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Pucela Retro | Harold Lozano, el gigante sereno de Zorrilla

Entre la contención y el pase, el colombiano marcó los corazones de los aficionados del Real Valladolid que aún lo recuerdan con admiración

por Miguel Ruiz
11 de mayo de 2025
Harold Lozano

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No era especialista Harold Lozano en eso de gesticular en exceso, ni marcar goles que supusieran un recuerdo inmediato en medio de las tertulias. Pero lo que sí logró Harold Lozano fue colarse en medio de los silencios de un partido. Alto, sereno, impecablemente ubicado, en el Real Valladolid no solo encontraron un mediocentro solvente, sino que lo hicieron parte de una familia que lo acogería con cariño y lo recordaría siempre.

Lozano apareció por primera vez en el José Zorrilla en el año 1996. Cuando la Primera División aún era un campeonato con aroma a domingo por la tarde, centros al área y transistor escuchando radio deportiva. Seis años después, Lozano se iría de Valladolid como un tipo al que todo el mundo quería saludar. Lozano fue parte importante de aquella etapa de cierta estabilidad blanquivioleta y un jugador de club, de los que se ganan el cariño con carreras, esfuerzo y anécdotas.

Con balón, Harold Lozano tenía una calma contagiosa. Esa que solo tienen los que en verdad saben qué hacer con el esférico. Sin él, imponía por físico (casi dos metros) y lectura de juego. Sin ser especialmente rápido, llegaba siempre a tiempo. Sin buscar protagonismo (casi nunca), lo encontraban aquellos que jugaban a su alrededor y buscaban aliados fiables. Aunque sus mejores momentos de gloria colectiva en España llegaron en Mallorca, su paso por el Real Valladolid dejó una importante memoria.

Harold Lozano ganándose el corazón de Valladolid

Su fútbol era más de pausa que de lentitud. Sabía cuándo romper, cuándo guardar la posición y cuándo pegar el grito justo para achicar espacios y cerrar. Un tipo que entendía los tiempos y que en el José Zorrilla fue respetado desde el primer día. Por ello, no tardó en hacerse uno de los dueños más ilustres del círculo central junto a otros ilustres como Caminero o Eusebio, sabiendo complementarse bien con perfiles defensivos u ofensivos con el rigor táctico que lo caracterizaba.

Quizá su anécdota más ilustre y una de las que aún sobreviven en las charlas en torno a Lozano y el Valladolid es aquella mítica jugada en un partido ante el Real Madrid. Se disputaba la temporada 2001/02 en España. Ante un Madrid de galácticos, con Zidane, Roberto Carlos, Casillas o Figo en el campo, ese Pucela de Xavi Moré vivió una de las escenas más llamativas de LaLiga.

El colombiano imitó el sonido del silbato del árbitro para despistar a los rivales y lograr marcar en una jugada en la que los futbolistas del Real Madrid afirmaban creer que el colegiado Téllez Sánchez había pitado falta en un derribo a Torres Gómez. Él aseguraba no haber pitado nada y el lío fue mayúsculo. El gol de Fernando se daba poco después de que Zidane hubiera abierto el marcador en el Bernabéu, poniendo un 1-1 en el marcador que se convirtió en una pieza para el recuerdo.

El partido acabaría en tablas, con dos goles más (Raúl y Cuauhtémoc Blanco), pero esa cita para Valladolid siempre sería recordada más allá de lo que fue ese punto logrado en feudo merengue. Harold Lozano siempre lo negó hasta hace muy poco, pero en Valladolid esa historia se cuenta con una media sonrisa y cierto orgullo.

Esta trolleada de Harold Lozano al Real Madrid fue histórica. pic.twitter.com/GgTUfEmtr9

— REY CHOLO (@Reycholosimeone) June 26, 2024

Más allá del episodio de Madrid, lo que realmente dejó Harold Lozano en Zorrilla fue un legado de cariño, compromiso y profesionalismo que le llevaría a quedarse en el Pucela de 1996 hasta 2002, cuando su camino le llevó a las islas. Cuando se marchó en 2002 al Mallorca su ausencia se notó más de lo que muchos imaginaban. Algo que, como casi siempre, suele pasar.

Una carrera larga a un lado y otro del océano

John Harold Lozano Prado nació en Cali, Colombia, el 30 de marzo de 1972. En su ciudad dio sus primeras patadas a un balón, para debutar como profesional con uno de los clubes más importantes de su ciudad y del país, América de Cali. Allí logró ganar una liga y empezó a proyectarse como un centrocampista con gran talla física, potencia y técnica bien equilibradas.

Tras probar suerte en México, a bordo del América, pasó fugazmente por el fútbol brasileño, subido al Palmeiras. Antes de su salto al Real Valladolid en 1996, pasó por el Rustavi georgiano, donde encontraría su primer aterrizaje en el fútbol europeo antes del salto a una liga mayor como la española. En esa época se convirtió también en internacional absoluto con Colombia, con la que consiguió participar en dos Mundiales y varias Copas América.

Lozano Colombia

Harold Lozano cerró su carrera con un recorrido sólido, pues tras dejar Valladolid y Mallorca en España, cerró su etapa en México a bordo del Pachuca, donde se retiró en 2004. Detrás del balón, pasó por cuatro países y dejó huella en todos ellos. En España, incluso levantó la célebre Copa del Rey del mítico Mallorca de la 2002/03. En un club como el Pucela, tan habituado a reconstruirse, su figura representó estabilidad y conexión con un auténtico profesional del mediocampo.

Un mediocentro con el que siempre contar y que no tenía miedo a nada. No se escondía y ayudaba siempre al compañero. Entre los nombres que dignificaron la camiseta blanquivioleta en los últimos treinta años, el suyo aparece siempre con una sonrisa y una anécdota. Un jugador que, más allá del silbido, se hizo un hueco en el corazón de un Valladolid que necesita, hoy más que nunca, reencontrarse con sus viejos ídolos.

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