jagoba Arrasate al banquillo del conjunto balear no ha cambiado su jerarquía en el once. Casi, al contrario. El técnico vasco ha encontrado en él una pieza clave, tanto para fijar a los defensas como para generar ventajas para sus compañeros. Muriqi se ha adaptado a esquemas más versátiles que los que proponía Javier Aguirre, pero su papel como faro ofensivo se mantiene intacto. Ya sea jugando como referencia o acompañado en un ataque más dinámico junto a Larin, él sigue siendo el punto de apoyo sobre el que se articula la ofensiva mallorquinista.
Una de sus grandes virtudes sigue siendo su capacidad para generar segundas jugadas. Cada balón largo en busca de Muriqi tiene un propósito. Lo de recibir, aguantar, descargar o rematar es claramente su especialidad. El equipo se estira con él y puede respirar en campo contrario. Además, su entendimiento con jugadores como Dani Rodríguez o Darder ha mejorado con el paso de las jornadas y hace crecer su influencia. Es ese tipo de futbolista que, sin ser brillante en cada acción, siempre imprime peligro a cada balón que le llega cerca del área.
Muriqi, entre las ganas, la necesidad y la duda
En los últimos meses, su nombre ha estado sobre la mesa por algo más que su rendimiento. El delantero ha expresado públicamente su deseo de seguir en el RCD Mallorca, aunque también ha deslizado cierto malestar por la falta de avances en su renovación. “Estoy a gusto aquí, quiero continuar. Pero también necesito saber que el club me quiere”, comentó hace unas semanas en zona mixta. Una declaración que muestra su compromiso, pero también una realidad patente de que su futuro no está ni mucho menos cerrado.
El pirata está preparado ☠️ pic.twitter.com/K2B472WIeT
— RCD Mallorca (@RCD_Mallorca) May 4, 2025
Mientras tanto, Muriqi sigue respondiendo como siempre lo ha hecho. Su profesionalidad no ha cambiado ni un ápice pese a la incertidumbre y su ausencia en este último mes por lesión ha dolido con notoriedad en un Mallorca que necesita su empuje. Faltaba esa referencia para ganar balones por alto, forzar faltas y arrastrar a los centrales. Muriqi no se esconde y al resto no le pide más de lo que él mismo da a sus compañeros. Una garantía de pelea constante.
En Mallorca saben que mientras Muriqi esté sobre el césped, el equipo siempre tiene una opción de convertir peligro en ventaja. Sin ser el más mediático ni el más técnico, su impacto es tan evidente como valioso. Muriqi representa un tipo de delantero que nunca pasa de moda. Uno que trabaja, arrastra defensas y que aparece cuando el partido se enreda. Un siervo del gol en tiempos donde el gol elige con cuidado sus aliados.